Ya he comentado en alguna otra ocasión que el Tickets es unos de los restaurantes en los que mejor me lo he pasado comiendo. Hacen el tipo de cocina que me gusta a mi: divertida, moderna, para compartir pero de muy alta calidad, con técnicas innovadoras y con sabores sorprendentes.
Por eso, cuando me ofrecieron una reserva no dudé ni un momento en aceptarla. Ya había ido hacía un par de años y me apetecía muchísimo volver. Y aunque no hace ni una semana de esta cena, ya vuelvo a tener ganas de ir otra vez.
Vamos con las fotos y los comentarios de los platos.
Cóctel sólido: un clásico de los Adrià, el cóctel que no se bebe, se come. Se trata de manzana con pacharán, vodka y remolacha, decorada con yuzu y un toque de sal. Delicioso y muy adecuado para empezar, aunque tal vez demasiados trozos para dos personas.
Pescaito frito: como muchos de los platos del Tickets tiene truco. Aunque el gusto es de pescaito frito, en realidad se trata de obleas de arroz con polvo de algas y de bacalao. Intercalado con el cóctel anterior, los sabores se complementaban perfectamente.
Xuxi de semilla de tomate: pan de coca tostado con aceite texturizado, semillas de tomate y una de las mejores anchoas que he probado nunca. Decorado con obulato plateado para simular las escamas del pescado. Corto pero intenso.
Olivas del Tickets: un clásico de verdad. Nos dieron a probar las dos, la variedad verdial y la gordal. Yo me quedo con la primera, su gusto suave y delicado invita a comer una tras otra.
Miniaribags de manchego: creo que es el plato que más me gustó de toda la noche, y eso que ya lo había probado en otra ocasión. Un pano superfino relleno de crema de queso manchego, cubierto con queso manchego, caviaroli de aceite de avellana y polvo de piel de avellana. Al estilo de las olivas, al morderlo nos encontramos con un interior casi líquido que nos esparce su sabor por toda la boca.
El huevo y la trufa: para compensar, este fue el plato que menos nos gustó de todos los que probamos. No quiero decir que no estuviera bueno, pero la combinación de sabores ya la tengo bastante probada, aunque hay que decir que la ejecución del plato era muy buena.
Viaje nórdico: creo que el nombre del plato describe perfectamente lo que se siente al probarlo. Notamos en la boca como si estuvieramos en Finlandia, Suecia o Noruega. Lleva pan de malta, buey curado, chalota encurtida,… además está todo decorado con vinagre en polvo. Espectacular es decir poco.
Ostra thai: una ostra de un tamaño que asusta, casi se hace difícil comerla. De sabor delicado e intenso, la salsa que la acompaña es de manzana ácida.
Bhan de anguila: un bocadillo típico vietnamita con un pan de algas, relleno con anguila y mayonesa de wasabi. Suave y delicioso.
Canelón de buey de mar: otro de los clásicos del Tickets, aunque en esta ocasión nos dijeron que estaba relleno con snow crab, un cangrejo gigante que se recoge en aguas frías. La verdad es que me dejó un poco indiferente, el relleno estaba bueno, pero la textura no me acabó de convencer.
Patatas confitadas: ya casi acabando nos llega este plato de sabor muy intenso, especialmente por el caldo de costilla de cerdo que lo acompaña. Invita a untar pan (que no pedimos, claro) mientras nos comemos las patatas, que se deshacen en la boca de lo tiernas que están, y las acompañamos del jamón. Un jamón que no vamos a encontrar en el super, seguro. A pesar de ser jamón dulce, podemos decir que es jamón, jamón.
Liebre sin royale: acabamos ya la degustación con la liebre. La verdad es que llegamos a este plato sin ningún tipo de hambre. Comimos con los ojos en esta ocasión, a pesar de que nuestro amable camarero en todo momento nos estuvo preguntando si íbamos bien de hambre, si queríamos más o menos platos. Al no tener nada de hambre tampoco lo puedo juzgar muy bien, pero me pareció que el gusto del vinagre de la alcaparra resaltaba demasiado.
Tapones de corcho: un postre superoriginal, con chocolate y bizcocho empapado en café. Nos hubiera gustado probar algún otro postre, pero no nos quedaba hueco para nada más.
La cuenta: la verdad es que nos sorprendió bastante el importe final; para bien, claro. La cosa salió por 65 euros por persona, bastante menos que los ochenta y pico que nos costó la primera vez, y como he dicho salimos muy llenos. Es cierto que no pedimos vino, pero si una botella de Inedit grande, por lo que la cuenta con vino tampoco hubiera subido muchísimo más.
Totalmente recomendable si conseguís reservar sitio, que creo que es la única parte negativa del Tickets: la dificultad para realizar una reserva. El precio a pagar cuando la relación calidad / precio es tan buena.
Tickets (La vida tapa)
Avinguda del Paral·lel, 164
Barcelona