Estremanos el mes de febrero y la blogosfera y las redes sociales se llenan de corazones, color rojo y toda la parafernalia que procede para festejar el día más empalagoso del año.
Reconozco abiertamente que a mí este día jamás me ha gustado, ni de adolescente ni de adulta, ni con pareja ni sin ella. Nunca. Me parece una fecha un tanto cruel. (Lo del consumismo me ahorro criticarlo, porque a mí comprar me gusta)
Y cuando la crueldad alcanza su máximo apogeo es en los años de instituto cuando se repartían cartas, piruletas, corazones, flores... ¿Y qué pasa con el que no recibía nada? Es una edad complicada, afloran las inseguridades, los miedos, los complejos... habrá a quién le dé lo mismo, pero hay gente a la que le suponía un mal rato.
A mí es que todo me ha dado siempre bastante igual, pero os aseguro que durante un tiempo tuve una compañera que se rebotaba cuando en San Valentín alguna recibía flores en el trabajo y ella no. Todo muy maduro, sí.
Que yo no lo celebre no quiere decir que el ambiente no me parezca bonito, porque seguro os he contado en más de una ocasión que el rojo es mi color favorito y mejor celebrar que penar ¿no os parece?
La receta que os traigo hoy no tiene corazones ni decoración en rojo. Es una receta de aprovechamiento y con producto de temporada, pero os aseguro que es un postre divino para cualquier celebración.
Esta crema de naranja y cava surgió de la necesidad de dar salida a un resto de cava que había quedado de Navidad. En otras ocasiones había preparado muffins (también con fresas y chocolate blanco) o un bundt cake pero en esta ocasión me apetecía hacer algo diferente, que no fuera masa, ni llevara horneado...
Mientras le daba vueltas caí en la cuenta de que tenía muchas naranjas en casa y que eran muy buenas. Cuando digo muchas, digo muchas de verdad. Mi marido había traído en menos de una semana dos sacos de diez kilos de naranjas sevillanas, muy dulces, muy ricas, que casi se deshacían en la boca al comerlas...
Una maravilla sí, pero veinte kilos de naranjas a las que dar salida. Y conste que para mí no es problema comer fruta. Que la recomendación de cinco piezas al día se me queda corta, pero terminar con 20 kilos es terminar con 20 kilos.
Así que con los ingredientes claros la receta no se hizo mucho de esperar ya que me inspiré en la de la crema pastelera y os aseguro que el resultado ha sido francamente bueno.
O será que yo tengo muy buena boca, que también es cierto, pero creo que ha quedado un postre de lo más resultón que lo mismo te vale para un domingo cualquiera, que para la cena de San Valentín o para la comida de Navidad ( y así aprovechas los restos de las botellas de Nochebuena)
Cuando la preparé no tenía robot de cocina así que la hice siguiendo el método tradicional, o lo que es lo mismo ¡cazuela y al fuego! pero seguro que las que lleváis mucho tiempo utilizando aparatos seguro que la adaptáis sin problema y más fácil aún es de preparar.
Porque lo bueno de esta crema es que no se ensucian muchos cacharros y que a pesar de tener que estar pendiente de ella para removerla no se tarda demasiado en tenerla lista. Sólo hay que sacar un hueco para estar al pie del fuego y tendremos un postre sencillo, rico, y de los que se pueden preparar con antelación ¡es que lo tiene todo!
Además es una receta versátil que lo mismo funciona con naranjas que con cualquier otra fruta que tengamos en casa y que se pueda exprimir o licuar. Yo he usado el zumo sin colar dejando la pulpa, pero esto va a gusto del que cocina o del que se lo va a comer, que a veces hacemos cosas que no nos convencen para contentar a los nuestros.
También podéis cambiar el azúcar por miel o por cualquier otro endulzante. Yo no he puesto demasiada cantidad, pero las naranjas eran dulces y el cava también me resulta dulzón así que consideré que no hacía falta más. Pero vosotros debéis sopesar lo dulceros que sois en casa para ajustar las cantidades a vuestros gustos o necesidades.
La textura es cremosa y suave, creo que daría incluso para relleno de tartas, pero eso es mucho inventar sobre la marcha y tiene el punto justo entre dulce y ácido.
