Gran parecido tienen también con los frixuelos asturianos, y si se quiere, con las tortitas, aunque estas, dejando entrever el carácter de los americanos, son mucho más gruesas y esponjosas, puesto que hacen uso de un gasificante.
Los crepes pueden ser dulces o salados, en función del relleno que elijamos. Para evitar confusiones, señalar que también se admite el femenino, las crepes, del francés crêpe.
Consiste en una masa muy fina, casi transparente, que dibuja una forma redonda. Esta se prepara con harina de trigo floja, mantequilla, leche, huevos y sal.
Todos estos ingredientes se mezclan y dejan reposar unos minutos. Posteriormente, se unta una sartén crepera, generalmente con un poco de mantequilla, y se van añadiendo pequeñas porciones de masa.
Desde este momento, entra en juego la pericia y experiencia del cocinero, para dar lugar a unos crepes delgados, ricos y ligeramente dorados.
El origen de esta receta es bien conocido, y se sitúa en la región francesa de Bretaña, justo al oeste del país.
En el siglo XIII, se hicieron muy conocidos los krampouezh, que pueden traducirse literalmente como crepes.
Las primeras recetas incorporaban trigo sarraceno, abundante en la región debido al clima favorable. Aprovecho para decir, que el trigo sarraceno puede ser una alternativa válida para elaborar estos crepes de chocolate en caso de que nosotros o alguno de nuestros familiares sea intolerante al gluten.
La magia de los crepes reside en su versatilidad, adaptándose a multitud de supuestos, tanto dulces como salados.
Una de las recetas más populares, es la de crepes con salsa Suzette. El origen de esta receta, como tantas otras veces ocurre, se debe a un fortuito accidente.
Cuentan con un cocinero derramó un poco de licor Grand Marnier sobre unos crepes, llegando a incendiarlos. En restaurantes y hoteles de muy alto postín, aún se siguen sirviendo en los desayunos, muchas veces acompañados de un espectáculo de cocina en vivo.
Ingredientes:
Huevos M 2 unidades
Leche entera 500 g.
Mantequilla 50 g.
Cacao en polvo 40 g.
Harina 260 g.
Sal 5 g.
Elaboración:
Batiremos los huevos con la leche y una pizca de sal. Poco a poco iremos tamizando la harina junto al cacao sobre la mezcla, al mismo tiempo que removemos con un tenedor o varilla, evitando así que queden grumos. Añadiremos la mantequilla en pomada, y en caso de ser necesario, homogeneizaremos la mezcla con ayuda de túrmix, logrando una masa de consistencia bastan líquida.
Dejaremos reposar la masa. Filmaremos el bol y lo introduciremos en el frigorífico. Al sacarlo, la masa habrá espesado un poco. Mientras tanto, iremos calentando una sartén crepera, que suelen estar fabricadas en aluminio antiadherente, y se encuentran disponibles en varios diámetros. En caso de no tener o querer adquirir una, emplearemos la sartén más nueva de nuestra batería.
La untaremos ligeramente con un trozo de mantequilla, y la pondremos a fuego vivo. Cuando se haya derretido, quitaremos el exceso con un papel de cocina, dejando una fina pátina de grasa. Removeremos la masa con una cuchara para disolver la harina que haya decantado en el fondo, y con un cacillo o cucharón cargaremos una pequeña cantidad de masa y la verteremos en la sartén.
Esta cantidad da para unas 24 raciones, dato de importancia para que te hagas una idea de la ínfima proporción de masa que debes agregar. Inmediatamente después de verterla, con un giro de muñeca, iremos repartiendo la masa por toda la superficie. Mantendremos el fuego al máximo, y tras observar unas pequeñas burbujas en la cara superior, le daremos la vuelta con cuidado.
Para esta operación, si todavía no nos vemos capaces de darle el giro en el aire, podemos usar un tenedor o lengua, lo que mejor nos venga. En caso de que la sartén humeé demasiado, es el momento de bajar un poco el fuego. La coceremos por el otro lado hasta obtener un ligero y apetecible color dorado. Repetiremos la operación untando la sartén con mantequilla.
Continuaremos así hasta ver agotada toda la mezcla. Es importante tener en cuenta la temperatura de la sartén, que debe ser muy alta en todo momento. El grosor de los crepes, debe ser poco más que el de un folio, casi como una servilleta, dúctil y maleable con facilidad. Las iremos amontonando todas, y finalmente espolvorearemos con un poco de azúcar glas.
Existe infinidad de maneras de acompañar estas crepes. Cualquier mermelada le vendrá fantásticamente bien, al igual que ciertas frutas, como la fresa o el plátano. La nata (crema de leche) también promete combinar perfectamente con estos crepes. El helado o culis sirven del mismo modo para enriquecer este postre. Eliminando el cacao y sumándole la misma cantidad de harina, tendremos unas crepes saladas.
Como alternativa, nosotros hemos preparado también una versión con ganache de chocolate, prescindiendo del cacao en la masa. Otro enfoque que puede resultar más atractivo para algunos. En la receta del brazo de gitano de chocolate os enseño a preparar esta ganache. Recuerda que para esta receta no necesitarás enfriarlo posteriormente.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta Crepes de chocolate así como otros muchos postres caseros en la web de MEJOR POSTRE.