El otro día reflexionaba sobre cómo en tan sólo aproximadamente medio siglo hemos podido estropear un acto tan puro y natural que lleva con nosotros desde el principio de los tiempos: la lactancia.
Antiguamente ninguna madre se planteaba cómo iba a alimentar a su hijo, pero de repente surgieron fórmulas sustitutivas de la leche materna y, sin apenas darnos cuenta, nos vimos en plena batalla campal: teta o biberón.
Está claro que las posturas radicales nunca son buenas, he oído auténticas barbaridades tanto de la gente a favor de la lactancia materna como de la gente que prefiere biberón.
Al final esto es decisión de cada una, tenemos la libertad de poder criar a nuestros hijos de la manera que queramos.
Hace casi 4 años me convertí en mamá y sin tener mucha idea de cómo iba esto de la lactancia materna, decidí que yo quería dar teta a mi hija y os puedo asegurar que fue la mejor decisión que jamás he tomado.
El comienzo no fue nada fácil, porque por muchos libros que hubiese leído y que me supiese de memoria la teoría, al final la práctica hace al maestro.
Estuve a punto de "tirar la toalla" porque mi postparto tampoco fue nada fácil, pero gracias al apoyo de la familia y a los sabios consejos que recibía, me hice fuerte y pude superar la primera fase de la lactancia, conseguí que Lucía tuviera un buen agarre y juntas comenzamos a vivir una etapa maravillosa que duró casi 10 meses y que recordaré toda mi vida.
Y así fue también con mi segunda hija, Alba, a la que estuve dando pecho a demanda hasta los 6 meses (no pude alargarlo más por motivos laborales). La experiencia es un grado, desde luego, y todos los miedos, dudas, angustias que pude tener con la primera, desaparecieron con la segunda.
Con la lactancia materna no sólo compartí alimento con ellas, sino también complicidad, ternura, miradas, olores, sonrisas, caricias, juegos, seguridad, amor, calor, tranquilidad...algo realmente único.
"La lactancia no es un esfuerzo, y mucho menos un sacrificio, que la mujer hace por el bien de su hijo, sino una parte de su propia vida, un derecho que nadie le puede arrebatar" Carlos González, pediatra.