Los niños en verano crecen, se ponen altos y guapos, ágiles y fuertes de tanto corretear por la playa y tanto entrar y salir de la piscina a pulso por el bordillo, porque total, la escalerilla pa qué ? Nosotros, los adultos, en verano tomamos cervezas, nos inflamos a raciones, le damos al bocata playero, nos salen manchas del sol y nos ponemos fofos. Porque total, para algo hemos pasado el largo invierno poniéndonos estupendos, para tener un cuerpo que estropear. Así que ánimo con esos cuerpos post-vacacionales porque todavía queda algo de verano y hay que destrozarnos a tope. Vengan cañas a mí.
Pero para los niños comida rica y cuánto más casera mejor. Así que como hace falta preparar esas mini-neuronillas para aprender mucho volvemos con el reto ¡Qué rico Mami! que nos va a dar como siempre un montón de alternativas de platos apetitosos para niños (y no tan niños). Este mes, la anfitriona del reto es muy especial. Es María, que tiene un blog que de verdad que es una delicia para los sentidos. Yo hasta toco, huelo y chupo la pantalla, y leo en alto las recetas para que todos mis sentidos se beneficien de lo que publica. Así que ya sabéis, no dejéis de visitarlo. Se llama Sweets and Gifts y este mes nos ha propuesto que preparemos bollería hecha con masa de pan. Con masa fermentada y levada.
A mí me ha dado en todo el corasonsito porque no hay cosa que me guste más que una masa tipo brioche. A mí dame suizos, ensaimadas, cocas, roscones de reyes, y bollería fina de ese tipo que ya no conozco a nadie.
Lo malo que tienen los bollos de este tipo es que son delicados y su momento perfecto para degustar es fugaz. Se mantienen mal de un día para otro. Esa miga ligera y etérea tipo algodón de azúcar se seca fácilmente y se pone dura. Siempre se puede envolver muy bien con papel film y se puede alargar algo su vida, pero la mejor solución es la que utilizo yo: comer en el mismo día. Y asunto arreglao. Un trozo para desayunar, otro para llevar a la ofi a media mañana, otro al volver a casa porque ha-sido-un-día-duro-ahí fuera-nena (en las pelis se ponen un scotch, yo me zampo un bollo), otro después de cenar porque ahora que ha acabado mi turno de madre me siento a ver una serie y me apetece algo dulce... Y si tienes a alguien más de la familia que te siga el ritmo se acaba el brioche seguro, así lo hayas hecho tamaño zeppelin.
Eso era la parte mala de estos bollos, la buena en estas fechas en que aún hace calor es que los tiempos de levado son mucho más cortos y además hace falta menos levadura. Así que son mucho más rápidos de hacer. Espera, esto no estoy segura de que sea algo bueno? al menos no para la báscula? espera, no tengo báscula? OEOEOEOEOE!!!
Pues nada, tengo varias recetas de brioche en mi repertorio particular, algunas ya os las he enseñado (Brioche esculpido Zurkan) y otras ya os las iré trayendo porque son riquísimas, pero hoy he querido mostraros una con un formato un poco especial. La he hecho en porciones individuales utilizando un molde de muffin porque así es más práctica para llevar sin necesidad siquiera de tener que cortarlo. Los brioches solos, sin relleno, tienen ya un aroma y un sabor delicioso, pero a veces incluir unos tropezones les da un toque especial. En este caso he puesto frambuesas troceaditas y pepitas de chocolate negro. Así había un contraste de sabores fuertes (ácido de la frambuesa y ligeramente amargo del chocolate negro) con el sabor delicado y dulzón del brioche.
Para mi gusto el resultado es muy rico de sabor, aunque de textura no queda tan ligero como si lo haces grande. Imagino que el tiempo de horneado igual debería haberlo reducido algo más. Si lo preparáis os recomendaría que lo hornearais menos de lo que lo he hecho yo. Vamos a ver la receta.
