La felicidad es un trozo de tarta, sobre todo si es un trozo de esta tarta de zanahoria. La Carrot Cake existe desde la Edad Media y es, a nuestros ojos, uno de los mejores inventos que ha dado la repostería anglosajona. Tiene un sabor intenso muy característico, mezcla de las especias y del dulzor de la zanahoria, un color increíble y el contraste con la crema de queso es inmejorable.
¿Se nota que es una de nuestras tartas favoritas? Pues parece que no solo nuestra ya que esta tarta de zanahoria hasta tiene su propio hueco en el museo de la zanahoria. Después de probar un número indecente de recetas, hoy os traemos nuestra versión ideal de la Carrot Cake. La hemos hecho al estilo Starbucks, una de las más famosas y uno de los postres estrella de este establecimiento. Esperamos que os guste la mitad que a nosotras.
¿Qué necesito?
Para el bizcocho:
180 gr. de harina normal (no de repostería)
280 gr. de azúcar moreno
240 ml. de aceite de girasol
3 huevos
2 cdtas. de levadura en polvo
1 cdta. de bicarbonato
1 cdta. de canela molida
1 cdta. de jengibre molido
1/2 cdta. de sal
1/4 cdta.de nuez moscada
1/4 cdta. de pimientas molidas
1/4 cdta. de vainilla
220 gr. de zanahoria rallada
100 gr. nueces (o menos, al gusto)
Para la crema de queso:
50 gr. de mantequilla
300 gr. de azúcar glas
125 gr. de queso tipo Philadelphia
1 cda. de leche
¿Cómo lo hago?
El bizcocho de zanahoria...
Lo primero de todo, precalentamos el horno a 180º y rallamos nuestras zanahorias para tenerlas listas en el momentos de la preparación. La zanahoria tenéis que rallarla con la parta más fina del rallador, porque no se trata de sentir la zanahoria en el bizcocho.
En un bol, mezclamos bien los ingredientes secos, es decir, la harina, el bicarbonato, la levadura en polvo y las especias (la canela, el jengibre, la nuez moscada, la pimienta y la sal).
En otro bol, batimos el azúcar moreno y el aceite hasta obtener una mezcla homogénea y sí hay que batir un buen rato (cuidado con medir bien el aceite, son mililitros no gramos). Aquí va a ser fundamental la calidad del azúcar moreno que empleéis y puede alterar muchísimo el color de vuestro bizcocho.
A continuación añadimos los huevos de uno en uno y batimos bien. No incorporéis el siguiente huevo hasta que el anterior esté bien mezclado.
Por último, añadimos la vainilla y ya tenemos lista la masa líquida.
Ahora, toca agregar la mezcla de ingredientes secos a la masa líquida. Mezclamos bien hasta que se incorporen todos los ingredientes.
Ha llegado el momento de añadir la zanahoria rallada y las nueces picadas. Basta con mezclar todo ligeramente con una espátula.
Vertemos la mezcla final sobre un molde, previamente engrasado con mantequilla y horneamos durante unos 45 minutos aproximadamente. Verificamos la cocción pinchando un palillo en el centro y cerciorándonos de que salga limpio. Lo dejamos enfriar sobre una rejilla.
La crema de queso...
Ahora que ya tenemos nuestro bizcocho listo nos toca preparar la crema de queso con la que cubriremos y rellenaremos nuestro bizcocho.
Comenzamos colocando la mantequilla (que habremos sacado de la nevera 15 minutos antes) en un bol y trabajándola con la batidora hasta ablandarla completamente.
Tamizamos nuestro azúcar glas varias veces para evitar que se perciban los granos en nuestra crema. Lo tamizamos e incorporamos poco a poco a la mantequilla y lo vamos trabajando. Cuando acabemos, añadimos el queso Philadelphia frío (directamente de la nevera) y batimos hasta obtener una mezcla homogénea y sin grumos. Hay que batir durante un buen rato ya que nuestra crema debe ser lisa y suave. Por último añadimos una cucharada de leche (o incluso dos) para suavizar la crema.
El último paso es el montaje de nuestra tarta. En nuestro caso, hemos cortado el bizcocho en dos y lo hemos rellenado y luego cubierto con la crema de queso. También podéis optar por solo recubrir el bizcocho con la crema, quedará igualmente genial. Si os apetece, también podéis animaros a decorar la tarta con nuez picada como hemos hecho nosotras.
Y nada más. ¡A zamparse la tarta de zanahoria con moderación!
Por cierto, si no os podéis resistir a comerla entera y queréis conteneros o queréis prepararla con antelación para una celebración, no os preocupéis porque podéis congelarla sin ningún problema.