Esta fue la primera quiche que preparé en mi vida y la probé en una primada que organizamos con todos los primos de mi padre en la casa del pueblo de mi abuela, Torrelisa.
No os sonará de nada, seguramente, es una pequeña aldea, a los pies de la Peña Montañesa.
Encantadoramente pequeño, con casas de piedra y una tranquilidad para relajarse y olvidarse de todo.
Este dibujo es de la casa de la familia de mi abuela y lo hizo mi prima Bea. ¡Una artista! Aquí podéis ver sus trabajos, incluido este blog! Que le debo a ella todo el precioso diseño y fantástica organización.
Pues la receta que os traigo se la debo a otros de mis primos, Iván, cocinero de profesión en el restaurante de la familia, La Matilde, en Zaragoza.
Hace unos platos, mmm? y es que lo lleva en los genes, porque, cómo cocina su madre!
Ingredientes (para un molde de 25 cm)
?1 base de masa quebrada o de hojaldre (receta)
?250 g de Roquefort
?1 cebolla grande
?Unas 6 cucharadas de tomate frito, como siempre digo, casero!
?400 ml de nata (crema de leche) para cocinar
?6 huevos
?Sal y pimienta
Elaboración:
Precalentamos el horno a 200º, calor arriba y abajo.
Forramos el molde con papel de horno. Si compráis la base hecha, podéis utilizar el papel que viene directamente, colocando sobre el molde el papel y la masa a la vez.
Ponemos la masa encima, con cuidado de no estirarla mucho, ya que si no se os encogerá, y vamos cubriendo con cuidado todos los bordes. Pasamos el rodillo por encima de los bordes del molde para quitar la masa que sobre. Y pinchamos toda la superficie con un tenedor.
Tenéis un paso a paso fabuloso de cómo forrar un molde con masa quebrada en esta web javirecetas.hola.com
Cogemos otra lámina de papel de hornear y la ponemos encima de la masa y colocamos peso encima, con unos garbanzos nos apañamos estupendamente, eso sí, estos garbanzos ya no los uséis para un cocido, guardarlos en una bolsita para estos menesteres.
El peso hace que la masa no se abombe ni agriete, quedando perfectamente lisa y horneada por igual.
Horneamos la base con los garbanzos durante 10- 12 minutos, en la parte baja del horno, para que se nos haga la base, pero no se nos doren demasiado los bordes superiores.
Lo de siempre con el tiempo, depende de cada horno, tened en cuenta que no tiene que dorarse, sólo hacerse un poco, que luego vuelve al horno.
Con esto conseguimos que la base quede más crujiente y no blandurria como ocurre cuando no se pre-hornea.
Mientras, vamos preparando nuestro relleno.
Cortamos la cebolla en juliana y el roquefort en taquitos.
Pochamos la cebolla un poco en una sartén con aceite de oliva.
En un cuenco echamos los huevos y los batimos con unas varillas, añadimos la nata (crema de leche), sal y pimienta y mezclamos bien.
Pasados los 10-12 minutos sacamos la masa del horno y retiramos los garbanzos tirando del papel de horno. Tiene que quedar más o menos así:
Bajamos el horno a 170º ¡No os olvidéis de esto!
Es importante que las quiches no se horneen a una temperatura muy elevada, aunque tarden más tiempo en hacerse.
¿Y esto por qué? Pues porque si se hace a mucha temperatura la mezcla cuaja muy rápido, subiendo mucho y luego al quitar el calor, baja de golpe, rompiéndose en la mayoría de las ocasiones y no quedando tan bonita como debiera. Y además, la superficie más que dorarse, suele tostarse.
Sobre la masa prehorneada extendemos el tomate frito, encima ponemos la cebolla pochada y por encima echamos los taquitos de roquefort.
Vertemos encima la mezcla de huevos y nata (crema de leche) que tenemos en el cuenco y metemos al horno a 170º, durante 30 – 45 minutos, esta vez en la parte media del horno. Tiene que cuajar pero con cuidado de no pasarnos con el tiempo o se quedará muy seca. A los 30 minutos podéis probar a pincharla con un palillo en el centro, igual que con los bizcochos.
Esta quiche no sube tanto como otras que ya os he puesto por aquí. Pero aún así, sigo el mismo procedimiento.
Cuando veáis que ha subido y está ya un poquito dorada, apagad el horno y dejadla dentro unos 15 minutos más. Luego abrís el horno y la dejáis dentro, con el horno abierto otros 5 – 10 minutos.
¿Qué conseguimos con esto? Que con el calor residual baje despacio y no se agriete.
Sacamos del horno, desmoldamos y ya la tenemos lista para servir, tanto caliente como templada.
¡Qué os aproveche!