Algunas veces, en el supermercado, me adentro en la sección internacional y me da por probar productos de otros países. Ya sabéis, por innovar. Una vez decidí “bichear” por la gastronomía italiana, más allá de la pasta y encontré unos dulces riquísimos. Así fue como conocí la receta que os traigo hoy, son las famosas galletas Florentinas.
En realidad son unas galletas que nos encanta a mi madre y a mí, ya que son muy ligeras. Obviamente existen multitud de recetas. Sin embargo, yo me decanté por esta, que me pareció muy sencilla.
INGREDIENTES:
50g de mantequilla.
100g de azúcar.
100g de azúcar moreno/ miel (opcional).
50g de nata (crema de leche).
1/4 de cucharadita de bicarbonato.
Extracto de vainilla.
Almendras.
Arándanos.
200g de chocolate.
1º. Sobre una sartén fundimos la mantequilla con los dos azúcares. Tenemos que hacerlo a fuego lento y que poco a poco se vaya creando como una especie de caramelo.
2º. Mientras ponemos a calentar el horno a 180º por arriba y por abajo. Una vez tengamos la mantequilla fundida, vertemos sobre ella la nata (crema de leche), la cucharadita de bicarbonato y el extracto de vainilla. Al final obtendremos como una salsa caramelo marrón. Sobre ella verteremos, por último, las almendras y los arándanos. No he puesto cantidad en estos últimos ingredientes, porque tenéis que echar tantas almendras y arándanos como sean necesarios. Es decir, hasta que no quede ni rastro del caramelo.
3º. Finalmente, ayudándonos con dos cucharas iremos haciendo la forma de las florentinas sobre una bandeja de horno previamente forrada. Tenemos que hacerlas lo más finas posibles y con forma de círculo. Nos podemos ayudar con moldes también.
4º. Las metemos en el horno y esperamos entre 15 y 20 minutos. Después, dejamos que se enfríen en una rejilla, mientras vamos fundiendo el chocolate. Luego bañamos la base de las galletas en él y dejamos que se solidifique. De esta forma ya tendremos listas nuestras galletas Florentinas.
Además, os las podéis llevar para merendar o como se dice ahora: take away. Yo opté por meterlas en una lata de galletas y llevarme mi café en mi taza portátil de Mr. Wonderful, regalo de Reyes de mi queridísima hermana. ¡Me encanto! Y se nota, porque he buscado una excusa para enseñárosla, ¡jajaja!
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