¿Y qué me decís del color? ¡Si es bonito a rabiar! Sin necesidad de colorantes o de retoques en el ordenador. Lo cierto es que cuando se dispone de buena materia prima los postres salen con un color y una textura inigualables ¡por no hablar del sabor!
No creo que necesitéis más razones para hacer esta crema en casa, ni siquiera la excusa de una ocasión especial porque cualquier día se merece un buen postre ¿no estáis de acuerdo conmigo?
Como es de rigor tengo reservado un tarrito para compartir con vosotros mientras os cuento cómo prepararla.
Ingredientes:
* 600 mililitros de zumo de naranja (de 5 a 6 naranjas grandes)
* 300 mililibros de cava
* 110 gramos de azúcar
* 2 huevos
* 40 gramos de harina de maíz.
Elaboración:
1. Extrimimos las naranjas y ponemos el zumo (sin colar) en una cazuela al fuego junto con el cava.
2. Mientras se calienta ponemos en un bol el azúcar, la harina de maíz y los huevos y los batimos hasta obtener una mezcla homogénea. Es posible que al principio parezca algo imposible pero os aseguro que queda perfecto en unos minutos con un poco de paciencia.
3. Cuando el zumo y el cava estén calientes sin llegar a hervir retiramos la cazuela del fuego y vamos añadiendo en un hilito la mezcla de huevos, azúcar y harina mientras batimos sin parar para evitar que el huevo se cuaje.
4. Cuando esté perfectamente integrado volvemos a poner al fuego (un fuego medio para evitar que se queme) y vamos removiendo hasta que la mezcla comience a espesar.
5. Retiramos del fuego y lo vertemos en los vasitos o boles en los que vayamos a servir.
6. Cuando estén fríos, tapamos y guardamos en el frigorífico.
Mi truco para que no se hagan burbujas y no quemarme es poner la crema en una jarra y desde ahí verter en los vasitos ¡muy fácil, cómodo y limpio!
Con estas cantidades dan para ocho vasitos de cristal como los que veis en las fotos.
Además aguanta bastante bien en el frigorífico así que no pasa nada si sobra ¡seguro que nadie se queja si se la ponéis de postre varios días!
Como es una receta de aprovechamiento vuelvo a incluirla en el reto 1+/-100, desperdicio 0 de Marisa en el que no me canso de deciros que tenéis que participar ¡o al menos pasar cada mes para haceros con un montón de deliciosas ideas para preparar en casa!
Las princesas de la blogosfera siguen creciendo. Elena no se decide a caminar sin apoyo. Agarrada a los muebles o de la mano de alguien (más bien de las dos manos) va perfectamente pero si la dejas sola...¡ay! echa la cabeza antes que los pies y así le va.
La revisión del año fue estupendamente. Seguro que ella no opina lo mismo porque la vacunaron antes de que la pediatra la viera y como iba escamada estuvo toda la revisión llorando ¡menudo berrinche! Se retorcía tanto que la pediatra fue incapaz de hacer una valoración adecuada de las caderas así que para descartar una posible displaxia le hicimos al día siguiente una radiografía.
Yo le temía bastante porque no pensaba que se fuera a estar quieta y ni siquiera suspiró. Todo está perfectamente así que una duda más que nos quitamos.
Hay madres que se toman muy a pecho cuando las derivan para hacerle la radiografía de caderas a sus hijos. Es cierto que puede impactar pero el hecho de hacerla o no no implica que haya o no un problema porque si está está, hagas o no la radiografía ¿no será mejor entonces hacerla cuanto antes para salir de dudas? Además con toda la tranquilidad de saber que el diagnóstico es en base a una prueba médica.
Ahora estamos con las miras puestas en la fiesta de cumpleaños de Lara. En realidad este año es de las dos, porque Elena es súper pequeña y como solo hay 19 días entre sus cumpleaños hemos decidido hacer una única merienda para celebrar con sus tíos y primos los dos cumpleaños. Ahí estoy planificando las cositas y espero poder hacer alguna foto para que la veáis.
Estoy intentando ponerme al día con las visitas, no llevo mucho retraso pero aún no voy todo al día como me gustaría. A ver si a lo largo de esta semana lo consigo.
Espero contar con vuestra presencia la semana próxima. Mientras tanto sed felices y disfrutad del buen tiempo que nos está brindando este mes.
Manos a la masa y ¡bon appétit!