Yo he recordado una jalea de manzana que mi madre preparaba hace muchos años y que me trae muy buenos recuerdos. En mi primer año de universidad, me fui a pasar el verano a Inglaterra. Fue un gran verano, aunque pasé mucho frío, la primera estancia en el extranjero yo sola. Cuando iba a regresar, quería traer algún detalle para mi familia y no se me ocurrió mejor cosa que traerle un libro de cocina a mi madre... Y digo que no se me pudo ocurrir nada peor, porque mi madre no habla inglés... Así que, me tocó traducirle los títulos de las recetas y aquellas recetas que le llamaban la atención.
Una de las recetas que me pidió mi madre fue la de la jalea de manzana. Es una mermelada hiper dulce, pero a mí me gusta tomarla con tostadas untadas con mantequilla salada (al tradicional estilo británico) y el resultado es sencillamente espectacular. Es tan fina y delicada, con ese color tan bonito... Una maravilla, sin duda. Aunque reconozco que no es difícil de preparar, sí que es laboriosa, y requiere altas dosis de paciencia.
Muy importante es cuando estemos escurriendo el líquido de las manzanas, no presionar ni querer apurar de ningún modo. Si hacemos esto, la jalea aunque seguirá siendo riquísima, nos quedará turbia, y ya no será lo mismo.
Jalea de manzana
Ingredientes:
1 kg de manzanas.
600 ml de agua.
150 g de azúcar por cada 250 ml de jugo de manzana.
1 y 1/2 cucharaditas de zumo de limón por cada 250 ml de jugo de manzana.
Preparación:
1. Lavar muy bien las manzanas. Cortarlas en pedazos grandes, sin retirar piel, corazón ni pepitas. Poner las manzanas en una cacerola grande.
2. Añadir el agua, tapar y llevar a ebullición. Una vez que hierva, bajar el fuego, dejar la tapa encima torcida, para que pueda salir el vapor, y dejar cocer unos 30 minutos, hasta que las manzanas estén tiernas y cocidas.
3. Tapar un colador grande con un trozo de muselina o gasa (cualquier tela fina que permita que pase el líquido a través). Colocar este colador sobre una cazuela, verter sobre él las manzanas y el líquido y dejar escurrir toda la noche. En este paso es muy importante no presionar las manzanas para que salga más líquido o salga más rápido, ya que si hacemos esto, la jalea no quedará transparente. Así que, resistid la tentación y dejad que el líquido escurra por sí solo.
4. Al día siguiente medimos el jugo de manzana. Según la cantidad que hayamos obtenido, calculamos la cantidad de azúcar y de zumo de limón. En mi caso, para 1 kg de manzanas, salieron 500 ml de jugo de manzana (por lo tanto añadí 300 g de azúcar y 3 cucharaditas de zumo de limón).
5. Ponemos a hervir el jugo de manzana con el azúcar y el zumo de limón. Mientras se cuece la jalea, suele formar espuma en la superficie; debemos ir retirándola cada cierto tiempo.
6. Si tenemos un termómetro, podemos utilizarlo. La jalea estará lista cuando alcance los 104ºC. Para comprobar si está, ponemos un poquito sobre un platito que tendremos guardado en el congelador. Si forma una especie de arrugas y mantiene la forma, está lista.
7. Si no tenemos termómetro, cuando empiece a espesar iremos haciendo la prueba del platito frío cada cierto tiempo hasta que esté lista.
8. Retirar del fuego, verter en tarros de cristal limpios y cerrar firmemente. Damos la vuelta a los tarros y los dejamos enfriar completamente. Se conserva en la nevera durante varios meses.
9. Si queremos conservarla fuera de la nevera, debemos asegurarnos de que está correctamente hecho el vacío en los tarros. Para eso, debemos pasteurizar los botes de mermelada siguiendo las instrucciones que se explican en el blog Velocidad Cuchara.
Antes de despedirme por hoy, no olvidéis pasar por el blog del Desafío en la Cocina, allí encontraréis todas las aportaciones de los compañeros a este reto, ¡¡no te las pierdas!!