No, no la comí, pero me busqué la receta y la hice. Para qué esperar.... Iba a Badajoz de viaje y mi compañero me dijo que teníamos que probar el Técula Mécula. Os podéis imaginar mi cara cuando oí esa palabreja. El caso es que no tuvimos oportunidad de probarla así que cuando llegué a casa la busqué en internet y... esa pinta me cautivó, así que me metí en faena y ese mismo finde me puse a ello.
Y es que no hay nada que me convenza más rápidamente de un postre que la cantidad de yemas que lleve. No es que sea lo mejor para mi colesterol, pero que le voy a hacer si me pierde... Como me pasa con los ovosmoles (típicos de Aveiro), que son yema pura y azúcar nada más y es empezar a comerlos y no saber parar...
El caso es que aprovechando que tenía visita en casa a cenar les puse el postre para rematar la noche y.... sí, repetimos. No digo más. Le añadí un huevo más (por si no eran suficientes con los que ya lleva la receta) y por miedo a que se quedara muy seca no quise dejarla mucho más tiempo en el horno y quedó muy jugosa. La idea es que el interior quede un poquito más seco y compacto, pero aún así la textura quedó estupenda.
Si os decidís a prepararla, cosa que os recomiendo encarecidamente, dejadla unos minutos más. Para evitar que se tueste demasiado por fuera, tapadla con albal y listo. No os arrepentiréis.
La Técula Mécula es un dulce típico de Olivenza hecho a base de huevos y almendra. Parece ser que la receta es portuguesa pues esta localidad perteneció anteriormente a la vecina Portugal y sólo es parte de España desde 1801. Así que, una vez más, hay que dar las gracias y enhorabuena al país vecino porque vuelve a cautivarnos con un dulce que no te dejará indiferente cuando lo comas.
Ingredientes
500 gr azúcar
250ml de agua
250 gr harina de almendras
3 huevos enteros y 8 yemas más
3 cucharadas de harina fina de maiz (Maicena)
50 gr manteca de cerdo
30 gr de mantequilla.
Harina para espolvorear
Azúcar glas para espolvorear
Ponemos a cocer el azúcar con un vaso de agua hasta que se haga un almíbar a punto de hebra, tras unos 10 minutos hirviendo se suele conseguir. Apartar y dejar que se temple.
Cuando el almíbar esté templado, añadimos la almendra molida, la manteca y la mantequilla y por último las yemas y las claras (sin batir). Mezclamos un poco e incorporamos la harina tamizada. Mezclamos bien todos los ingredientes con una espátula.
Vertemos la mezcla en un molde untado con mantequilla y forrado de papel sulfurizado. Espolvoreamos de harina por encima, para que se forme una costra al hornearse y metemos en el horno a 180 grados durante 30 minutos, o cuando pinchando con un palito salga limpio, pero no hay que dejar que cueza demasiado para que no se reseque.
Dejamos que se enfríe algo antes de desmoldarla. Se puede soplar un poco para quitarle la harina sobrante y una vez fría cubrimos de azúcar glas.
Fuente: Lengua que te quiero lengua