Hace unas semanas me propuse empezar a publicar recetas que desde siempre van unidas a mis recuerdos, sabores con los que crecí y que siguen estando de plena actualidad, recetas que a pesar del cambio de la sociedad, mantienen vivas las tradiciones, como es el caso de las torrijas.
Recuerdo la Semana Santa en la cocina de mi madre... como han cambiado los tiempos, debe de haber pasado mil años, preparando torrijas de leche y de vino, mientras escuchábamos música clásica o noticias, ya que en aquellos días no se emitía nada mas. Toda la cocina se inundaba de olor a leche, azúcar y canela, y mis cinco hermanos (por cierto todos hombres), merodeaban muy atentos alrededor de mi madre y de mi, para en un descuido, salir corriendo con una torrija en la mano.
Pero volviendo al momento actual, como ya sabéis el otro día tuve la suerte de ir al obrador de la Pastelería Nunos donde su dueño José Fernández tuvo la amabilidad de enseñarnos la nueva Colección de Torrijas 2014, he pensado que sería buena idea preparar distintas torrijas partiendo de las de toda la vida e innovar un poco, las iré publicando en los próximos días.
Ingredientes:
1 Barra de pan de torrijas
1 Litro de leche
170 g. Azúcar
1 Canela en rama
La cáscara de media naranja
La cáscara de medio limón
Azúcar para espolvorear
Canela molida
2 Huevos
Aceite suave de oliva
Elaboración:
En una cazuela ponemos la leche con el azúcar, el palo de canela, la cáscara de naranja y la de limón y dejamos que hierva un par de minutos. Apartamos del fuego y dejamos entibiar.
Mientras cortamos la barra de pan especial de torrijas en rodajas de dos centímetros, es preferible comprar el pan el día anterior, para que se asiente mejor la miga y que empape bien la leche.
Colamos la leche y sumergimos de pocas en pocas las torrijas hasta que veamos que han absorbido bien el líquido, sacamos y colocamos en una rejilla para que escurran el excedente, y así hasta terminar con todas. Si os sobra leche, yo sigo la sigo echando con una cuchara sobre las rodajas de pan.
Ponemos abundante aceite de oliva suave en una sartén, con un trozo de cáscara de limón para aromatizarla, y la retiramos cuando esté dorada.
Batimos los huevos, pero en lugar de rebozar las torrijas, simplemente las pincelamos, con ello evitaremos que haya menos restos quemados en el aceite, esto nos lo aprendimos el otro día en Nunos .
La forma de freir la torrija es la parte mas importante, para ello tenemos que introducirlas en aceite bien caliente, sin sobrecargar nunca la sartén, de ésta manera no bajará temperatura, se sellará la torrija y apenas se saldrá leche. No obstante, yo siempre tengo dos sartenes al tiempo, en una voy friendo las torrijas y en la otra tengo un colador con papel de cocina, entre tanda y tanda cuelo el aceite, cambio de sartén y friego la usada, para tenerla lista en la siguiente tanda, así evito esas torrijas con restos quemados.
La fritura tiene que ser rápida, 30 segundos de cada lado, la sacamos y la dejamos enfriar en una rejilla. Una vez fria, mezclamos el azúcar con la canela molida y espolvoreamos con ella las torrijas. Tendréis unas torrijas jugosas no, superjugosas y tiernas.