El término “al dente”, como podéis imaginar, significa “al diente” y hace referencia al punto de cocción de la pasta. Ésta la encontramos al dente cuando está bien cocida por el exterior, pero en el interior queda un fino hilo de pasta sin cocer. Se nota al morderla, porque ofrece una pequeña resistencia.
¿Por qué cocerla al dente?
Los beneficios de cocer la pasta al dente los encontramos en su composición. La pasta es un alimento de alto contenido energético, y esta energía la aporta los carbohidratos. Cociendo la pasta al dente, evitamos que los carbohidratos se conviertan en glucosa antes de tiempo (cambio que debe producirse en nuestro organismo), por lo que aporta más energía y el cuerpo puede absorberla durante más tiempo.
Aunque parezca sencillo, cocer la pasta al dente tiene sus secretos, sencillos pasos que nos ayudarán a conseguir un mejor resultado final. Aquí os voy a contar los diez puntos que siempre sigo a la hora de cocer la pasta, da igual el tipo que sea, si lo hacéis de esta forma, conseguiréis una pasta rica y con una textura genial.
Qué necesitamos?
Una cazuela alta
1 litro de agua por cada 100g de pasta
Pasta al gusto
Sal
Los trucos para cocer la pasta al dente
A menos que estemos cocinando pasta de baja calidad, nunca añadiremos aceite, de lo contrario, la pasta se empapará en él y el condimento resbalará sobre ella.
La sal se añade en el momento que el agua empieza a hervir. Si la añadimos antes, la sal ya disuelta en el agua se perderá al evaporarse ésta y a la hora de echar la pasta, la habremos perdido casi toda. La dosis perfecta de sal son 7 gramos por cada 100 de pasta.
La pasta nunca se mete bajo el agua al escurrirla, porque de esta forma, le quitamos el sabor y el almidón.
Es importante comprobar el estado de la pasta mientras cuece, para evitar que se pase o quede demasiado al dente. Para ello, basta con sacar una pieza de pasta y morderla, de esta forma observaremos el centro. Para que la pasta esté al dente, debe tener en el centro un fino punto de color blanco.
La pasta fresca cuece mucho más rápido que la dura, hay que estar atentos y probarla en todo momento. La pasta como los ravioli, tortelini… Están cocidos cuando suben a la superficie.
Para cocer la pasta necesitamos una cantidad de agua bastante grande. La proporción es de 1 litro de agua por cada 100g de pasta.
Se utiliza siempre una cazuela alta y cilíndrica, independientemente del tipo de pasta, porque así el calor se repartirá de manera uniforme.
A la hora de echar la pasta al agua, lo haremos siempre junta, de manera que evitaremos puntos de cocción diferentes.
Hay que mover la pasta en todo momento, para evitar que se pegue. Sobre todo, sucede esto con pastas rellenas, que tienden a juntarse y se acaban rompiendo.
A la hora de escurrir la pasta, guardaremos un vaso de agua de la cocción por si se seca demasiado, poder rehidratarla.
Detalles
Por último, la salsa se añade inmediatamente después de escurrir la pasta, así absorberá el sabor de manera uniforme y evitaremos que se seque. Nunca hay que dejar la pasta en el escurridor esperando a que la salsa esté acabada.
Como veis, es un proceso sencillo, pero que si nos saltamos algún punto, puede variar mucho el resultado y perder ese toque que puede ensalzar nuestro plato y darle un punto extra.
Como decía antes, este método de cocción de la pasta al dente se puede aplicar a todos los tipos de pasta, teniendo especial cuidado con las pastas rellenas, moviéndolas constantemente para evitar que se peguen y el relleno salga, arruinando así parte del plato.
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