Esta es una tarta especial. Especial porque la hice pensando en dos personas especiales y especial porque lleva ingredientes poco habituales en nuestra despensa.
Tengo dos amigas, Irene y Susana, con problemas de alergias alimentarias. Sus restricciones son tantas que poder tomarse un dulce es una misión imposible, ya que no pueden tomar azúcar, ni leche, ni harina de ningún tipo (excepto la de espelta), ni chocolate con leche... en fin nada de lo que yo acostumbro a usar cuando hago un postre.
Venían a casa a comer y preparar el postre era mi obsesión. A ver qué puedo hacer que ellas lo disfruten... Y después de investigar y de experimentar (esta es la tercera tarta que hice antes de darle el visto bueno) salió esta tarta que a ellas, creo que puedo asegurarlo, les supo a gloria.
Me he basado en mi receta de tarta de cuajada y chocolate negro, así que si queréis prepararla con los ingredientes convencionales, pinchad en el enlace.
INGREDIENTES:
200 gr. de galletas de espelta de canela
80 gr. de mantequilla sin lactosa fundida (yo he usado la marca Provomel)
1 puñado de avellanas
50 gr. de cacao puro VALOR sin azúcar
½ litro de leche de almendras.
1 cucharada y media de agar agar
100 gr. de sirope de ágave
1 cucharadita de canela molida
PREPARACIÓN:
Ponemos en el vaso las galletas, la canela y las avellanas y las trituramos 5 segundos en velocidad 8.
Añadimos la mantequilla y mezclamos todo 5 segundos en velocidad 5.
Con las galletas trituradas forramos el fondo de un molde de aro desmontable y las aplastamos para preparar la base de la tarta.
La dejamos en el frigorífico para que se endurezca mientras preparamos el relleno.
Ponemos en el vaso el cacao, agregamos la leche y el sirope de ágave y programamos 10 minutos, 100º, velocidad 3. Cuando falten dos minutos agregamos por el bocal el agar agar y dejamos que acabe la cocción.
Vertemos esta mezcla sobre la base de galletas y dejamos templar antes de meter en la nevera para que cuaje. Es mejor preparar esta tarta con antelación.
Debéis perdonarme, en un despiste he borrado algunas fotos del paso a paso y no os puedo enseñar fotos de todo el proceso.
Trituramos las galletas con la canela y las avellanas. Las mezclamos con la mantequilla fundida.
Forramos un molde desmoldable con esta pasta y lo dejamos en la nevera un rato.
Calentamos la leche, con el sirope y el cacao en polvo. Cuando falten dos minutos para acabar, agregamos el agar agar por el bocal. He usado agar agar que es un espesante natural, porque Irene no puede tomar cuajada ni gelatina. Me costó encontrar la cantidad necesaria para que espesara bien. Ya os he dicho que esta es la tercera tarta. En la primera puse poca cantidad y no cuajó, en la segunda puse mucha cantidad y cuajó en exceso, esta fue la definitiva.
Vertemos la mezcla sobre la base de galletas y a dejar enfriar. Luego a la nevera. El agar agar espesa con más rapidez que otros productos, así que en tres o cuatro horas está lista.
Y aquí está. A primera vista parece normal y aunque los ingredientes no son comunes, la tarta estaba muy buena.
Si tengo que encontrarle alguna pega, es que no tiene un dulzor excesivo, pero yo es que soy demasiado golosa.
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