Algunas autoridades en la materia aseveran que el nombre de Basílicum proviene del griego que significa Rey; por su soberbio aroma es digno de la casa de los reyes. Otra teoría sostiene que deriva de Basilisk, un temible dragón para cuyo poderoso veneno, la albahaca era el único antídoto.
Gin Sour de albahaca. Receta aquí.
La albahaca se asocia contradictoriamente al bien y el mal. Así como en la India es una planta sagrada, en otras regiones es relacionada con el odio y la muerte. Son muchos los mitos que rodean a esta aromática planta.
Cuenta la leyenda que Salomé, después de su danza macabra colocó la cabeza de Juan Bautista en una maceta de albahaca para confortarlo con cuidados amorosos. Este mismo uso mórbido lo menciona Keats en su “Isabella o la maceta de albahaca” donde Isabella esconde la cabeza cercenada de Lorenzo, su amante.
Al mismo tiempo nos encontramos con una concepción romántica de la albahaca en Italia, donde antiguamente se acostumbraba, y aún perdura la costumbre en algunas regiones, que el pretendiente de una doncella, mostrara sus intenciones matrimoniales presentándose ante la novia con una ramita de albahaca entre los cabellos. Tanto en Francia como en Italia, se acostumbra a tener macetas de albahaca en las ventanas para prevenir la entrada de insectos en la casa; retando la creencia fetichista de que bajo las macetas de albahaca se crían los escorpiones.
No obstante los poderes misteriosos que se le adjudican, los mitos y leyendas que la rodean, los poderes curativos que se le atribuyen, su uso en perfumería y en el famoso licor Chartreuse, el empleo de la albahaca en la cocina como hierba de olor es el más importante.
Su extraordinario aroma y distinto sabor es identificado principalmente con la cocina Italiana, Rivaliza con el orégano como condimento de las pizzas, y los platillos mundialmente conocidos como el pollo Cacciatore o la salsa Pesto, deben su fama a la insustituible albahaca.
Ensalada caprese de berenjena y albahaca. Receta aquí.
Su perfecto maridaje con el jitomate no reclama más, para disfrutarla en todo su esplendor, que un buen vinagre de vino tinto, un hilo de aceite de oliva , sal y pimienta recién molida. ¡Una ensalada perfecta!
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Por Armand Dubois
Publicado originalmente en Maria Orsini, el arte del buen comer.
Número 10, año 1998
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