Aunque parece que fue ayer cuando estábamos abriendo los regalos de navidad, el carnaval ya está aquí y en Galicia es una de las fiestas que más celebramos. Así que nos hemos metido en la cocina para preparar uno de los dulces más típicos de estas fechas: las orejas de carnaval que, personalmente, son uno de mis postres preferidos, tan finitas y crujientes que se comen solas.
El nombre es por la forma de oreja que se les da. Bueno, en mi casa nunca se han parecido a una oreja pero, como no discriminamos, les seguimos llamando así.
¿Qué necesito?
2 huevos
2/3 taza de leche
1 taza de azúcar
4 cucharadas de anís
100 grs. de mantequilla (la receta tradicional lleva manteca de cerdo)
Ralladura de 1 limón
1/2 kg. de harina (más o menos)
Aceite de girasol
Monda de medio limón
Azúcar glas
¿Cómo lo hago?
Ponemos en un bol los huevos batidos, la leche, la mantequilla derretida, el azúcar, el anís y la ralladura de limón, batiendo bien.
Por último vamos añadiendo la harina hasta que tengamos una masa compacta que no se pegue a las paredes del bol.
Trabajamos la masa con las manos durante un par de minutos. Hacemos una bola con ella y la envolvemos con papel film. Dejamos que repose en la nevera durante un par de horas.
Pasado este tiempo, la sacamos y vamos dividiendo la masa en pequeñas bolitas. Con la ayuda de un rodillo, las estiramos sobre una superficie enharinada hasta que queden muy finas.
Las freímos en una sartén con abundante aceite de girasol y la monda del limón hasta que estén doradas. Si queremos que parezcan orejas, presionaremos con un tenedor en el centro de uno de los lados para que cojan la forma.
Las colocamos en un plato con papel de cocina para que absorba el aceite y dejamos que enfríen.
Cuando estén frías, espolvoreamos un poco de azúcar glas por encima y servimos.
¡A ponerse las botas!