Este pan se elabora en México para celebrar la festividad del día de Difuntos y de Todos los Santos. Dependiendo de la región pueden llegar a festejar esta fiesta durante una semana, forman impresionantes altares para ofrendar a los difuntos.
Tiene su origen en la época de la conquista, inspirado por rituales prehispánicos.
Esta fiesta está declarada por la Unesco como: "Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad".
Existen muchas variedades de pan de muerto, dependiendo de cada región, pero todos tienen cuatro o seis huesos con o sin representación del cráneo.
La forma del pan tiene su significado, el círculo pequeño que se encuentra en la parte superior, simula el mismo cráneo, las 4 cruces serían los huesos y el sabor a azahar el recuerdo de los fallecidos.
El más común es el espolvoreado con azúcar, aunque también se pueden encontrar panes de chocolate, en forma de calaveras, muertitos...
En algunos pueblos lo colorean y a mí me ha parecido una buena opción.
Se remonta a la época de los sacrificios humanos. Con la llegada de los españoles a la Nueva España (ahora México) en 1519.
En México, antes de la conquista, tenían como ritual que una princesa fuera ofrecida a los dioses. Su corazón se introducía en una olla con amaranto (semillas consideradas sagradas) y después quien lideraba el rito mordía el corazón en señal de agradecimiento a un Dios.
La llegada de los españoles a la Nueva España hizo que rechazaran este tipo de sacrificios, y comenzaron a elaborar pan de trigo en forma de corazón bañado en azúcar pintada en color rojo, imitando a la sangre de la pobre princesa. Así se creó el "Pan de Muerto".
Un pan muy aromático, que me recordó mientras lo elaboraba al Roscón de Reyes y el Panettone, aunque luego en textura no se asemeja.
Parecido al brioche, pero con textura de pan. Personalmente me encantó y me gustaría hacerlo todos los años para celebrar esta festividad.
INGREDIENTES:
2 cucharaditas de levadura seca o 15 gr. De levadura fresca
4 cucharadas de agua (60 ml).
500 gr. de harina al uso (temperatura ambiente) +harina para el amasado hasta obtener una masa firme y homogénea
1 cucharadita de sal (5 gr.)
6 huevos batidos
125 gr. de mantequilla sin sal fundida (temperatura ambiente)
125 gr. de azúcar
2 cucharaditas de semillas de anís
1 cucharada de agua de azahar
Ralladura de 1 naranja
PARA EL GLASEADO:
1 yema batida con 1 cucharada de agua
PARA DECORAR:
Azúcar blanquilla
Colorante alimentario
ELABORACIÓN:
Pon la levadura en un vaso con el agua templada y diluye la levadura con ayuda de un tenedor. Deja 5 minutos reposar.
En un bol grande mezcla la harina y la sal. Forma un volcán en el centro de la harina y añade en medio la levadura diluida en agua.
Con una cuchara de madera, deja caer un poco de harina de los costado y mezcla con la levadura para formar una pasta blanda. Tapa con un paño de cocina y deja esponjar 20 minutos hasta que haga espuma.
Pasado el tiempo de reposo, añade en el volcán los huevos batidos, la mantequilla, las semillas de anís, el azúcar, el agua de azahar y la ralladura de naranja. Mezcla con el resto de harina que queda en las paredes del bol hasta formar una masa blanda y pegajosa.
Si tienes un robot de cocina, añade la masa al bol y amasa durante 5 minutos a velocidad baja. Seguidamente si fuera necesario añade 25 gr. de harina y vuelve a programar otros 5 minutos a velocidad baja. Repite este paso tantas veces como sea necesario hasta obtener una masa homogénea. Yo añadí un total de 100 gramos y después de la fermentación unos 30 gramos más.
Si no tienes robot de cocina, vuelca la masa sobre una superficie ligeramente enharinada y amasa durante 10 minutos (si te quedara muy pegajosa, añade harina hasta obtener una masa homogénea y elástica).
Elige un recipiente grande y unta de mantequilla o aceite. Forma una bola con la masa y deposita en el bol, gira la masa para que se unte de mantequilla por ambos lados. Tapa con un paño de cocina y deja fermentar durante 2 horas.
Pasado este tiempo, divide la masa en dos trozos iguales y separa un cuarto de cada trozo.
Divide este cuarto en dos partes iguales y haz dos bolas de 2,5 cm. Reserva.
Divide el otro cuarto en 14 partes iguales y haz 14 cilindros de 1 cm de grosor. Da a cada cilindro la forma de hueso.
Coloca los dedos como en la foto y desliza encima de la mesa de trabajo. De esta forma conseguirás darle forma de huesos.
Con los trozos grandes, haz dos panes redondos. Ponlos sobre una placa de hornear y encima de un papel vegetal. Coloca en medio de cada pan la bola que formaste de 2,5 cm. Alrededor coloca los huesos en forma de cruz, te saldrán 4 cruces.
Tapa los panes con un paño de cocina y deja fermentar unos 30 minutos.
Precalienta el horno a 180ºC
Pinta los panes con un glaseado de huevo, agua y azúcar. Yo coloreé el azúcar, pero este paso es opcional.
Elige cuatro colorantes en gel de diferente color para colorear el azúcar.
Coloca los panes en el horno a 180ºC durante 30 minutos. Hornea hasta que tomen un color dorado. Si ves que se hacen demasiado por encima, tapa con papel de aluminio.
Golpea los panes en la base para comprobar que estén hechos, si suena a hueco es hora de retirarlos.
Deja encima de una rejilla metálica. Si quieres puedes añadir mantequilla diluida y espolvorear azúcar por encima.
Un pan ideal para acompañar con una taza de chocolate caliente o simplemente tomar solo.
Yo me puse en el papel y lo ofrecí a mis seres queridos.
La muerte deberíamos tomarla como en México con alegría, pero eso es imposible por lo menos en mi caso.