Este es un dulce que se hace en mi casa todas las navidades y no porque sea especialmente típico sino porque es la forma perfecta de aprovechar todas las yemas que nos sobran después de preparar el mazapán casero, que en mi familia se consume en cantidades industriales. Así que si os encontráis con un exceso de yemas o simplemente porque están buenísimas, tenéis que probar estos bocaditos de cielo.
¿Qué necesito?
12 yemas
300 gr de azúcar
180 gr de coco rallado + un poco más para decorar
1 copa de cognac
Para el caramelo:
2 cucharaditas de agua
2 cucharadas de azúcar
¿Cómo lo hago?
Ponemos un cazo al baño maría y echamos las yemas y 200 gr de azúcar. Removemos bien hasta la crema esté espesa.
Se deja enfriar un poco sobre una superficie untada con mantequilla y cuando la temperatura nos permita manejar la crema con las manos, añadimos el cognac, los 100 gr de azúcar restantes y, por último, el coco. Mezclamos todo bien con las manos.
Dejamos enfriar la masa completamente y formamos pequeñas bolitas de unos tres centímetros de diámetro. Las rebozamos en coco y las colocamos en los moldes de papel hasta el día siguiente.
Pasadas 24 horas, preparamos un caramelo claro poniendo al fuego un cazo pequeño y mezclando el agua con el azúcar con mucho cuidado hasta que adquiera un color dorado.
Por último, con ayuda de una cucharilla, vertemos el caramelo por encima de las yemas (lo mejor es hacer este paso más o menos una hora antes de servir las yemas).
Mmmmm