“Estúpido oso, otra vez se ha comido las galletas”, pensó, y menos cuidadosamente que antes, debido a su frustración, regresó a su cama.
A la mañana siguiente, todos se levantaron esperando disfrutar de un rico desayuno, pero la madre fue la primera en descubrir lo que había sucedido.
—¡Niños, no salgáis de la casa, un oso ha estado merodeando por aquí y se ha comido todas las galletas! Antes de que toda la prole empezara a llorar, más por la ausencia de las galletas que por temor a un enorme oso grizzly, la madre sacó de la alacena un buen arsenal de galletas danesas, galletas linzer y galletas integrales de avena y chocolate.
—¡Mamá, quiero galletas de canela!—dijo uno de los pequeños.
—No quedan, te acabaste las últimas ayer—respondió entre suspiros la sufrida madre—. Esta noche, cuando ya estéis en la cama, volveré a hacer otra tanda de galletas de mantequilla crujientes y, así, para mañana, las tendréis como desayuno, ¿qué os parece? Un estruendoso griterío de felicidad sacudió la cabaña y ya nadie protestó más.
Las horas pasaron, la oscuridad llegó y el sueño se apoderó de los niños, que ya en sus camitas luchaban por mantener los párpados abiertos. Mientras el búho ululaba en algún lugar del bosque, la madre, a la luz del candil, se afanaba por preparar otras galletas de mantequilla de cacahuete todavía más exquisitas que las anteriores. Una vez finalizadas, y para prevenir desagradables visitas, las dejó enfriándose sobre la mesa de la cocina y se fue a dormir.
Bien avanzada la madrugada, la pequeña Mary volvió a levantarse sigilosamente de su cama, encaminándose a hurtadillas hacia la cocina. La niña se sorprendió al vislumbrar las galletas en la mesa, en lugar de en la ventana, pero mantuvo su plan. Puesta de puntillas, alcanzó el plato de galletas de crema de cacahuete y, una tras otra, sin darse cuenta, casi todas se comió. Tras el atracón, volvió pesada pero cautelosamente hacia su cama, se tapó, y con una sonrisa de satisfacción, en un suspiro se durmió.
Unas horas después, todos los niños se fueron levantando y dirigiéndose a la cocina, donde la madre, con un gesto entre pícaro y acusador, les esperaba de pie con los brazos cruzados.
—A ver, ¿quién se ha comido todas las galletas?—Un cortante silencio planeó por la cocina.
—¡Poneos en fila que os quiero ver. Enseñadme las manos!—Uno por uno, fue revisando y oliendo cuidadosamente las manos de sus vástagos, hasta que le tocó el turno a Mary. La niña tenía los dedos aceitosos y con un penetrante olor a galleta de mantequilla de cacahuete.
—¡Mary, has sido tú!—exclamó la madre, victoriosa. A pesar de las evidencias, la niña no se amilanó y contestó:
—¡No mamá, el oso entró y volvió a comerse las galletas, yo lo vi. Mira, en el suelo hay algunos de sus pelos!—La pequeña se agachó y, disimuladamente, sacó de su bolsillo una bola de pelusa y simuló que la cogía del suelo.
—¿Ves?—dijo con inocencia. La madre cogió la bola, la observó, y manteniendo su cara de enfado, pero a punto de soltar una carcajada, sentenció:
—¡Mary, sabes perfectamente que este pelo es del gato!—La niña, roja de vergüenza, no pudo reprimir un pequeño y repentino eructo que inundó el ambiente con un poderoso aroma a cacahuete. Todos se echaron a reír, su madre le dio un leve azote en el culo, la besó y preguntó:
—¿Queréis saber cómo hacer galletas de crema de cacahuete?—Todos, incluida Mary, respondieron:
—¡Siiii!
—Bien, pues esta vez me ayudaréis con la receta de galletas de cacahuete y las pondremos en un lugar a prueba de osos, ¿verdad Mary? —advirtió la madre, mirando tiernamente a su traviesa hija.
—Sí, mama—contestó alegre la pequeña.
En la cocina, todos se pusieron manos a la obra. Mientras, el oso, con la tripa llena de crujientes galletas de mantequilla de cacahuete, hibernó mucho más feliz.
“… alcanzó el plato de galletas de crema de cacahuete y, una tras otra,
sin darse cuenta, casi todas se comió”.
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Receta de Galletas de mantequilla de cacahuete crujientes
Energía pura
Tiempo de cocción 15 minutos minutos
Raciones 23
Cost Barato
Ingredientes
Para las galletas de mantequilla de cacahuete:
100 g de Mantequilla pomada
200 g de Harina
250 g de Mantequilla de cacahuete natural, sin edulcorantes y fina
75 g de Azúcar
60 g de Azúcar moreno
1 Huevo
1 cucharada de té de Levadura en polvo
1 cucharada de té de Bicarbonato sódico
Elaboración paso a paso
Bate la mantequilla con el azúcar y el azúcar moreno. Cuando esté cremosa añade el huevo. Sigue batiendo un poco más. Precalienta el horno.Incorpora la mantequilla de cacahuete y sigue batiendo un minuto más.
Por último, incorpora la harina junto con la levadura en polvo y el bicarbonato sódico. Mezcla muy bien para que la mezcla esté homogénea.
Forma unas bolitas. El tamaño es más o menos como una nuez grande. Después, aplástalas un pelín con la mano para que estén más planas. Con un tenedor, sigue aplastando un poco más formando una cruz, como la que puedes ver en las fotos. Hazlo con cariño para no romper la masa de la galleta. En el caso de que la masa esté muy caliente, puedes refrigerarla un poco en el frigorífico.
Pon las bolitas ya formadas en una placa revestida con papel de horno. Hornéalas a 180ºC durante unos 15-20 minutos. Deja que se enfríen tus galletas de mantequilla de cacahuete.
Acerca de mí
¡Hola, soy Emese! Te doy la bienvenida a este recetario visual que intenta seguir el ritmo de las estaciones. Además de mis postres y algunas recetas con un toque vintage y acogedor, también podrás encontrar mis experiencias fotográficas. Saborea las frutas que nos ofrece la Naturaleza. ¿Empezamos?