Hoy mi cocina abre una ventana que cruza el Atlántico y nos transportamos a cualquier casa típica americana, de esas que estamos hartos de ver en las películas y series.
La entrada está decorada con calabazas de distintos tamaños, ramas y hojas del bosque cercano. Alguien incluso ha tejido una corona que reposa con digno aire otoñal en la puerta.
Nos recibe el calor del horno y los fogones con una deliciosa mezcla de olores: pavo asándose a fuego lento, el relleno listo para acompañarlo, puré de patatas, salsa de arándanos, panecillos de maíz, guiso de judías verdes, batatas caramelizadas y como colofón tarta de calabaza, pastel de nueces pecadas y también una tarta de manzana.
¿Será suficiente? ¿Habrá para todos?
La casa se va llenando de gente, ruido, algarabía, vida... Alguien avisa a gritos que comienza el desfile de Macys pero en realidad nadie presta demasiada atención a la televisión que continúa encendida.
Hay mucho trasiego preparando la mesa. Se cuentan y recuentan los sitios ¿cabemos todos? Las fuentes comienzan a salir de la cocina, la mesa de repente parece muy pequeña y empezamos a temer que no haya cabida para tanta comida en la mesa ni en las barrigas de los comensales en realidad.
Es una imagen que nos resulta familiar a casi todos y estoy segura de que la mayoría no hemos estado en Estados Unidos y si hemos tenido la fortuna de visitarlo no hemos vivido en primera persona una cena del Día de Acción de Gracias.
Pero el cine y la televisión nos llevan acercando a esta tradición tanto tiempo que a buen seguro todos nos hemos visto en esa cocina y esperábamos sentarnos a esa mesa.
La receta que os traigo hoy es también típica del Día de Acción de Gracias pero menos conocida. Yo la descubrí hace cosa de cinco o seis semanas, de casualidad, en Pinterest y fue amor a primera vista.
No uso mucho esta red social y tengo una espinita clavada. En realidad no la uso porque no la entiendo muy bien. Y no la entiendo muy bien porque no la uso. Y así sigo.
La cuestión es que me topé con este pudin, empecé a investigar por internet y estaba en mi mesa pocos días después.
Creo que es una de las recetas más perfectas para mí que he hecho nunca. Lleva calabaza y muchas especias. Damos salida a los restos de pan duro. Los ingredientes que necesitamos están en cualquier casa. La elaboración es básica, básica y además está listo en poco rato ¿de verdad os tengo que dar más motivos para prepararlo?
He hecho algunos cambios por obligación. Uno de los ingredientes es half and half, una especie de crema de leche o similar que si se puede comprar en España donde yo vivo seguro que no, así que he hecho un pequeño apaño con leche evaporada que vosotros bien podéis sustituir por nata (crema de leche), o por leche, o por alguna bebida vegetal si es de vuestro gusto.
Para bañarlo usan una salsa de caramelo que yo he sustituido directamente por sirope de toffee. Siempre os digo que no me gustan las cosas muy empalagosas pero este sirope ¡es mi perdición! A mí no me resulta fácil de encontrar (bueno, online se encuentra todo y os aseguro que soy la reina de las compras a distancia) y lo agradezco porque cuando un bote entra en casa mi báscula se echa a temblar. Es más, yo creo que hasta se esconde porque sabe que no tengo piedad.
Es mi talón de aquiles. Sé que es azúcar en estado puro, que se me escarchan las venas cuando lo como, pero caigo rendida a su sabor. Así que como tenía en casa un bote sabía que el tema de la salsa lo iba a hacer más sencillo y a usar este sirope.
También he visto que mucha gente pone nueces picadas por encima (junto con la salsa de caramelo). Como tenía remordimientos por las calorías del sirope las obvié aunque en el fondo sé que hubiera sido una opción más saludable.
En verdad tampoco he puesto mucho, que a veces soy tan exagerada que parece que quiera arrebatarle a mi hija Lara su título de reina del drama que lo obstenta casi desde que nació. No sé si recordaréis que Lara fue una bebé con muchos problemas de gases o cólicos del lactante o a saber qué fue lo que le pasó (los pediatras nunca lo tuvieron demasiado claro) pero la cuestión es que lloraba mucho y siempre quería estar pegada a mí y/o enganchada al pecho... Todo muy agobiante en realidad. Un día que empezó a lloriquear porque la dejé un segundo con mi madre le dije que era la reina del drama, cayó en gracia el comentario y se quedó con el título.
De hecho a día de hoy sigue siendo bastante dramática y con lo más mínimo ya está llorando o lloriqueando o armando drama, que la mayoría de las veces es más cuento que otra cosa. Por eso va a ser siempre mi Drama Queen.
Volviendo a la receta os cuento que este pudin es la alternativa a la tarta de calabaza tradicional. Se dice, se cuenta, se rumorea que hay a quién no le gusta la pumpkin pie y sin embargo adora este pudin. Ya se sabe para gustos los colores (o los sabores como en este caso)
En los inicios del blog preparé la tarta de calabaza y nos gustó mucho. Quiero repetirla, mejorar las fotos y quién sabe si la receta. Comparo muy de recuerdo ambas recetas y os digo que a mí me gustan por igual, sería incapaz de decantarme por una sola.
