Las rosquillas de anís tienen una larga tradición en la cultura española y pocos son los que pueden decir que no las han probado nunca. Su baño en azúcar las hacen especialmente apetitosas para los más golosos; sin embargo, si echamos la vista atrás, este manjar no era tan dulce en sus orígenes, ni tenía la forma con la que las conocemos a día de hoy.
¿Cuál es el origen de las rosquillas?
Según la mayoría de los escritos, este dulce tradicional español fue introducido en nuestro país por los árabes en el siglo X, durante la época en la que este pueblo se asentó en la Península. En aquel entonces, aún no tenía la forma actual, sino que se asemejaban a un buñuelo.
Antes de introducirlas en España, los árabes llevaban ya siglos haciendo en sus países lo que puede considerarse como los “abuelos” de las rosquillas de anís, que consistían en freír masa elaborada con trigo y cubrirlas con miel o salsas saladas.
Con el tiempo, tanto la receta tradicional como la forma de estos dulces fueron cambiando y mejorando. Por una parte, se dieron cuenta que la masa no se freía bien por el centro, por lo que decidieron hacerle un agujero. Aunque fue una solución sencilla, circulan cuentos urbanos sobre la autoría de este agujero, atribuyéndolo a un marinero holandés.
Por otra parte, la elaboración contó, con el tiempo, con un ingrediente más: el huevo, que hacía que las rosquillas ganasen en firmeza y sabor. Como curiosidad, esta receta dio lugar a uno de los productos más castizos y populares de nuestro país, los churros.
¿Por qué se han convertido en un dulce tradicional español?
En cualquier caso, aunque el origen de las rosquillas no sea español, sí que se ha convertido en un dulce muy tradicional en nuestra geografía. Su sencilla elaboración con ingredientes nada caros, a base de harina, huevos y azúcar, hizo mucho por nuestros antepasados en la época del hambre y, hoy en día, seguimos comiéndolas con ahínco en determinadas fechas, como son las navideñas, acompañadas por un buen tazón de chocolate.
Otros orígenes de las rosquillas de anís
Aunque el origen árabe es el que más resuena como antepasado de este dulce, lo cierto es que hay quien afirma que las rosquillas de anís llegaron a la Península mucho antes, con los romanos. Parece que existen recetas escritas en la época medieval muy parecidas a la elaboración de la rosquilla actual, sobre todo, en lo referente a freír masa de trigo y el añadido de ciertos ingredientes.
Numerosos escritos atribuyen también la invención de las rosquillas de anís a una monja navarra, doña Catalina Nuez, que ingresó en un convento tras enviudar de su marido, el Contador del rey Enrique IV. La orden franciscana acogió a esta triste viuda que quiso llevarse a su cocinera y su doncella consigo, quienes eran, en realidad, las que elaboraban las sabrosas rosquillas de Santa Clara. En principio, se hacían para las hermanas y para agasajar a los visitantes del convento. Poco después se dieron cuenta del filón que suponían y comenzaron a venderlas, hasta el día de hoy.