Hoy escribo el primer post de 2018 y no sólo por eso es una entrada especial, sino también porque con ella participo en el reto Cocina de película del blog Dulces Helens.
Hace un par de semanas, recibí el correo de que era mi turno de escoger la película en la que los bloggers que participamos en el reto, nos inspiraríamos para nuestras creaciones de enero. ¡Qué privilegio! Lo pensé mucho, y las películas que se me ocurrían ya habían sido seleccionadas, y sin embargo una voicesita en mi interior no me dejaba tranquila ¡Harry Potter! Bueno... cedí al impulso, lo siento, soy fan y ahora he arrastrado en mis frikadas a unos cuantos compañeros. Y es que no puedo dejar de pensar en las posibilidades de ese carrito de los dulces que se paseaba por el expreso, o el banquete de recepción del gran comedor, ¿o qué me dicen de el pastel de cumpleaños de Hagrid para Harry? Las bebidas mágicas, los dulces, las grajeas, los pastelillos, había un sin fin de posibilidades y no me pude resistir.
Yo hice unos calderos de chocolate rellenos de menta, donde se esta cociendo una rana.
Ingredientes (8 cupcakes):
2 huevos
1/4 taza de aceite
1/2 taza de leche
1/2 taza de azúcar
1 cucharadita de royal
3 cucharadas de chocolate en polvo (del que se usa con la leche)
1 taza de harinaBatí todos los ingredientes, los puse juntos en un traste grande y los mezclé hasta que se integraran bien. Realmente no hace falta batir demasiado porque hay muchos líquidos y no dan mucho problema. Ponemos en caparacillos y horneamos a 180° durante 15 minutos, no olviden hacer la prueba del palillo porque cada horno es diferente. Recién sacados sin dejar que se enfríen, tomé un vasito tequilero y con él hice presión para que se hiciera como una cunita, que rellene con crema batida, la cual coloqué en el procesador de alimentos (seis cucharadas super copeteadas), con una bolsa de chocoretas, de tamaño individual y como no se pintaba de verde puse colorante.
Con mi batido verde rellene los cupcakes y los metí al congelador hasta que tuviera una consistencia como de helado, osea por tres horas. Luego les puse chispas de confitería en color verde y adorne con unas graciosas ranas de plástico verdes, obvio no comestibles, jeje.
Es como si los chicos en clase de pociones se pusieran a hacer infusión de rana, no se preocupen, que no se las han comido, por ello están tan sonrientes, digamos que solo les dan un cálido baño para que ellas se relajen y nosotros tengamos la esencia necesaria para montones de pociones muy divertidas. ¿Les gusta la idea?
Muchas gracias por leerme y espero que tengamos un año muy creativo y que no me dejen sola en estas andanzas. Besos y abrazos virtuales.
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