Si sois de los que pensáis que si no hay pan con mantequilla y mermelada, no es un desayuno, seguro que agradeceréis la receta que os hemos preparado.
La verdad es que no hay excusa para no preparar mermeladas y confituras en casa. Son muy fáciles, se hacen en poco tiempo y son mucho más sanas que las compradas, por no hablar del sabor a fruta de verdad...
¿Os hemos convencido? Sí, ¿verdad? Pues manos a la obra, no os arrepentiréis.
¿Qué necesito?
250 gr de fresas
125 gr de frambuesas
125 gr de arándanos
250 gr de azúcar moreno
Zumo de medio limón
¿Cómo lo hago?
Lavamos toda la fruta. Picamos las fresas en trozos pequeños. Las frambuesas no es necesario picarlas porque son tan delicadas que se desharán sin problema y, por lo que respecta a los arándanos, nosotras preferimos dejarlos enteros ya que nos gusta encontrárnoslos en la mermelada pero, por supuesto, esto queda a gusto del consumidor.
En un cazo, mezclamos la fruta con el azúcar y el zumo de limón y dejamos reposar durante unos 15 minutos. Pasado este tiempo, la fruta habrá soltado un montón de agua y el azúcar se habrá prácticamente disuelto en ella.
Encendemos el fuego y, cuando levante hervor, bajamos la temperatura y dejamos que se haga durante unos 45 o 50 minutos (parece mucho tiempo pero es necesario).
¿Qué más necesito saber?
En este caso hemos usado azúcar moreno básicamente porque endulza menos y estas frutas ya son suficientemente dulces por sí solas pero si no tenéis, siempre podéis usar el blanco.
Para conservar la mermelada, lo mejor es envasarla al vacío. Para hacerlo solo tenemos que hervir antes los botes que vayamos a usar para esterilizarlos. Cuando la mermelada esté lista y caliente, rellenamos los botes, los tapamos y los dejamos boca abajo hasta que la mermelada enfríe. De esta forma, podemos preparar grandes cantidades de mermelada y conservarla en la despensa o regalarla.
Con esta receta participamos en el reto mensual de Facilísimo para el mes de marzo de recetas con fresas.