Si hay un frosting por el que MA-TO es por el de queso...
Sí, lo sé, lo he repetido por activa, por pasiva, por hiperactiva y por hiperpasiva.
Pero es que aún me alucina que alguien como yo, que rechaza el 90% de los quesos (sólo acepto los suaves y es imprescindible que estén fundidos!), sea capaz de rebañar y rebañar el bol de frosting hasta que no quede nada.
Palabrita de adicta!!
Y por eso, como buena quesera a tiempo parcial, cada vez que me ha tocado hacer este frosting (y han sido muchas!) he ido indagando un poco por allí, un poco por aquí.
Al final he descubierto varias cosas...
Primero, que no me gusta que el frosting tenga ni el más ligero regustillo a la sal del queso de untar. Nada de nada de nada.
Por ejemplo, la receta de Miette lleva muuuucho queso y muy poco azúcar y aunque había leído buenas opiniones, al probarla la tuve que descartar sí o sí. ¡Demasiado queso para mí!
La segunda cosa que he descubierto es que lo mejor de un frosting es que parezca que no está. A pesar del azúcar o de la mantequilla, lo que busco es que sea taaaan ligero que no se tenga la sensación en ningún momento de "morderlo" (puaaaaj!!).
Vale, esto último hace que tengamos que descartar casi por completo la manga pastelera... pero para eso ya tenéis este frosting de queso con una consistencia perfecta para decorar al que, por cierto, tampoco hay que hacerle ascos.
Pero la receta de hoy va más allá... y os aseguro que es lo mejor que le podéis añadir como relleno o cobertura a una tarta, layer cake, cupcakes o lo que se os ponga por delante!
Avisad@s estáis ;)
CREAM CHEESE FROSTING PERFECTO
(tarta de 3 pisos de 15 cm. de diámetro)
Ingredientes:
- 200 gr. de queso de untar (tipo Philadelphia)
- 175 gr. de azúcar glass
- 155 gr. de mantequilla sin sal a punto de pomada
Antes de empezar, es muy importante que la mantequilla esté a punto de pomada. Es decir, que al presionar ligeramente con el dedo, ceda y se hunda un poco.
Si no está en este punto, la meteremos en tandas de unos 5 - 10 segundos en el microondas para quitarle el frío pero sin que llegue a derretirse.
A continuación, tamizamos el azúcar glass y lo incorporamos al bol de la batidora. Añadimos la mantequilla ablandada y empezamos batiendo a velocidad baja - media. Cuando el azúcar ya no esté suelto, aumentamos la velocidad al máximo para que los ingredientes se integren por completo.
Bajamos las paredes con una espátula de silicona y repetimos este paso las veces que sea necesario hasta que la mezcla sea completamente homogénea y tenga un color más blanquecino.
Añadimos el queso de untar y batimos de nuevo a velocidad alta hasta que se integre por completo y la textura del frosting sea muy ligera y cremosa.
¡Y ya lo tenemos!
Es una receta muy muy sencilla, pero veréis que el resultado es simplemente espectacular!
La textura... el sabor... toooodo es increíble!
Y encima combina con un montón de bizcochos, entre ellos los grandes clásicos como el Red Velvet... el Guinness Cake... o el Carrot Cake!!
De este último ni me molesto en enlazar la receta antigua porque como podéis imaginar por las fotos... ¡¡tengo una receta mejorada!!
En serio, muy muy mejorada. Más jugosa. Muchíííísimo más jugosa.
Tanto tanto tanto que la combinación del frosting y el bizcocho desaparecen en un momento de la boca casi casi sin que una se entere... y claro... hay que comerse otro trozo... y otro... y otro...
Así que por favor... ¡¡¡¡POR FAVOR!!!!
La receta de Carrot Cake la publicaré el lunes 22, ¡siento el retraso!! Pero aún con los dos días de diferencia seguirá estando bueníííísima ;)
Y ya me callo...
¡¡¡Pero hacedlooooooooo!!!
Y ya me contaréis cuando tengáis toooodos los morros llenos de frosting y os estéis rechupeteando los dedos! ;)
Un besazo y ¡¡hasta mañana!! También puedes seguirme en...