Ingredientes
300 grs harina de fuerza
75 grs azúcar (puede ser blanquilla normal o glas)
15 grs de levadura prensada de panadería
125 grs de leche (la mía semidesnatada) ligeramente tibia
1 huevo
60 grs de mantequilla cortada en cubitos y dejada templar hasta que esté a temperatura ambiente. Blandita.
Otros 20-30 grs de mantequilla para fundir
2 cucharadas soperas de azúcar moreno
150 grs de frambuesas troceadas (frescas o congeladas)
50 grs de pepitas de chocolate (el mío negro)
Preparación
En un cuenco grande mezclamos la harina y el azúcar y hacemos un hueco en el centro.
Deshacemos la levadura en la leche tibia e incorporamos la mezcla en el hueco central de la mezcla de harina y azúcar. Añadimos también el huevo ligeramente batido.
Con una cuchara de madera vamos integrando desde los bordes hacia el centro la harina con los líquidos hasta que tengamos una masa que podamos manipular.
Dentro del mismo cuenco o en la encimera vamos amasando poco a poco, durante unos 5 minutos o hasta que veamos que la masa va cambiando de textura y ya no está tan pegajosa y se va alisando. Hay que tener paciencia, a medida que amasamos el gluten se va desarrollando y la levadura va haciendo su trabajo y la masa va cambiando en nuestras manos.
A partir de aquí hay que ir añadiendo la mantequilla a la masa, poco a poco. Vamos cogiendo pegotitos con los dedos y los incorporamos a la masa y amasamos hasta que la mantequilla se haya integrado completamente. Y así con todos los pegotitos hasta acabar con toda la mantequilla. Yo tardé unos 8-9 min en incorporarla toda.
Con cada incorporación veréis que la masa se pone más brillante y lisa por el efecto de la grasa que le aporta la mantequilla y al tacto es una gozada, es blandita y esponjosa. Una vez incorporada toda la mantequilla, seguimos amasando como otros 10 minutos. Se queda lisita lisita. La dejamos reposar en un recipiente cubierto con papel film hasta que llegue al doble de su volumen, unas 2 horas, o menos si hace calorcete.
La sacamos, la amasamos un poco para desgasificar y la extendemos entre dos papeles de horno hasta formar un rectángulo. Si al estirarla veis que vuelve a encogerse la dejamos relajarse unos 10 min y lo volvemos a intentar.
Fundimos los 20-30 grs de mantequilla y echamos en ella las dos cucharadas de azúcar moreno. Revolvemos bien para que se disuelva un poco y vertemos esta mezcla sobre el rectángulo extendido de masa y la extendemos bien por toda la superficie con el dorso de una cuchara o con un pincel.
Repartimos ahora las frambuesas y las pepitas de chocolate por encima.
Enrollamos el rectángulo de manera que nos quede un rollo alargado y vamos cortando "rodajas" como de 3-4 cm de grosor y las vamos colocando en los huecos de un molde para muffin y las dejamos reposar hasta que vuelvan a crecer. Como una media hora más.
Precalentamos el horno a 180º y horneamos unos 20 min o hasta que veamos que están doraditos. Yo lo horneé 25 y creo que me pasé un pelín.
Dejamos enfriar y podemos espolvorear con azúcar glas.
Si los quieres conservar, es mejor envolverlos bien en papel film, pero mejor no los dejes más de un par de días porque la textura cambia mucho.
Cosas a tener en cuenta:
- El relleno de fruta y chocolate es totalmente opcional. Simplemente con la mantequilla fundida y el azúcar con el que pintamos la masa una vez extendida ya queda muy rico.
- Cualquier otra fruta le puede quedar genial. Fruta fresca o confitada. Estoy pensando ahora mismo en trocitos de naranja confitada con o sin chocolate y me parece que puede ser lo próximo que pruebe.
Y ánimo con esos cuerpos-escombro de finales de verano, que siempre hay algún sutil truqui para que no se vean tan mal.
Unos conocidos míos que dedicaban el verano a hacer el Método Osmin