Y trae consigo la promesa de un verano que cada vez se vislumbra más cercano en el horizonte.
Bueno, promesa, lo que se dice promesa, si miramos el calendario, porque al otro lado del cristal el tiempo es más frío que primaveral, cosa que a mí no me importa porque lo tolero bastante mejor.
Y porque sigue apeteciendo encender el horno y que su calor nos reciba en la cocina.
Con este tiempo no da pereza seguir horneando bizcochos o muffins.
En realidad a mí nunca me da porque el resultado bien merece un ratito de (más) calor.
Eso sí, los ingredientes varían según la época del año.
Ahora me apetecen sabores que anuncien el calor que está por llegar, como este bizcocho de limón, típico de Italia, que tiene un nombre que me resulta tremendamente seductor: Ciambella.
El año pasado, justo antes de que el mundo nos diera un revés en toda la cara, a mi padre le regalaron una bolsa repleta de limones recién cogidos que mi madre tuvo a bien entregarme casi intacta (dos o tres se quedó ella)
Un regalazo es. Eso no se duda.
Y un trabajazo también.
Porque a ver cómo una madre de dos monas, con un trabajo a jornada completa y partida, da salida a una bolsa repleta de limones y consigue que ninguno se ponga malo.
Tarea fácil no es, pero os puedo asegurar que lo conseguí.
La blogosfera es una fuente inagotable de inspiración pero esta vez fui a lo seguro y me metí de lleno en el blog de Mabel.
Caí enamorada tiempo ha de una receta que no se me había ido de la cabeza y a por ella me fui. La compartí con vosotros hace algo más de un año y es que esta tarta cremosa de limón bien merece la pena no sacársela de la mente.
Pero ahi no quedó la cosa. Mabel es una enamorada de los postres con cítricos (igual influye el lugar donde vive, a ver que la tierra tira mucho) y de paso me llevé conmigo la receta de la Ciambella ¡¿cómo resistirse a ella?!
Además Mabel es de gustos similares a los míos. Veo muchas recetas que recomiendan el uso de aceites de sabor suave, pero a mí me encanta el gusto que deja el aceite de oliva virgen extra intenso.
Igual influye mucho que sea de Jaén. Que toda la vida mi familia haya tenido una explotación de olivar y que esté acostumbrada al más puro AOVE.
Quizá por eso no me "sabe de más" o me pasa más desapercibido cuando lo uso en una receta. Para mí es un sabor del día a día y quizá por ello no lo noto tanto.
Pero para gustos los ingredientes, en este caso, y como siempre os digo lo importante es hacer la receta a vuestro gusto y al gusto de vuestra familia, porque si no, las cosas no funcionan.
Pocos cambios he hecho en la receta. Ella la daba en tazas, pero yo soy poco ducha en el tema y además hasta hace un mes o así no he tenido un juego de tazas y cucharas y aún no me he puesto a ello (la vida sigue sin darme) así que hice el cálculo en gramos que me apaño mucho mejor.
Y tampoco usé yogur griego. Al parecer bastante recomendable por el tema de la grasa, pero no tenía en casa y utilicé un yogur natural normal, cremosito sí, pero no como los griegos.
Creo que han sido las únicas licencias que me he permitido con respecto a su receta y el resultado me ha encantado.
No sé por qué a mí me ha quedado menos dorado el bizcocho que a ella. Los bizcochos de limón siempre se me quedan claritos, tengo ahí una espinita clavada.
Eso sí, de sabor está espectacular, así que no podéis dejar de probarlo porque es una de esas recetas que al parecer en Italia pasa de abuelas a hijas y de hijas a nietas. Un clasicazo equivalente a nuestro bizcocho de yogur, ideal para sacarte de cualquier apuro.
Como cualquier elaboración de ingredientes sencillos su éxito reside en la calidad de los productos empleados.
Un buen aceite, limón ecológico, huevos de gallinas felices... un poco de cariño...¡y el éxito está asegurado!
Parece una tontería, pero para nada lo es. Ni todos los aceites son iguales, ni todos los huevos saben igual, ni todos los limones nos regalan el mismo aroma o sabor.
Por lo demás es una receta sencilla, fácil de elaborar y que no necesita demasiado tiempo ni de preparación ni de horneado.
Uno de esos bizcochos que se hacen en un pispás mientras enredas en la cocina con otras recetas.
Y no veáis lo que se agradece cuando lo encuentras listo a la hora del desayuno o en el descanso para el café ¡nadie se resiste a un buen trozo!
El interior es tierno, jugoso y con un intenso y delicioso sabor a limón aderezado con AOVE que hará las delicias del que lo pruebe.
Se mantiene como recién horneado con sólo envolverlo en film transparente ¿se puede pedir más?
Porque a mí no se me ocurre.
Así que os invito a que llevéis esta receta a vuestras cocinas y a vuestras mesas ¡no os vais a arrepentir!
Y ahora ¿quién quiere un trozo? ¡y os cuento la receta!
Ingredientes:
* 125 gramos de yogur natural (mejor si es griego)
* 2 huevos
* 180 ml de aceite de oliva virgen extra (AOVE)
* 125 gramos de azúcar
* 1 limón
* 250 gramos de harina
* 6 gramos de levadura química (impulsor)
* Mantequilla para pintar el molde
Elaboración:
1. Rallamos la piel del limón y reservamos.
2. Exprimimos el limón y ponemos el zumo junto con el aceite, el yogur, los huevos y el azúcar y batimos hasta integrar.
3. Incorporamos la harina, la levadura y la ralladura y batimos hasta obtener una mezcla sin grumos.
4. Pintamos un molde con mantequilla, vertemos la masa e introducimos en el horno precalentado a 170º C
5. Horneamos unos 35 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta de madera esta salga limpia.
6. Sacamos del horno, dejamos reposar sobre una rejilla y desmoldamos pasados 10 minutos.
7. Dejamos sobre una rejilla hasta enfriar por completo.
Y así, casi sin esfuerzo tenemos un delicioso bizcocho de limón que nos ha permitido viajar a la bella Italia en estos tiempos que invitan a cualquier cosa menos a viajar.
Al menos a mí, que soy tan temerosa del virus.
Espero que os animéis a prepararlo ¡que os va a encantar!
Y poco más tengo que contaros. Mañana le ponen la segunda dosis de la vacuna a mi padre y la semana próxima a mi madre.
Las cosas se ven de otra manera. Seguiremos con el mismo cuidado que hasta ahora, pero con un poco menos de miedo por ellos.
Las niñas siguen bien. Este año con muchos menos catarros, casi todos derivados de los cambios de temperatura, pero ni punto de comparación con otros años. Y cuando alguno toca es bastante más llevadero que antes.
Una semana más agradezco vuestras muestras de cariño y vuestra fidelidad en este rinconcito. Sois un amor.
Espero que todos sigáis bien y os cito la semana que viene con una nueva receta en mi cocina.
Manos a la masa y ¡bon appétit!