Ingredientes
8 tomates medianos partidos en cuartos
1 cebolla mediana picada
3 cucharadas de azúcar de caña (ver comentarios)
1 cucharadita de garam masala
1 cucharadita de jengibre molido
175 mL de vinagre de malta (ver comentarios)
1 cucharadita de sal
1 cucharada de miel
yogur natural, menta fresca y guindillas verdes para decorar (opcional)
Comentarios
En función del tipo de tomates (yo he usado de rama) y el estado de madurez, el chutney quedará más o menos deshecho, pero lo importante es el sabor.
La receta original usa vinagre de malta, que combina el sabor del vinagre con un toque alimonado. Si como en mi caso no encuentras el vinagre de malta, lo puedes sustituir para esta receta por 125 mL de vinagre de manzana suave y el zumo de un limón. Tendrás que ir probando el chutney a medida que reduzca para ir rectificando la acidez con más azúcar, ya que la cantidad aquí indicada puede no ser suficiente al utilizar otro tipo de vinagre. El chutney tiene que combinar el dulzor con la acidez pero sin resultar demasiado avinagrado y desagradable.
Este chutney se conserva bien en un bote cerrado en la nevera durante un par de semanas, pero también lo puedes congelar.
Preparación
1. Pon los tomates y la cebolla en una cazuela.
2. Añade el azúcar, garam masala, jengibre, vinagre de malta (o de manzana + zumo limón), sal, miel.
3. Pon la mezcla a fuego lento medio tapada durante unos 20 minutos, revolviendo de vez en cuando para evitar que se pegue al fondo.
4. Aplasta los tomates con un tenedor y sube un poco el fuego sin tapa para que vaya engordando el chutney. Ve rectificando con sal y azúcar hasta conseguir un sabor agridulce agradable al paladar.
5. Pasalo a una fuente y déjalo enfriar, cúbrelo y guárdalo en la nevera hasta que lo vayas a servir.
6. En el momento de servirlo, sácalo de la nevera, ponle encima una cucharada de yogur, unas hojitas de menta y unos aros de guindilla verde (opcional).