Con la llegada del calor, dejamos atrás los platos calientes de cuchara que nos han acompañado durante los fríos meses de invierno y damos paso a otros más refrescantes que nos ayudan a paliar las altas temperaturas. Sin duda, es el tiempo de las ensaladas.
Relacionadas con los regímenes, se han mostrado durante mucho tiempo como platos aburridos y carentes de sabor. Sin embargo, han dado un paso más introduciéndose en las cartas de los mejores restaurantes y sorprendiendo a todos con su versatilidad, valor nutritivo y excelente sabor.
El ingrediente más relacionado
La lechuga es el primero que nos viene a la cabeza al evocar la ensalada, aunque son muchas y variadas las hojas que podemos emplear en su elaboración. Son muy saludables ya que aportan a nuestro organismo fósforo, hierro, calcio, potasio, ácido fólico y vitaminas A, E y C. Os presentamos algunas de ellas:
Lechuga romana: es la clásica. Todas sus propiedades se aprovecharán al máximo si la consumimos lo más fresca posible.
Lechuga iceberg: más redonda que la anterior, destaca por encajar en cualquier tipo de ensaladas. Se presenta en hojas que se superponen en capas y que tienen una textura crujiente.
Lechuga francesa: es más dulce y tierna que las otras variedades.
Cogollos: son dulces, por lo que se recomienda acompañarlos de alimentos de sabor fuerte, como las anchoas.
Escarola: muy demandada, sobre todo para crear ensaladas tradicionales con tomates y cebolla. Posee un gusto amargo.
Hojas de roble: podemos degustarlas rojas o blancas. Crujientes y dulzonas, se recomiendan para ensaladas que contengan carne o pescado.
Rúcula: procedente de Italia, exige el aliño de aceite de oliva y se suele mezclar con queso y nueces troceadas.
Endibias: de sabor bastante amargo, su complemento ideal son los quesos azules. Las podemos encontrar blancas y en tonos violáceos.
Achicoria: especialmente indicada para ensaladas de mariscos o ensaladillas rusas. Otorga un matiz ácido.
Es muy importante que, a la hora de comprarlas, comprobemos su firmeza, ya que, si no, se nos estropearán enseguida. Podemos adquirir las piezas frescas y solas o envasadas, que además pueden mezclarse con hojas de otras variedades en la misma bolsa. Se les estima una media de quince días en la nevera y, antes de cocinarlas, las lavaremos muy bien con agua fría y las escurriremos.
Suelta tu imaginación
De esta manera conseguirás preparar nuevas ensaladas e ir alternándolas, ya que cualquier ingrediente será bienvenido a este refrescante plato. Las más comunes son las mixtas -lechuga, tomate y cebolla, a la que se puede añadir atún-, las de pasta -siendo ésta la protagonista y acompañándola al gusto de cada uno- y la ensaladilla rusa -patatas, huevos duros, zanahoria, guisantes y atún son un ejemplo de lo que le podemos añadir, todo ello aderezado con abundante mayonesa-.
Pero no todo se reduce aquí, hemos de recordar que cualquier ensalada es tan variada como nosotros elijamos, ya que está libre de reglas y todos los ingredientes tienen un hueco. Podemos elaborar ensaladas de frutas, de arroz, de mariscos o legumbres, entre otras.
El toque final o gusto lo confiere el aliño que, aunque muchas veces lo reducimos a la simple combinación de aceite, vinagre y sal, ofrece una gama mucho más amplia que aportará a tus ensaladas el toque justo que necesitan en cada momento: vinagreta, finas hierbas, salsa de mostaza, de queso, de yogur, fina o césar son algunas de las que podemos emplear para aderezarlas.
Al poder alternar los ingredientes a nuestro gusto, las propiedades nutritivas varían de una a otra ensalada enormemente. Lo importante es seleccionar alimentos de buena calidad, que las frutas y las verduras sean frescas, y combinar ingredientes que presenten diferentes propiedades, para que el resultado sea un plato cargado de todos los elementos nutricionales necesarios.
Recetas de ensaladas:
Ensalada de patatas
Ensalada básica
Ensaladilla rusa
Ensalada de pollo a la mostaza
Ensalada de tomates a las hierbas
Ensalada con tofu y nueces
Ensalada de ahumados
Ensalada de alcachofas
Ensalada de lentejas
Ensalada de farfalle con queso de cabra