Una semana y la nochebuena habrá llegado.
Este año no solo supermercados y centros comerciales han adelantado la campaña navideña. Ha sido (y sigue siendo) un tema de rabiosa actualidad bastante recurrente en noticias y tertulias desde que el coronavirus se nos volvió a ir de las manos a principios de otoño.
El debate está servido y aquí opiniones hay para todos los gustos (por no hablar de los intereses económicos y políticos que vamos a dejar apartados en un rincón oscuro, como si no supiéramos que existen) así que por una vez yo me guardo mi opinión pero me atrevo a hacer una reflexión en alto.
Vamos a disfrutar de lo que tengamos.
En esta maldita pandemia todos nos vemos afectados y hemos tenido que renunciar a muchas cosas. Peor lo tienen los que han perdido a familiares y amigos, no cabe duda.
Pero yo creo que a estas alturas deberíamos hacer borrón y cuenta nueva, hacernos por fin a la idea de que llevamos casi nueve meses de una vida extraña, caótica y peligrosa (y lo que nos quede) y en lugar de lamentarnos por lo que no vamos a tener vamos a aprovechar y disfrutar lo que aún nos quede.
La poquita normalidad que podamos arañarle a esta pandemia es una pequeña victoria frente a este maldito virus que no nos engañemos, no entiende de navidades, fiestas o veranos y no debemos bajar la guardia para salir cuanto antes de esta pesadilla.
Mi última receta del año es la más sencilla de mis propuestas navideñas de esta temporada pero no me cabe en la cabeza no traer una receta asequible, con un marcado sabor a Navidad para poner un punto festivo a desayunos y meriendas.
Este pan de jengibre fue una de las propuestas que barajé el año pasado para el Parrandón de Angélica y al final quedó relegado por este maravilloso brioche que se cruzó a última hora en mi camino.
Aún así no se fue jamás de mi mente y hace unas semanas llegó a mi cocina colándose en las recetas que iba a publicar este año.
He adaptado mínimamente la receta incorporando la melaza que hace pocas semanas abrí para preparar la tarta de boniato asado con la que ponía el broche final a las recetas otoñales del blog.
De ahí el color oscuro del pan de jengibre, que parece que lleva chocolate (eso es lo que creyó Lara cuando lo vio)
Me ha encantado la combinación de sabores, sin lugar a dudas la melaza tiene mucha personalidad e irrumpe con fuerza en los postres que la incorporan.
No sé si será muy "ortodoxo" incorporarla en el pan de jendibre pero a mí el resultado me ha fascinado.
El resultado es un bizcocho muy jugoso y tierno que se mantiene en perfecto estado hasta la última miga.
En casa no ha tenido mucho éxito.
Rectifico. No le ha gustado a Lara porque pensaba que era de chocolate y la mezcla de la melaza, el jengibre y las especias no es lo que ella esperaba.
A Elena, que es de buen diente como siempre os he comentado, le pasó igual. Demasiado sabor para un paladar tan inexperto.
Y al padre tampoco. Decía que partido por medio y con mucho relleno de nocilla estaría mejor.
Mi cara de mosqueo os la podéis imaginar porque este hombre lo quiere todo siempre con mucha nocilla y a mí me parece perfecto que él se meta entre pecho y espalda todas las calorías y grasas del mundo, pero de ahí a sabotear mis recetas va un trecho.
Me parece fatal no salir de la zona de confort y limitarnos a un abc de postres monótonos y que acaban siendo aburridos para el paladar. ¡Con lo que a mí me gusta un experimento y probar cosas distintas!
Así que aunque a ellos no les ha gustado a mí me ha encantado y lo he disfrutado casi enterito por las mañanas en el desayuno (y algún trozo furtivo cayó alguna tarde de fin de semana)
Por eso sé que aguanta perfectamente bastantes días dentro de un táper que cierre bien ¡y en el frigorífico! porque aunque hace frío es correr un riesgo innecesario dejarlo fuera y llevarnos una sorpresa desagradable al abrir el táper y que tenga que acabar en la basura. Por no hablar de posibles intoxicaciones.
Como lo he hecho en un molde grande y no queda muy alto está horneado en media hora excasa. Pero bien podéis hacerlo en cualquier molde que tengáis en casa teniendo en cuenta que el tiempo de horneado será mayor y habrá que controlarlo pinchando con una brocheta en el centro hasta que salga limpia.
El olor que invade la cocina mientras se hace es una pasada
¡100% navidad!
Así que si tenéis los ingredientes en la cocina ¡no le déis muchas vueltas y preparadlo este mismo fin de semana!
¿Os imagináis desayunando un buen trozo de gingerbread mientras escucháis el sorteo de la lotería de navidad? Es que no se me ocurre mejor plan.
Espero que os animéis con esta receta. Hay muchos días de navidad más allá de los días más señalados y nos merecemos un desayuno o una merienda ricos ¿no os parece?
Y ahora decidme ¿quién se apunta a un trocito?
Ingredientes:
* 350 gramos de harina
* 2 huevos
* 125 gramos de mantequilla
* 125 ml de leche
* 1 cucharadita de vinagre de manzana o de zumo de limón
* 150 gramos de melaza (sirope de arce, de ágave, miel, o azúcar moreno)
* 1 cucharadita de jengibre en polvo
* 1 cucharadita de canela en polvo
* 1/4 cucharadita de pimienta blanca
* 1/2 cucharadita de nuez moscada
* 1/2 cucharadita de bicarbonato
Elaboración:
1. Ponemos la leche en una jarra y añadimos el vinagre o el zumo de limón y dejamos reposar.
2. Mientras batimos los huevos con la mantequilla.
3. Removemos la leche con el vinagre y añadimos junto con la melaza. Batimos.
4. Ponemos las especias y vamos añadiendo la harina poco a poco mientras vamos mezclando hasta que no queden grumos.
5. Vertemos la masa en un molde previamente untado de mantequilla, repartimos bien e introducimos en el horno precalentado a 180º C
6. Horneamos durante 25 minutos o hasta que al pinchar con un palillo este salga limpio.
7. Apagamos, dejamos enfriar por completo sobre una rejilla y desmoldamos.
Paciencia para desmoldar, que luego vienen los lloros (y las roturas)
En un pispás tendréis un espectacular pan de jengibre para disfrutar esta navidad ¡o cuando os apetezca! que las cosas buenas no deben tener fecha marcada en el calendario.
Las niñas están a un tris de terminar las clases. En otras condiciones, la que va a la guardería, seguiría asistiendo en Navidad, pero este año prefiero retirarlas de las aulas que con el trasiego navideño me vais a perdonar pero no me fío ni de mi sombra.
Por otro lado estoy contenta (a ver lo que me dura la alegría) porque la semana pasada me hice una revisión médica completa y además de estar sana sanísima no tengo anticuerpos del dichoso virus lo que quiere decir que todas las veces que nos ha pasado raspando este otoño nos hemos librado de verdad.
A ver cuánto tiempo podemos seguir así.
Con esta receta despido el año repostero del blog. La próxima será ya en 2021 y me tomo un par de semanas de descanso porque ni 24 ni 31 estaremos ninguno muy presentes en la blogosfera.
Espero que paséis unas bonitas fiestas y con el 2021 recién estrenado os espero de nuevo por aquí.
Manos a la masa y ¡bon appétit!