Y esta es la receta que he decidido regalarle para este aniversario tan especial.
Cuando empecé en esta andadura me dejaba enredar por retos, concursos, proyectos... el afán de descubrir nuevas recetas, nuevos blogs de los que sacar ideas, otras compañeras de las que aprender me arrastraba y quería llegar a todo.
Hubo un momento en el que llegó a ser agobiante e incluso caótico a la hora de cocinar y publicar.
Pero llegó Lara y comenzó el declive de la blogosfera del que todas en una u otra entrada hemos hablado y esas citas mensuales empezaron a cancelarse.
Para mí fue un punto de inflexión y desde entonces me mantengo (casi) fiel a mi cita semanal de los jueves y no participo en casi ningún reto salvo contadas excepciones como son el Parrandón de Recetas Navideñas de Angélica o el reto 1+/-100 despercidio 0 (también de Marisa)
No es por falta de interés o de ganas. Es básicamente una cuestión objetiva. Con dos peques en casa mi tiempo es muy limitado y bastante se complica la vida con ellas y con el trabajo (más la casa) como para que encima el blog sea más una cuestión de plazos y pautas que algo lúdico y divertido.
Pero eso no quiere decir que a veces no me deje enredar, sobre todo cuando hay tiempo para planificar la receta, cuando hay una libertad casi plena para repostear y un plazo amplio para adaptarlo a mi día de publicación.
Igual suena exquisito, soy consciente, pero a estas alturas me gusta ser dueña de mis recetas.
Hace unas semanas Marisa me escribió un mensaje para decirme que me había enviado un correo, que sabía que no tenía mucho tiempo pero que igual estaba interesada.
Me picó la curiosidad, le eché un ojo en cuanto pude e inmediatamente dije sí.
No podía dejar de estar en esta celebración. Diez años de blog no se cumplen todos los días ni los cumplen todos los blogs.
Hay mucho trabajo detrás de cada receta y no siempre se aguanta tanto tiempo, así que es todo un placer formar parte de este aniversario.
Marisa nos pide una receta que ponga en valor los productos con DOP valencianos.
¿Cómo no iba a barrer para su tierra?
Y para mí no hay nada más valenciano que unas naranjas.
Podría decir que le dí muchas vueltas a la receta que iba a preparar, pero fue un flechazo.
El año pasado, cuando publiqué la receta del Bizcocho de nata (crema de leche), os contaba que me gustaría traer al blog recetas básicas, de esas que perduran en el tiempo y que a todos nos despiertan buenos recuerdos, sobre todo de la infancia.
¿Conocéis algo más clásico que el bizcocho de naranja?
Pues no tengo ninguno en el blog. Así que era la ocasión perfecta para preparar uno.
Podía haber intentado una receta más elaborada, más vistosa... pero para mí Marisa es una persona con gusto por las recetas sencillas, de marcado sabor tradicional.
No hay más que ver cómo su cocina está llena de maravillosas recetas típicas de su tierra, platos y postres que le recuerdan a su infancia, elaboraciones dignas de mantenerse vivas y perdurar en nuestra memoria y nuestra mesa.
Estoy segura de que ella va a valorar la sencillez de la receta que he elegido para su aniversario y aunque no sea la más bonita ni la más vistosa ni la mejor candidata para ganar ninguno de los regalos es una receta que he preparado con todo el cariño que esta ocasión merece y se la dedico de corazón.
Además he añadido aceite de oliva, otro producto con DOP valenciano aunque siendo de Jaén y teniendo mi propia explotación olivarera vais a entender que el aceite de mi bizcocho proviene de mi cosecha propia.
Aquí soy yo la que barre para casa ¡no podía ser de otro modo!
Creo que os he contado muchas veces que en cuanto aparecen las primeras mandarinas en el mercado ya están en mi cocina.
Soy muy de cítricos y forman parte de mi alimentación desde el desayuno a la cena.
Desde que Lara llegó las naranjas están siempre en casa. En verano y en invierno porque a Lara el zumo de naranja natural le va genial para aquel estreñimiento que tantos meses duró, tantos quebraderos de cabeza nos trajo y a buen seguro más de uno de vosotros se acuerda de lo mal que lo pasé.
Pero seamos sinceros, como las naranjas, clementinas y mandarinas de temporada ¡ningunas! por eso exprimo (nunca mejor dicho) la temporada de estas frutas al máximo.
Y curiosamente no tengo muchos postres con ellas y hay que ponerle remedio porque todo lo que las lleva queda espectacular.
¿Qué os digo de este bizcocho? Si creo que las fotos hablan por sí solas.
Lo que más llama la atención es el color.
Esa superficie que se agrieta dejando entrever ese interior anaranjado me tiene loca.
Es bonito desde el aspecto al interior. Como os he dicho muchas veces me encantan estas brechas en la superficie de los bizcochos alargados y esta vez no iba a ser menos con ese bonito contraste de tonos que nos regala.
El interior es una maravilla. La naranja y el AOVE lo tiñe con un peculiar tono y le dan un sabor y un aroma ¡brutales!
