La tarta de zanahoria y coco, de rabiosa actualidad, ha trascendido al imaginario colectivo como un postre genuinamente anglosajón.
No obstante, fue en la Edad Media cuando surgió su versión más primitiva, aprovechando el poder endulzante de la zanahoria para preparar un tierno bizcocho.
Por muchos que nos cueste creerlo, el azúcar, tan cotidiano en la actualidad, era un recurso escaso y valioso en la Edad Media, por lo que era sustituido a menudo por la miel.
Incluso, algunos vegetales con alta concentración en azúcares despuntaron como edulcorantes en la elaboración de pudines, destacando la remolacha, la calabaza o la zanahoria.
Quizá, el origen más preciso del nacimiento de la tarta de zanahoria y coco, tal como la conocemos ahora, se sitúe en el Reino Unido, durante la II Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial fue un suceso traumático para Europa, incluso dentro de las filas aliadas, lo que supuso, entre otras cosas, periodos de escasez de alimentos y abundancia de otros. Cuando un país entra en economía de guerra, se producen estos llamativos desajustes productivos, dando lugar en muchos casos a platillos que acaban consolidándose en el espacio y el tiempo.
En concreto, el gobierno británico alentó a sus tropas al consumo de zanahorias con motivos lógicos.
Durante décadas vino rodando la idea, a priori fundada, de que la zanahoria es capaz de agudizar la visión de quien la consume, y aunque la vitamina A presente de manera cuantificable en los valores nutricionales de la zanahoria sea de gran ayuda, no es ni mucho menos la panacea.
Sea como fuere, la sobreabundancia de esta raíz propició la aparición de un suculento bizcocho que acabaría convirtiéndose en un icono capaz de traspasar fronteras y, por supuesto, estómagos.
Cómo hacer una tarta de zanahoria y coco
De la tarta de zanahoria cabría destacar su textura, no demasiado aireada, pero no por ello menos esponjosa, enfatizando en la humedad de la miga.Asimismo, suele acompañarse de un frosting o cobertura formulada a base de queso crema y azúcar glas, a lo que excepcionalmente, sobre todo en Estados Unidos, se suma un sutil toque de coco.
Por cierto, que esta combinación de zanahoria y coco ya la hemos visto en la receta de las bolitas de zanahoria y coco, que están realmente increíbles
Realmente, se trata de una tarta muy resultona y rica, que apenas requiere de ingredientes, y que además es rematadamente fácil de ejecutar.
Ingredientes:
Huevos M 5 unidades
Azúcar blanquilla 350 g.
Zanahorias 550 g.
Aceite de girasol 280 ml.
Harina floja 400 g.
Polvo de hornear 16 g. - Comprar
Bicarbonato de sodio 1 cucharada
Canela en polvo 1 cucharadita rasa
Jengibre en polvo 1/2 cucharadita rasa
Nuez moscada 1/5 cucharadita
Coco rallado 50 g.
Nueces 100 g.
Sal 1/2 cucharadita
Queso crema Philadelphia (frosting) 400 g.
Mantequilla (frosting) 40 g.
Azúcar glas (frosting) 200 g.
Nueces (decoración)
Coco rallado (decoración)
Elaboración:
No os sintáis abrumados por la lista de ingredientes, ya que la inmensa mayoría de ellos son corrientes, y pueden encontrarse en cualquier despensa. El coco rallado está disponible en supermercados y tiendas de frutos secos, siendo un recurso frecuente en repostería. Primeramente, comenzaremos precalentando el horno con calor arriba y abajo a una temperatura de 160ºC.
Después, con un spray de mantequilla o con un trozo de la misma, engrasaremos dos moldes circulares de 23 cm., o uno de igual diámetro pero con cierta altura. Al mismo tiempo, pelaremos y rallaremos finamente las zanahorias, valiéndonos del típico rallado de queso. Reservaremos, y a continuación, en una buena sartén, tostaremos muy ligeramente las nueces durante unos pocos minutos.
A continuación, instantes antes de retirar las nueces del fuego, incorporaremos el coco, dándole un par de vueltas rápidamente, pues toma color enseguida. Apartaremos del fuego. Entre tanto, en un bol amplio, mezclaremos todos los ingredientes secos, a saber: la harina tamizada, el polvo de hornear, conocido como levadura química (Royal), el bicarbonato, la sal y todas las especias.
Aparte, en otro bol, y con la ayuda de un túrmix, batiremos ligeramente los huevos, sin que lleguen a blanquear. Finalmente, como hacemos siempre, agregaremos el azúcar poco a poco. Continuaremos batiendo a alta velocidad hasta que los huevos palidezcan y presenten una ligera espuma, lo que nos llevará aproximadamente unos 4 minutos. ¡Bate sin miedo!
A velocidad más reducida, verteremos el aceite en hilo, integrándolo en la mezcla. Posteriormente, le seguirán los ingredientes secos, pero no de golpe, sino en tres tandas, batiéndolo a la par. Con una lengua o similar, añadiremos la zanahoria, el coco y las nueces picadas y tostadas, realizando movimientos envolventes para que se dispersen de manera uniforme por toda la masa.
Entonces, dividiremos la masa en dos, y la verteremos en sus respectivos moldes, no sin antes colocar un papel de hornear sobre la superficie engrasada. Los introduciremos en el horno a media altura sobre una rejilla por 30 minutos más o menos, cerciorándonos de que están perfectamente cocidos con famoso truco del palillo, introduciendo uno justo en el centro hasta que salga limpio.
Recuerda que es un bizcocho con cierta humedad, no debe salir del todo seco. Transcurrido el tiempo, los sacaremos del horno y desmoldaremos, dejando que se atemperen encima de una rejilla. Este tiempo lo aprovecharemos para preparar el queso crema, batiendo en un bol con una varilla la mantequilla en pomada y el queso crema atemperado, reduciéndolo a una crema ligera.
Por último, en dos adicciones, sumaremos el azúcar glas, logrando una crema brillante y lisa, la cual permanecerá en la nevera durante 4 horas antes de su uso. Tan solo nos queda armar el pastel, usando un cuchillo de sierra o espátula de repostería para alisar el frosting en uno de los bizcochos, colocando otro encima y nivelando el sobrante para que asienten perfectamente.
A lo mejor es necesario igualar los bizcochos, desechando el lado que ha estado expuesto al calor, que presentará una forma abombada. Conformada ya la tarta, esparciremos el resto de queso crema, como la mitad, por encima, cuidado que quede totalmente lisa. Culminaremos con unas nueces partidas a la mitad y un poco del queso rallado distribuido anárquicamente.
¡Qué aproveche!
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