Mi nueva entrevista me está esperando ya que siempre he considerado que en esta vida hay que venderse al mejor postor y mas aun en este durísimo oficio, sin olvidar claro, de otras cualidades.Voy en metro dirección a las oficinas centrales de la importante cadena de hoteles. Muchas personas parecen ausentes a juzgar por la mirada. Unos miran al techo del vagón, otros a la extravagante señora mayor con pelo de colores y labios rojos como un tomate maduro, otros leen y otros miran al suelo. Ciertamente no somos muchos viajeros. Yo, concretamente leo un periódico que acabo de comprar y en la primera página la noticia no es muy buena, como siempre, ya que más del ochenta por ciento las noticias suelen ser poco agradables, tanto en prensa escrita, radio o televisión.
A la quinta parada, llego a mi destino y al subir por las escaleras mecánicas me encuentro en la jungla del asfalto. No tengo más remedio que coger un taxi, pienso, y por casualidad en cuestión de segundos levanto la mano al pasar lentamente uno por delante de mi. Le indico la dirección donde está ubicada la oficina del restaurante donde hoy, voy a tener mi primera entrevista personal. La semana pasada, lo hice por teléfono.
A los quince minutos, más o menos, me encuentro frente al número 47 donde hay una placa grande de color ocre con varias direcciones de empresas, una de ellas, es la oficina del gran hotel restaurante. El gran hotel, está en una población a veinte kilometros de esta ciudad. El portero del edificio , me abre la entrada desde la propia recepción, una sala grande con una gran pared al fondo de vidrio tallado la cual da un aire de majestuosidad al entorno. Una vez dentro, ya tengo en la mente lo que voy a pedir, ya que hoy por hoy, a diferencia de una fábrica o similar, siempre me han dicho en todos los trabajos......¿Cuales son sus aspiraciones económicas? Espero que esta pregunta me la haga hoy, también mi entrevistador. En esta vida, me he dado cuenta de que no todo es trabajar por amor al arte.
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