No es posible conocer con exactitud el origen de los frisuelos, aunque se cree que su nacimiento puede ser tan antiguo como la harina, ya que es su ingrediente principal juntos a los huevos y la leche.
Son típicos de León y algunas zonas de Asturias.
Curiosamente, la palabra aparece mencionada por primera vez en negro sobre blanco en el Antiguo Testamento de la Biblia, sin embargo, se desconoce si hacía alusión concreta a esta elaboración.
La receta fruta de frisuelos, aparecida en el libro Arte de Cozina, Pasteleria, Vizcocheria y Conserveria en 1611, constituye la primera referencia conocida que sí está relacionado con este postre.
El escritor y gastrónomo José Antonio Fidalgo, explicar que etimológicamente, la palabra frisuelos deriva del latín Frixium y Friseolum.
Cómo hacer frisuelos de la abuela de León
Realmente, los frisuelos no dejan de ser a efectos prácticos unas filloas o crepes, con la salvedad de que algunos cocineros añaden alguna bebida espirituosa a la mezcla, pero ni siquiera existe un consenso sobre su uso.
Este tipo de recetas populares suelen desplegar tantas versiones como cocineros se han atrevido alguna vez a realizarlas.
Los vaqueiros, a menudo conocidos también como frisuelos, muy típicos del sur occidente asturiano, se parecen más una rosca de churros que a un crepe, pese a que la masa, a diferencia de la de los churros, no va previamente cocida.
En cualquier caso, los frisuelos que ocupan estas líneas, tienen que ver con esa masa flexible y delgada, que se suele preparar en su versión dulce, sin ningún tipo de agente leudante, de manera similar a un crepe, aunque prescindiendo de la mantequilla en la masa.
Resultan especialmente ricos a la par qué sencillos, y pueden acompañarse con multitud de dulcerías. ¡Te enseño cómo hacerlos!
Ingredientes:
Leche entera 500 g.
Huevos M 4 unidades
Harina floja 200 g.
Azúcar blanquilla 30 g.
Ralladura de 1 limón
Pizca de sal
Mantequilla o aceite para untar la sartén
Elaboración:
Batiremos los huevos con una pizca de sal, el azúcar y la ralladura de limón. Es importante que al rallar el limón no nos llevamos por delante el albedo, esa parte blanca que se encuentra bajo la piel y otorgaría un desagradable sabor amargo a la mezcla. Lo mejor para realizar esta tarea es un microplane, que ofrece una ralladura fina y delicada, cortando en lugar de triturar o romper la capa.
Para batir la mezcla, emplearemos una varilla, preferiblemente eléctrica, aunque no es imprescindible. Más adelante, si lo consideramos oportuno, podemos terminar de homogeneizar la mezcla con un túrmix, consiguiendo una perfecta integración de todos los ingredientes. Seguidamente, tamizaremos la harina sobre los huevos y volveremos a batir hasta verla disuelta por completo, sin grumos.
Finalmente, verteremos la leche y mezclaremos, obteniendo una mezcla líquida y suave, que refrigeráramos correctamente filmada durante al menos 30 minutos, permitiendo la máxima hidratación de la harina. Así conseguiremos una consistencia menos fluida y un sabor a harina imperceptible. Con estas medidas deben salir al menos 20 frisuelos, o sea, merienda o postre para al menos 10 personas.
Transcurrido el tiempo, colocaremos una sartén antiadherente al fuego. En el mercado podemos encontrar sartenes creperas ideales para dicha tarea. Con un pincel, o en su defecto, un trozo de papel de cocina, pondremos una ligera pátina de grasa en el fondo de la misma, que puede ser aceite de oliva virgen extra, incluso hay quienes untan grasas animales, como mantequilla, manteca de cerdo o panceta.
Personalmente he empleado una sartén de 24 cm. de diámetro. La pondremos a fuego vivo, casi hasta que humeé. Colocaremos con un cucharón o cacillo pequeño, una ínfima cantidad de masa, que debe cubrir como un velo toda la superficie, creando una capa no superior a 1 mm. Esta es la parte más delicada, controlar con exactitud la cantidad de masa y la temperatura de la sartén.
Al observar burbujas en la cara superior, le daremos la vuelta ayudándonos con una lengua o tenedor. Si nos vemos motivados, y la sartén es ligera y con un antiadherente en plena forma, podemos animarnos a voltearla con un golpe de muñeca en el aire. Mantendremos el fuego al máximo, aunque está permitido bajarlo si la sartén se caliente en exceso.
Iremos repitiendo el proceso. Primero pintaremos con alguna grasa, y después añadiremos una pequeña porción de masa. Los frisuelos, a diferencia de los crepes, suelen cocinarse un poco más, pues tradicionalmente se han venido haciendo en cocinas de leña, donde es más complicado ejercer control sobre la temperatura. Los cocinaremos hasta conseguir que los bordes queden bien tostados.
Los amontonaremos todos en un plato, e iremos sirviendo al gusto. La manera más sencilla de presentarlos, es junto a un poco de azúcar blanco espolvoreado, aunque también se llevan bien con mermeladas, frutas ricas en azúcares como el plátano, o un coulis de chocolate. Como mencionaba, algunos incorporan 100 ml. de anís o coñac en la masa, suficiente para saborizar y aromatizar los frisuelos.
¡Qué aproveche!
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