Sabe a bizcocho de los de siempre. De esos que esperaban a la hora de la merienda y no quedaban ni las migas por la noche.
Y el olor impregna toda la casa (y hasta los rellanos) invitando a comer un trozo nada más sacarlo del horno (en nuestro caso, como buenos blogueros, tras la sesión de fotos)
Como veis queda una miga tierna, jugosa y muy esponjosa que se mantiene igual los (poquitos) días que dura.
Y digo poquitos porque está tan rico de verdad que es pura tentación.
Todos somos conscientes de que en la cocina y en la repostería, como en cualquier otro ámbito, estamos sometidos a modas y todos en mayor o menos medida sucumbimos a ellas y vamos probando esos postres que están tan en boga en blogs y en redes sociales.
Pero también sabemos que esas recetas tienen fecha de caducidad y pasados unos meses o unos años nadie se acuerda de ellas.
Sin embargo bizcochos como el que os traigo hoy perduran en el tiempo y gustan el día que los hagas.
Esta receta cada cual la hace como quiere. Es lo que pasa con las recetas "de toda la vida" que en cada casa se hacen de una manera, cada cual tiene su toque y no hay una variante que no sea maravillosa.
No os voy a engañar, mi madre no era muy repostera, así que no tengo una receta del bizcocho de naranja que arrastre del legado familiar.
He hecho un bizcocho mío. Soy muy fan de usar la naranja entera en las masas, pero las que usé tenían la piel muy gruesa, con mucha parte blanca y no quise ponérsela por miedo a que amargara, así que las usé enteras, sin la piel.
Pero si vosotros téneis naranjas de piel finita las podéis trocear sin pelarlas. Ya sabéis de mi gusto por aprovecharlo todo.
Es una receta sin grandes pretensiones. Nada más simple que un simple bizcocho ¿no creéis? Pero sorprende. Por su color, por su sabor, por su aroma, por su textura...
Todo lo que diga es poco. El bizcocho habla por sí solo pero deberéis animaros y dejarlo hablar en vuestros fogones ¡no os váis a arrepentir!
Como siempre os invito a un buen trozo, a ver si os pico y os ponéis con él, y mientras os cuento cómo prepararlo en casa.
Ingredientes:
* 120 gramos de azúcar
* 3 huevos
* 100 gramos de aceite de oliva virgen extra
* 1 yogur natural (125 gramos)
* 320 gramos de naranja (peso sin piel ni pepitas pero puedes usar la piel si no es gruesa y tiene mucha parte blanca )
* 16 gramos de levadura química (impulsor)
* 350 gramos de harina
Elaboración:
1. En un bol ponemos el aceite, los huevos y el azúcar y batimos hasta obtener una mezcla cremosa.
2. Añadimos el yogur y mezclamos hasta integrar.
3. Pelamos las naranjas, le quitamos la parte blanca y las pepitas que puedan tener y trituramos (también se puede sustituir por zumo de naranja sin colar la pulpa) Añadimos al bol y batimos.
4. Incorporamos la levadura química y la harina y mezclamos hasta obtener una crema lisa y sin grumos.
5. Forramos un molde con papel de hornear, vertemos la mezcla e introducimos en el horno precalentado a 180º C durante unos 50 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta en el centro esta salga limpia.
6. Apagamos el horno y dejamos la puerta entreabierta unos diez minutos, sacamos, desmoldamos y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
7. Una vez frío envolvemos en film transparente y guardamos en el frigorífico.
Para conservarlo lo que yo hago es envolverlo en film transparente cuando está completamente frío y guardarlo en la nevera.
Ya me he llevado alguna sorpresa desagradable al dejar bizcochos en la cocina, por muy envueltos que estuvieran y sinceramente tirar comida no lo llevo nada bien, por eso os recomiendo guardarlos en frío siempre.
Otra opción es cortarlo en rebanadas, envolverlas y congelarlas. Ideal si vivís solos o si no queréis desayunar cada día lo mismo.
Si os apetece visitar el resto de recetas que otros amigos han preparado para Marisa podéis hacerlo pinchando en la imagen que os llevará directamente a su blog.
Para mí es todo un placer haberla conocido en la blogosfera y haber compartido buenos y malos momentos, que de todo hay en esta vida.
A Marisa le tengo mucho aprecio y cariño y siempre aprendo muchas cosas de ella, no sólo recetas, sino también de su filosofía de vida y de la forma que tiene de afrontar el día a día.
Marisa, gracias por invitarme a formar parte de este bonito aniversario, gracias por tu blog, tus recetas y los líos en los que me dejo enredar. Espero que sigas al otro lado de la pantalla muchísimo tiempo más y que celebremos juntas muchos más aniversarios
Y al resto, que seguro más de uno forma parte de este aniversario también, os invito a visitar su blog y ver las maravillosas recetas que los amigos de Marisa le están regalando.
Gracias una semana más por seguir visitando mi cocina ¡siempre es un placer teneros entre mis fogones! Nos leemos el jueves próximo.
Manos a la masa y ¡bon appétit!
Fuente: este post proviene de Los dulces secretos de Cuca, donde puedes consultar el contenido original.
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