Pero este pudin se convierte en el niño de mis ojos al ser una receta tan de aprovechamiento.
Advertiros que cuando partí el pan el molde se llenó hasta arriba, pero cuando vertí los ingredientes líquidos y mezclé empezó a reducir y cuando salió del horno llenaba como la mitad de la fuente. Con ello no os invito a que hagáis pudin para todo el barrio, sólo os lo cuento para que no os asustéis si os parece mucho porque después queda en menos de lo que pinta.
Si os gusta la calabaza os invito encarecidamente a que lo preparéis ¡estoy segura de que os va a encantar! Yo creo que habla por sí solo, porque conmigo fue un flechazo en toda regla y espero que alguno de vosotros caigáis también rendido.
¡Vamos a por la receta!
Ingredientes:
* Pan duro. Yo he usado algo más de una barra.
* 500 gramos de calabaza asada
* 500 gramos de leche evaporada
* 250 ml de leche
* 150 gramos de azúcar moreno
* 4 huevos
* 2 cucharaditas de canela en polvo
* 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
* 1/2 cucharadita de jengibre rallado
* 1/2 cucharadita de pimienta molida
* 1/2 cucharadita de nuez moscada rallada
* 1 cucharada de mantequilla
* Sirope de toffee o salsa de caramelo.
Elaboración:
1. Partimos en trocitos el pan duro y reservamos
2. Pintamos con mantequilla el fondo y los laterales de la fuente que vayamos a utilizar y ponemos los trozos de pan duro. Yo recomiendo no volcarlos del bol donde los hayamos partido para evitar que todas las migas caigan en la fuente y después queden flotando.
3. En un bol amplio ponemos la calabaza asada, los huevos, el azúcar, la leche evaporada, la leche y la especias y batimos hasta obtener una crema lisa y sin grumos.
4. Vertemos sobre el pan duro, procurando que todos los trozos queden mojados. Si es necesario mezclamos ligeramente con ayuda de una espátula y dejamos reposar unos cinco minutos para que el pan se empape bien.
5. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos unos 40-45 minutos hasta que veamos que el pudin ha cuajado
6. Dejamos enfriar sobre una rejilla.
7. Cuando esté templado bañamos ligeramente la superficie con sirope de toffee o salsa de caramelo.
Como os comentaba es una receta sencillísima, con ingredientes de andar por casa y el resultado no puede ser más espectacular.
La casa se llena de un delicioso aroma a calabaza y especias mientras se hornea y es complicado resistirse a este pudin en cuanto sale del horno.
A mí me ha conquistado y le estoy dando vueltas a repetirlo incluyendo algunos ingredientes que pueden combinar bastante bien. Ya sabéis que en casa de bloguera pocas recetas se repiten porque siempre hay que ir preparando material nuevo para seguir publicando amén de que si preparase todos los dulces que quisiera acabaríamos redondos (mi costillo empieza a estarlo ja ja ja) pero este pudin tiene que volver a mi horno ¡y a mi cocina virtual!
Al ser una receta de aprovechamiento va directamente al reto de mi amiga Marisa 1+/-100, desperdicio cero del que os he hablado un millón de veces y no me canso de invitaros a conocer y formar parte activa del mismo. Este mes lo tengo un poco abandonado y no puede ser porque ya sabéis que soy muy de recetas de reciclaje.
Mis peques siguen creciendo. Elena comienza a gatear más que a arrastrarse por el suelo. Ya se sienta, se tumba, se vuelve a sentar... ella solita y sin darse grandes golpes contra el suelo. Le está pillando el gusto a ponerse de pie, pero no echa un paso, tiene más bien un pie mirando para un lado y poca fuerza aún en las piernas.
Este fin de semana ha estado regular, especialmente el sábado que no quería estar en ningún sitio, ni siquiera en brazos y se ponía a llorar sin motivo aparente. Pensamos que puede ser por la dentición, porque no ha tenido síntomas de ninguna otra cosa, pero puede ser símplemente que hayamos tenido un mal día y nada más.
Lara sigue escribiendo y aprendiendo las letras a una velocidad que a mí me deja con la boca abierta, pero mejor que vaya por delante a que vaya por detrás ¿no? Tampoco se portó demasiado bien el sábado que mi hermano celebró su cumpleaños. Quería comer chocolate y más chocolate y no atendía a razón alguna. Algunos igual recordáis lo mal que lo pasamos con su estreñimiento durante algo más de un año y llevamos el tema mucho mejor desde que le quitamos el pañal, lo que no quita que de vez en cuando nos llevemos algún mal rato.
Ni recordándole que los reyes la están viendo (muy retorcido, lo sé) conseguía que dejara de insistir una y otra vez en seguir comiendo cosas con chocolate. Evidentemente ha pasado unos días estreñida, pero le tira el chocolate cosa mala.
Y nada más por hoy. Con esta receta cierro el mes de noviembre en mi cocina y la semana próxima comienzo con las recetas navideñas que queramos o no la tenemos a la vuelta de la esquina y habrá que ir cogiendo ideas.
Disfrutad del fin de semana, sed felices y os espero la semana próxima en mi cocina.
Manos a la masa y ¡bon appétit!