Porque en estos tiempos que corren, con la vida que llevamos, siempre sin tiempo, siempre con prisas, lo que queremos, lo que verdaderamente necesitamos es esto: fácil de cocinar, fácil de limpiar y que nos permita disfrutar de esos momentos de calidad con nuestras familias.
Los tiempos cambian. La vida da vueltas y vueltas sin parar. Lo que hoy está arriba mañana está abajo y viceversa... A punto de cumplir los 40, afirmo que estoy en lo mejor de mi vida vivida, sin dudarlo ni un instante.
La infancia, si bien fue maravillosa, gracias a unos padres estupendos, pasó sin pena ni gloria; dejó recuerdos llenos de ternura, momentos felices, pero todos ellos sumidos en la inconsciencia con la que se vive al ser pequeño. Feliz, pero quizás sin saborear los momentos que se suceden.
La época de la universidad fue absolutamente gloriosa para mí. Significó empezar a descubrir el mundo, a tener amigos de los que son para toda la vida, a vivir plenamente las experiencias que me brindaba la vida. Los amigos de aquella época no los cambiaría por nada del mundo, son de los que tienen hueco para siempre en el corazón, pase lo que pase. En aquel tiempo conocí al que hoy es mi compañero de camino, mi muy mejor amigo, mi medio limón. Los lazos que se tejieron entonces se han hecho más fuertes con el devenir del tiempo.
La maternidad me marcó profundamente, dejar de ser uno solo, para ser un plural. Aprender a ceder, aprender a tener paciencia, a tolerar... Ha sido una escuela dura, lo he de decir. Ha habido momentos tan duros... muchas lágrimas, mucho sufrimiento, pero también la mejor de las recompensas que es la sonrisa de esos dos peques, ya no tan peques.
El resultado de todo el camino andado es la mujer que soy hoy. Después de todo lo vivido, puedo afirmar que es ahora cuando me siento segura de lo que quiero, quién soy, adónde voy, por qué hago las cosas.
Algunos de los defectos que tengo, que son muchos, se han acentuado con el tiempo, porque se han convertido en marca de la casa; pero ya no los cambiaría, aunque cierto es que he aprendido también a suavizarlos y controlarlos.
Soy así y así seguiré... A punto de cumplir los 40, respiro hondo y disfruto de mi existencia, que no sé si es la mejor, pero sí es la que quiero.
Helado de coco con piña {a la plancha Simogas}
Ingredientes:
Para el helado de coco:
400 ml de leche de coco.
200 ml de nata (crema de leche) para montar {35% materia grasa}.
75 g de azúcar.
1 cucharadita de esencia de vainilla.
2 rodajas de piña por persona.
2-3 cucharadas de azúcar moreno.
almendras laminadas para decorar.
Preparación:
1. Para preparar el helado de coco, lo primero es calentar un poquito la leche de coco {que habitualmente está parcialmente solidificada en la lata} con el azúcar y la esencia de vainilla, sólo lo necesario para que se deshagan los grumos de la leche de coco y el azúcar se mezcle bien. Dejamos templar.
2. Mientras tanto, montamos bien la nata (crema de leche) con ayuda de unas varillas. Mezclamos con cuidado con la leche de coco que teníamos reservada, procurando que se baje lo menos posible.
3. Ponemos en un recipiente con tapa apto para el congelador. Introducimos en el congelador y, al cabo de una hora empezamos a remover cada media hora, deshaciendo bien todos los cristales que se vayan formando.
4. Hay que tener paciencia y seguir haciendo esto durante al menos 4 horas, hasta que la crema tenga la textura adecuada.
5. Cuando el helado esté listo y justo antes de servir, preparamos la piña. Calentamos la plancha de cocina Simogas Rainbow Electric a unos 150ºC. Cubrimos con papel de hornear la plancha, para hacer más fácil la limpieza.
6. Ponemos las rodajas de piña sobre la plancha y espolvoreamos con un poco de azúcar moreno. Dejamos que se hagan unos 2-3 minutos, hasta que estén doradas y les damos la vuelta. Volvemos a espolvorear con azúcar moreno y dejamos otros 2-3 minutos. Le damos por última vez la vuelta, un minuto sólo, para que se caramelice el azúcar que tiene por encima.
7. Servimos con el helado de coco y decoramos con unas almendras laminadas.