La localidad de Buendía se encuentra en la provincia de Cuenca, lindando con Guadalajara es un pueblo que encierra un paso medieval y tiene una bonita plaza Mayor, así como una pequeña muralla. Además, se encuentra en la zona de los pantanos, por lo que es una buena opción para ir a pasar el día.
Sin embargo, lo que más llama la atención de este municipio es la denominada Ruta de las Caras. En el año 1992 Eulogio Reguillo y Jorge Juan Maldonado comenzaron a tallar en la roca arenisca lo que hoy se conoce como esta ruta; donde en menos de un kilómetro y medio existen 18 esculturas de distintos tamaños que sorprenderán a los visitantes.
El trayecto dura alrededor de una hora y se puede hacer de forma circular, por lo que se deja el coche en el parking de las caras y luego se vuelve por otro lado. No obstante, para los senderistas existen otras rutas en las que perderse por el agradable pinar que rodea las esculturas. Además, cuenta con merenderos para llevar allí el picnic y es totalmente gratuito.
Cuando comienzas las rutas las dos primeras esculturas no son las más espectaculares, ya que se trata de la moneda de la vida y la cruz Templaria, pero os aseguro que las siguientes os harán quedaros con la boca abierta.
Pasado el primer tramo llegan algunas esculturas algo más pequeñas, pero no por ello menos interesantes, además, os aconsejó que os detengáis un poco y os fijéis bien en todas las piedras, ya que si no alguna de ellas se os puede pasar.
En el tercer tramo se encuentra una de las esculturas más llamativas, por el lugar en que se encuentra, la calavera llamada De Muerte, aunque personalmente me gusto más la Dama del Pantano que se encuentra justo debajo.
Finalmente, antes de terminar la ruta nos encontramos un conjunto de esculturas menos llamativas y más enfocadas al tema religioso con son la Cruz del Temple, acompañada de la Virgen de Lis y la Virgen de las Caras.
Si no queréis quedaros a comer en las mesas que han habilitado en este recinto, os cuento la opción que hicimos nosotros, sobre todo por si vais entre semana, ya que el menú calidad-precio está muy bien, si ya elegís platos de carta os puede salir algo más caro.
Nosotros nos acercamos a unos 25 minutos en coche a un pueblo llamado Alcocer, que se encuentra en la provincia de Guadalajara y una de las cosas por lo que os conocido es por el restaurante Casa Goyo. En esta región tiene mucha fama por la espectacularidad de sus platos y por el tamaño.
La verdad es que como en casi todos los sitios es bueno conocerlo para poder elegir. El menú cuesta 13 euros y la verdad es que los platos son bastante abundantes y caseros, sobre todo llama la atención los segundos y sus postres. Como decía nosotros pedimos de carta, sobre todo para probar su famoso San Jacobo, que pase más de 2,5 kilos y la verdad es que personalmente me decepcionó bastante, ya que cuesta casi 50 euros y no es nada del otro mundo, de tamaño sí, pero el problema que tiene es que se queda bastante crudo y no se puede comer. No obstante, como te lo puedes llevar a casa, lo puedes calentar al día siguiente, que tal y como nos confesó la dueña está bastante mejor.
Lo que sí os recomiendo encarecidamente son dos platos, por el mismo dinero te puedes pedir un churrasco y la verdad es que esta carne sí que estaba exquisita, pedimos la mitad de la pieza hecha y la otra mitad al punto y tengo que confesar que estaba delicioso, la carne tierna y jugosa y acompañado de patatas fritas caseras que ya no se suelen ver en todos los sitios.
De primeros probamos la ensalada de pimientos y ventresca, que creo que podría ser bastante mejor por el precio, ya que te cobran 27 euros y no termina de ser unos pimientos rojos asados con un poco de ventresca, aunque la salsa estaba bastante rica. También pedimos unas croquetas, que trajeron buena ración y eran bastante normalitas.
Finalmente, nos gustó mucho el postre, pedimos una rica tarta de queso casera por ocho euros que nos encantó a todos. Con los postres también hay bastante diferencia de precio y la verdad es que hay algunos bastante espectaculares como los hojaldres en forma de cisne rellenos de nata (crema de leche), pero claro hay que pagarlo.