El queso fresco hecho en casa es muy sencillo de preparar y además está muy sabroso. Tiene muchas aplicaciones en la cocina ya que podemos usarlo en recetas de pasta, en postres, etc.
En cuanto a los ingredientes ya veréis que son pocos y muy baratos. Yo suelo preparar uno para las cenas y comidas de navidad como entrante, acompañado de un buen jamón serrano y pimiento asado. Hace las delicias de todo el mundo, porque su sabor no tiene nada que ver con los quesos que podemos encontrar en cualquier supermercado. Existen muchas recetas en internet, yo he probado ya unas cuantas, pero al final después de tanto ensayo y error por fin he encontrado la forma adecuada de hacer el queso. Se puede hacer usando un termómetro de cocina e ir midiendo las temperaturas en cada instante, pero como no tengo, pues lo hago basándome en intervalos de tiempo. Pues bien vayamos al grano, los utensilios que necesitamos son:
1 bol
1 cuchara de madera
1 cazuela antiadherente
1 pequeño recipiente hermético
1 paño de tipo muselina (gasa, servilleta, trapo de cocina, pañuelo)
1 colador
1 trozo de cordel
Y a continuación los ingredientes:
2 cucharadas de vinagre blanco
1 yogurt blanco
1 litro de leche fresca entera
1 pizca de sal
En cuanto al paño yo uso uno tipo gasa de esos que son para los bebés, lo compré en Carrefour. Pero se puede usar un pañuelo de cuello (bien limpio), una servilleta de tela o un paño de cocina. La leche fresca la suelo comprar en Lidl o en Mercadona, su precio es de ochenta y algo céntimos. Veamos los pasos a seguir:
Sacamos el yogurt de la nevera. Ponemos el fuego al mínimo y calentamos la leche.
Poco a poco hasta que comience a burbujear por los bordes.
En ese momento apagamos el fuego y dejamos reposar 20 minutos.
Después de ese tiempo, añadimos el vinagre y el yogurt y removemos un poco.
Dejamos actuar 10 minutos más y colocamos de nuevo a fuego medio.
Llevamos a ebullición y observamos como la leche se corta bastante y hace espuma. Veremos que se separa en una parte sólida y otra líquida. Entonces apagamos el fuego y dejamos reposar otros 10 minutos.
Preparamos un colador sobre el bol y colocamos el trapo encima, vertemos la mezcla de manera que el suero quedara en el bol y el queso en el trapo. Ojo: el suero sobrante no se tira, lo reservamos ya que se utiliza para preparar pan o pizza y además se puede congelar.
Después escurrimos el queso, le ponemos un poco de sal al gusto y hacemos un hatillo atándolo con un cordel.
Lo colgamos del grifo o de una cuchara de madera apoyada sobre una cacerola alta, escurriendo nuestro queso fresco.
Lo dejamos drenando durante 10 minutos y a continuación lo sacamos del trapo.
Colocamos el queso, tal como está, en un pequeño recipiente de plástico y lo introducimos en la nevera en la parte menos fría. Nos saldrán unos 180 gr y dura una semana más o menos. Veremos que el queso no ha escurrido del todo si no que se ha reservado una parte del suero que va soltando dentro del recipiente donde lo hemos guardado, eso es bueno.
En cuanto al suero sobrante, dejáis que se enfríe y lo guardáis en un recipiente hermético en el congelador ya que lo usaremos en próximas recetas. Como veis ¡aquí no se tira nada!