Receta para hacer rosquillas fritas de Semana Santa
¡¡¡Seguimos con las recetas de Semana Santa!!! Tras compartir hace unos días las recetas de torrijas de leche y torrijas de vino, hoy le toca el turno a las rosquillas fritas. Esta es una receta muy especial para mí, ya que forma parte del recetario de mi familia desde hace muchos años. Mi abuela vive desde que nació en un pequeño pueblo de Badajoz, fue ella quien me enseñó a elaborar platos tradicionales como estas rosquillas que nunca faltan a la mesa durante la festividad de Navidad y de Semana Santa. Es una pena que todos estos dulces solo puedan verse durante unos pocos días al año, cuanto otros productos, de escaso valor nutricional y peligrosos para la salud, ocupan un puesto destacado en las estanterías de muchos establecimientos y de nuestras despensas. Es lo que diferencia a los pequeños pueblos de las grandes urbes, éstos se suelen mantener fieles a las elaboraciones sencillas y saludables cuya elaboración ha ido pasando de padres a hijos desde hace cientos de años.
La receta de estas rosquillas es extremadamente fácil de elaborar, tan solo hay que mezclar unos pocos ingredientes, amasarlos, dejarlos reposar, y, tras formar las rosquillas, freírlas en abundante aceite de oliva hasta que estén doradas. Por último, en nuestra mano está decidir si, una vez fritas, las rebozamos en azúcar, o las bañamos en almíbar. A mí me gustan tanto con azúcar como con una buena miel casera, que suelo diluir en un poco de agua para hacer una especie de almíbar ligero en el que baño las rosquillas antes de pasarlas por azúcar glas y canela. En el caso de esta receta, he rebozado las rosquillas solo en azúcar, para que los sabores predominantes sean los del anís y la cáscara de mandarina.
¿Preparados para comenzar?
¡Vamos allá!Vídeo de la Receta
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Ingredientes [Para 12 unidades]:
Harina de trigo - 450 gramos
Azúcar - 150 gramos
Leche - 130 ml
Levadura química - 1 cucharadita
Aceite de oliva - 50 gramos
Mandarina - 1 unidad
Anís en grano - 1 cucharada
Huevo - 1 unidad
Sal - una pizca
Azúcar - para rebozar
Aceite de oliva - para freírElaboración de la Receta
Comenzamos la receta mezclando en un cuenco la harina con los ingredientes secos; anís en grano, azúcar, levadura y sal. Mezclamos para que se distribuyan de manera uniforme.
Rallamos la piel de la mandarina y la echamos en el cuenco. Quien lo desee, puede añadir piel de naranja, o de cualquier otro cítrico.
En otro cuenco, batimos el huevo. Añadimos le leche y el aceite y batimos con una varilla.
Añadimos los ingredientes líquidos al cuenco donde tenemos la harina. Mezclamos con la ayuda de una rasqueta de panadería y continuamos amasando a mano hasta que todos los ingredientes queden amalgamados en un masa de textura uniforme. En ese momento, tapamos el cuenco con un plástico y dejamos reposar la masa durante una hora.
Ponemos a calentar abundante aceite de oliva en una sartén.
Pasado el tiempo de reposo, enharinamos ligeramente la superficie de trabajo y volcamos la masa encima. Cortamos trozos de masa del tamaño de una pelota de golf y formamos nuestras rosquillas. Debemos practicar un agujero en el centro, que tenga en torno a 2,5-3 centímetros de diámetro, para que, de este modo, no se acaba cerrando durante el proceso de fritura, ya que una vez que echemos las rosquillas en el aceite éstas crecerán notablemente.
Una vez que tenemos las rosquillas formadas, y el aceite caliente, las echamos por tandas en la sartén y las freímos por ambos lados durante unos minutos o hasta que tengan un bonito tono dorado.
A medida que las retiramos de la sartén, las ponemos sobre papel absorbente donde dejamos que reposen durante unos segundos.
Antes de que se seque totolmente su superficie, las rebozamos en azúcar granulado.
Una vez rebozadas, las dejamos que se enfríen y servimos.
Anotaciones y Consejos
La cantidad de harina utilizada en la receta puede variar. Las harinas de las distintas harineras tienen distinto comportamiento, pudiendo presentar un grado de absorción mayor o menor. Por ello, debemos prestar atención a la masa, y rectificar la cantidad de harina si fuese necesario. Una buena manera de atinar, es no poner de golpe toda la harina, e ir añadiéndola poco a poco hasta que la masa quede con una textura consistencia pero que aún presente cierta tendencia a pegarse a las manos.
La masa de estas rosquillas mejora con el paso de las horas, tanto es así, que para mí empiezan a estar realmente buenas al día siguiente de hacerlas, cuando la masa ha perdido una parte de su humedad, potenciándose los sabores.