Marea Alta fue uno de los estrenos importantes el año pasado en el panorama gastronómico de Barcelona. Centrado en el producto del mar, destacan sus pescados preparados a la brasa, pensados para compartir entre varias personas por el impresionante tamaño de algunos de ellos.
Su localización es otra de sus características destacables, ya que podemos encontrarlo en la parte más alta de la Torre Colón, al final de las Ramblas, concretamente en la planta 24. Con esa altura, es difícil encontrar mejores vistas de toda Barcelona.
No teníamos muy claro que íbamos a pedir, pero al ver la posibilidad del menú degustación nos inclinamos por él, pensando que así tendríamos la posibilidad de probar muchas más cosas que si pedíamos de carta, lo cual creo que fue un acierto.
Solo un punto negativo de la visita, después del menú nos ofrecieron tomar el café en la terraza de la planta inferior, pero cuando estábamos a punto de bajar nos dijeron que había un evento, por lo que nos quedamos sin café y sin terraza, así que habrá que volver otro día a probar alguno de los cócteles que allí preparan.
Vamos con los platos que probamos allí.
Mejillones escabechados: gustosos, con un toque a brasa y un escabeche que invitaba a untar pan (cosa que, evidentemente, hicimos).
Caballa marinada con manzana: el acompañamiento de la manzana es una gran opción en esta preparación.
Anchoas: probablemente unas de las mejores anchoas que he probado en un restaurante (empatadas con las que nos sirvieron en el Tickets). El aceite en el que venían bañadas era, simplemente, delicioso.
Caixetes del Delta: un molusco con un sabor potente, realzado al haber sido hervido en agua de mar, y una textura recia. Para comerse una docena.
Yogur de bacalao, crumble de olivada, pan de centeno y mermelada de tomate: como una brandada más cremosa de lo habitual. Buena combinación con el crumble y el pan, pero me sobraba el dulzor de la mermelada.
Tartar de gamba con crujiente de pollo: bien el tartar, pero fatal el crujiente de pollo, que dejaba en la boca una sensación de estar comiendo una pastilla de caldo concentrado, casi como comer tierra.
Navajas, espárragos y salsa de almejas y vino blanco: una salsa deliciosa con sabor potente a almejas. Los espárragos y las navajas en su punto.
Guisantes con sepia: un clásico de la cocina catalana, con un caldo muy sabroso y los guisantes en su punto exacto. Si nos llenan el plato hasta arriba también nos lo acabamos.
Gambas a la brasa: buen producto bien preparado. El riesgo de las gambas a la brasa es que queden demasiado secas, pero no era para nada el caso.
Cocochas: untuosas y con el toque ahumado de la brasa. Realmente ricas.
Rodaballo: llegamos al final de la parte salada con la especialidad del restaurante, los pescados grandes preparados a la brasa. Bañado con vinagre y agua de mar, esta “salsa” evita que se reseque y el toque ácido le queda genial al pescado.
Viene bastante “preparado”, por lo que no tenemos que hacer demasiado esfuerzo para separar la carne de las espinas y acabar con él (cosa que no era sencilla, porque la pieza era bastante grande).
Frutos rojos con sorbete de frutos rojos, sauco y yogur: una especie de prepostre, refrescante, que nos limpia la boca, pero con personalidad propia.
Pastel de almendras con espuma de amaretto y sorbete de albaricoque: el pastel parece un postre de pastelería, es jugoso y con un sabor a almendras muy pronunciado. Combina perfectamente con la espuma de amaretto, aunque no tanto con el sorbete de albaricoque, que se disfruta mejor aparte.
La cuenta: el menú degustación sale por 90 por persona, un precio bastante aceptable para la calidad del producto que se sirve y también para la cantidad. Evidentemente, no es como para ir cada mes, pero para darse un capricho en un lugar con unas vistas fantásticas a toda Barcelona vale mucho la pena.
Marea Alta
Avinguda de les Drassanes 6, Planta 24
08001 Barcelona