Algunas veces me lo tomo solo, otras con leche condensada o leche normal. Depende de como me pille pero en el día tres por lo menos caen.
Helado, granizado, en licor, flan, natillas... y cómo no, en tartas. Vaya vicio ¿no?
Pues para tranquilidad de los que me leen, esta tarta es apta para todos los públicos porque lleva café si, pero descafeinado.
Es la favorita de mi marido, aunque a él el café nunca le ha gustado.
Es muy facilita y lleva sólo estos ingredientes:
Como puedes ver son:
1 bote pequeño de leche condensada
1 bote de nata (crema de leche) Ermol fría
2 sobres de café descafeinado (yo usé Nescafé)
300 grs. de galletas tostadas cuadradas
Leche semidesnatada
Cacao o chocolate en polvo (no lo busques, no me acordé de ponerlo en la foto)
Preparamos el molde que vayamos a utilizar forrándolo con film transparente. Esto va a facilitar que lo desmoldemos si quieres volcarlo en un plato.
En un bol o en el vaso de la batidora echamos la nata (crema de leche) y la leche condensada y las batimos bien.
Disolvemos los sobres de café en 3 ó 4 cucharadas de leche y lo añadimos a la nata (crema de leche), batiendo hasta que tengamos una mezcla homogénea.
En un recipiente ponemos un poco de leche en la que iremos mojando las galletas.
Ponemos en el molde una capa fina de crema de café, una capa de galletas mojadas en leche, otra capa de crema, otra de galletas... Así hasta que acabemos, siendo la última capa de galletas.
Llevamos el molde a la nevera y dejamos enfriar unas cuantas horas. Mejor si lo dejas de un día para otro.
¿Quieres una versión adulta? Añade a la leche un poco de licor de café para remojar las galletas.
Volcamos y retiramos el film y espolvoreamos con el cacao o el chocolate en polvo.
Y ¡listo!
Verás que pronto se acaba.
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