6 rodajas de calabaza alargada, 3 lonchitas de queso fresco o queso Feta, 4 tomates pelados, 1/3 de cebolla, 1 diente de ajo, orégano, hierbas provenzales, parmesano rallado, sal y aceite.
La parmesana es una receta que se presta a tantas variantes (aquí podéis leer la versión con calabaza y mozzarella) y usos de verduras (aquí la clásica con berenjena) o la próxima que voy a preparar, con calabacines. En principio, mi idea, era prepararla con el queso Feta (el queso Grieco) que pienso mejor contraste con el dulce de la calabaza, pero no encontrando el producto, opté para un queso fresco, de estos que se funden enseguida.
Precalentar el horno a 170º. Cortar 6 rodajas de calabaza de 1 cm de grosor. Disponer en una bandeja de horno, con una hoja de papel albal untada de aceite y salar.
Hornear durante media hora aprox. Mientras tanto, en un cazo, poner 2 cucharadas de aceite, la cebolla y el ajo entero y una pizca de orégano. Cuando empieza a sofreír, añadir el tomate pelado troceado.
Salar y a fuego suave, seguir cocinando durante 15 minutos, hasta que el líquido del tomate haya evaporado y la salsa se haya quedado más densa. Cuando la calabaza esté lista, sacar del horno y con la ayuda de un cuchillo, quitar la piel externa. Empezar a montar la parmesana: espolvorear la calabaza con una pizca de hierbas provenzales, disponer una capa de salsa, parmesano rallado y el queso.
Repetir la operación, formando una torre de tres rodajas de calabaza por monoporción. Por último, poner antes el queso.
Cubrir con tomate, parmesano rallado y orégano.
Hornear durante 5-6 minutos a 170º. Sacar.
Emplatar con aceite en crudo, parmesano rallado y orégano.
Recomiendo un vino blanco seco o un cava frío.
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Pier