Hoy, en cualquier caso, vamos a ver cómo podemos hacer el clásico y tradicional tiramisú de la abuela.
Detengámonos unos instantes a escrutar este tradicional postre diseccionando todas sus partes; consigue conjugar en perfecta armonía capas de bizcocho empapado en rico café, alternándose con capas de crema de queso mascarpone.
Desde luego, si alguien creara hoy un postre como el tiramisú de la abuela se consideraría alta cocina.
Por mucho que los italianos se empeñen, siempre tan chovinistas, el tiramisú acepta diferentes formulaciones y técnicas, así como reinterpretaciones más o menos atrevidas, como por ejemplo, el tiramisú de limón que hicimos hace poco.
Probablemente, es el postre más famoso de toda Italia, tanto dentro como fuera de sus fronteras, disputándose su invención entre dos territorios del norte del país: Friuli-Venezia Giulia y Véneto.
La traducción literal al castellano viene a decir algo así como “levántame”, alegoría a su alto aporte calórico.
Algunos se empeñan tozudamente en señalar que el tiramisú es un postre con orígenes antiquísimos, pero la realidad, aún más terca, nos indica lo contrario.
Seguramente, surgiera a mitad del siglo XX, momento en el que comenzamos a tener testimonio escrito de su existencia. En torno a él han ido surgiendo multitud de mitos, desde el que apunta a un origen noble, hasta los que sin sonrojarse afirman que este postre afrodisíaco surgió en los burdeles de Treviso.
Para ser honesto, lo más seguro que es se incubara en el restaurante Alle Beccherie, durante el trascurso de los años 60, a manos del pastelero Roberto “Loly” Linguanotto.
Con todo, existe una controversia que, como decía antes, enfrenta a dos regiones, habiendo quien defiende que fue un invento del hotel Roma, regentado por Norma Pielli, a principios de los años 50.
Sea como fuere, el tiramisú se encuentra más vigente que nunca.
Cómo hacer un tradicional tiramisú de la abuela italiano
Existe un consenso ampliamente aceptado en Italia sobre lo que tiene que incluir un tiramisú: azúcar, huevos, queso Mascarpone, café, cacao amargo y bizcocho Savoiardi, los cuales se pueden emborrachar ligeramente con algún licor.
No obstante, antaño, el queso Mascarpone no era un imprescindible de la receta, uniéndose al elenco principal años más tarde.
Hoy elaboraremos el auténtico tiramisú de la abuela, tradicional, con ingredientes cuidadosamente seleccionados y una técnica genuina.
Ingredientes:
Azúcar blanquilla 120 g.
Huevos 4 unidades
Bizcochos de soletilla 400 g.
Café expreso 400 ml.
Agua mineral 100 ml.
Queso Mascarpone 500 ml.
Cacao en polvo
Cointreau 1 cucharada
Elaboración:
A efectos prácticos, los bizcochos de soletilla y los savoiardi, son la misma cosa. En España lo habitual es encontrarlos bajo el nombre de bizcocho de soletilla, que no deja de ser un bizcocho ligero al uso cubierto por una fina capa de azúcar. Comenzaremos incorporando las yemas junto a la mitad del azúcar en un bol, batiendo enérgicamente hasta blanquearlas por completo.
Esto nos llevará unos 5 o 10 minutos, en función de si usamos varillas manuales o eléctricas. Sabremos que está en su punto óptimo, cuando la yema presente un color menos saturado y las burbujas comiencen a copar la superficie. Seguidamente, añadiremos el queso Mascarpone a temperatura ambiente, batiendo nuevamente con fuerza para integrarlo por completo.
En otro bol agregaremos las claras y el azúcar restante, poniéndolo a punto de nieve con una varilla preferiblemente eléctrica. Ten en cuenta que para tener éxito montando las claras el recipiente debe estar impoluto, con las claras atemperadas e incorporar una pizca de sal. Opcionalmente, con una pizca de cremor tártaro conseguiremos estabilizar la mezcla.
Realizaremos movimientos envolventes con la varilla, tratando de insuflar aire a las claras, de abajo hacia arriba, con gestos repetitivos y firmes. Vierte el licor en la mezcla de yemas y queso, repartiéndolo homogéneamente. Asimismo, vuelca todo el contenido de este bol en hilo en el de las claras montadas a punto de nieve fuerte, integrándolo con una lengua poco a poco.
Movimientos envolventes y pausados, mezclando, que no batiendo. Queremos igualar la densidad de las preparaciones homogeneizándolas, evitando que las claras se bajen. A continuación, montaremos el tiramisú, valiéndonos de la típica fuente refractaria de horno, como haría nuestra abuela. Prepararemos un plato hondo o similar donde verteremos el café expreso.
Siempre puede sustituirse por cualquier café soluble, sin embargo, el resultado final podría resentirse. Mezclaremos el café con el agua, e iremos empapando uno a uno los bizcochos, ligeramente, sin que absorban demasiado o acabarían quebrándose. Al mismo tiempo, los acomodaremos en el fondo de la fuente, disponiéndolos juntos, sin dejar hueco.
Después de esta primera capaz de bizcocho, extenderemos una de crema de queso, rematando con una fina capa de cacao en polvoque dejaremos caer en forma de lluvia con un colador. Repetiremos el proceso hasta dos veces, viendo completada la tarta de tiramisú. Dejaremos reposar en la nevera bien filmada dos horas antes de su consumo para que se compacte.
Recordad que también tenéis disponible la receta de tiramisú en Thermomix adaptada para sacar todo el provecho de este robot de cocina ¡Qué aproveche!
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