Hacer crepes para 2 es ideal, por ejemplo, para compartir una merienda especial con tu pareja, o incluso si tienes un antojo para ti misma.
Pero antes de ir con la receta, permitidme que os hable un poco más y conozcáis mejor esta delicia que para muchas son nuestra debilidad.
Las masas planas y redondas encuentran su máximo exponente en los crepes, una especie de panqueque proveniente del país galo, revelándose como uno de los desayunos más deliciosos.
Concretamente, su origen se halla en la región de Bretaña, ubicada al oeste del país, donde se les conoce como krampouezh.
Tenemos que remontarnos a la Edad Media para encontrar los primeros indicios de esta receta, siendo los campesinos sus principales abanderados.
Esta devoción por las crepes nace, como tantas otras veces, motivada por la necesidad, ya que se trata de un plato sencillo, económico y fácil de transportar. Fue evolucionando y expandiendo su influencia por Europa, convirtiéndose en poco tiempo en un producto de consumo preferente en Francia.
Admiten un sinfín de rellenos, adaptándose a elaboraciones tanto dulces como saladas, sin embargo, en España, suelen presentarse como un dulce placer aderezado con sirope.
Diferentes interpretaciones surgieron en los fogones a lo largo de los años, algunas de ellas fruto de la casualidad, la improvisación o, como en el caso que relataré a continuación; del error.
Los crêpe suzette son probablemente los más conocidos internacionalmente, apareciendo entre los almuerzos de los hoteles más selectos.
Corría el año 1895, en el famoso Café de París de Mónaco, lugar en el que el heredero al trono Eduardo VII aguardaba dispuesto a degustar unos crepes.
A los fogones, se encontraba un entusiasmado y joven cocinero llamado Henri Charpentier, al que se le encomendó la tarea de agasajar al príncipe. Debido al notable nerviosismo, su mano temblorosa derramó más licor del que debiera sobre las crepes, flambeándolos, obteniendo, para su asombro, un resultado inesperadamente exquisito.
Eduardo VII quedaría complacido, sugiriéndole al chef un nombre para su divina creación: - iSe llamarán Crêpe Suzette!, espetó.
Algunos se han empeñado en desmitificar esta historia, aunque sea como fuere, logró instalarse en el inconsciente colectivo.
Cómo hacer crepes para 2 personas
Hoy aprenderemos a cocinar crepes para 2, pues es un excelente desayuno o merienda para compartir, endulzando cualquier momento especial.
¿Existe algo más romántico?
Tan versátiles como simples, los crepes requieren de ciertos conocimientos básicos para que su sabor y textura sean óptimos. ¡Vamos a conocer sus secretos!
Ingredientes:
Miel, mermelada, jarabe o sirope al gusto
Huevos M 1 unidad
Leche entera 250 g.
Mantequilla 25 g.
Harina 130 g.
Sal 3 g.
Elaboración:
Como podréis comprobar, la lista de ingredientes es breve y accesible, con productos fáciles de encontrar en cualquier despensa. Primeramente, batiremos el huevo en un bol junto a la leche y una pizca de sal. No es necesario espumarlos, simplemente nos limitaremos a homogeneizar los líquidos, tras lo cual, tamizaremos la harina sobre la mezcla, removiéndola al mismo tiempo. Es importante que no quede ningún grumo, pudiendo emplear el túrmix para esto.
Seguidamente, añadiremos la mantequilla en pomada, es decir, envolveremos la cantidad indicada en un poco de papel film, y la manosearemos hasta que quede blanda y manejable. A continuación, la integraremos con el huevo y la leche con un movimiento de varilla. En caso de ser necesario, volveremos a pasar la mezcla por el túrmix, logrando una masa bastante líquida. Filmaremos al ras e introduciremos el bol en el frigorífico durante una hora aproximadamente.
Esto permitirá, además de que la masa tome cuerpo, que los aromas y sabores confluyan. Transcurrido el tiempo, la sacaremos del frigorífico y verteremos en una jarra. Entre tanto, iremos calentando una sartén crepera, las cuales suelen estar fabricadas en aluminio antiadherente, estando disponible en diferentes diámetros. Tal vez no tengamos o podamos optar a una, en cuyo caso, escogeremos la sartén de nuestra batería que mejor conserve el recubrimiento antiadherente, aunque si podéis, os recomiendo que no dudéis en adquirir una.
La colocaremos a fuego medio, untándola previamente con algún tipo de grasa, normalmente, mantequilla u otro aceite vegetal, aunque hay quien prefiere manteca o tocino. Debe quedar una pátina muy fina, que simplemente opere como conductor del calor entre la sartén y la masa. Subiremos el fuego al máximo, y una vez caliente, retiraremos el exceso de grasa con un papel de cocina. Removeremos la masa con una varilla o cuchara para disolver la harina sedimentada.
Echaremos una pequeña cantidad en la sartén, suficiente como para cubrir el fondo, pero teniendo muy presente que los crepes son una masa fina, ligera y maleable. Con estas proporciones nos saldrán alrededor de 8 o 10 crepes, suficientes normalmente para 2 personas. En cualquier caso, con este dato podemos usarlo para orientarnos a la hora de dosificar. Si no dispusiéramos de una jarra, la agregaríamos directamente desde el bol con un cucharón. Inmediatamente después de depositarla en la sartén, emprenderemos un giro de muñeca.
Con esto conseguiremos extender por todo el fondo la masa, manteniendo el fuego al máximo. Apenas unos segundos después, podrás ver como unas pequeñas burbujas emergen de la superficie, lo que nos señalará inequívocamente que es el momento de darle la vuelta. Quizá sea demasiado atrevido darle la vuelta en el aire, utilizando, si no nos vemos capaces, un tenedor o lengua. El color ideal es ligeramente dorado, con áreas más tostadas que otras.
Apartaremos de la sartén y jugaremos con el fuego para mantener un calor potente y bien distribuido, sin resultar demasiado excesivo. Realizaremos la misma operación hasta ver agotada por completo la masa, untando primero con una pequeña capa de aceite la sartén y dando forma luego a las crepes. Estas tienen que presentar un grosor no mucho mayor al de un folio, asemejándose a lo que podría ser una servilleta, dúctil, casi transparente y muy maleable.
Iremos amontonándolas en un plato, una encima de la otra. Cuando estén listas, las endulzaremos al gusto, ya sea simplemente con un poco de azúcar glas por encima, o con un sirope de chocolate que puede sustituirse o combinarse con fruta fresca, miel o mermelada. Las posibilidades son infinitas, y solo están delimitadas por tu imaginación. Personalmente con sirope de arce son mis favoritas.
¡Qué aproveche!
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