¿Os podéis creer que una receta tan española como las torrijas de Semana Santa la haya tenido que aprender de una vecina cubana maravillosa que tuve?
Durante unos años viví en una zona hermosa, tranquila y maravillosa. Uno de esos lugares que vemos a veces fotografiados en las agencias de viajes y que nos hacen soñar con la posibilidad de poder estar ahí algún día. Sólo necesitábamos los kilómetros que separan Madrid de Valencia para estar en un sueño de mar azul, transparente, playa de arena blanca y fina, vegetación exuberante y cultura milenaria.
Vivía en un apartamento. Aunque allí lo habitual son las casas, yo prefería no tener jardín por el "amor imposible" entre los "bichitos" y yo.
Un día llamaron al timbre y ante mi estaba ella, mi vecina. Una dama elegante, de buen porte, alta, educada y con un acento cubano fascinante m´hiha. Con mi cultura europea, poco dada a las confianzas sin presentaciones, me resultó sorprendente la soltura, el desparpajo y la excesiva gesticulación con las manos de que hacía gala mientras hablaba.
Poco podía imaginar en ese momento que estaba comenzando una amistad, a pesar de la diferencia de edad (ella podía ser mi madre) , que perdurará siempre.
Un día vino a casa con unas torrijas que a su hijo le gustaban tanto que, cada vez que iba a verla desde Nueva York, se llevaba un táper lleno de ellas.
Es una receta diferente a las nuestras tradicionales porque ella las hacía con vino tinto seco y, en vez de freirlas en aceite de oliva, lo hacía en mantequilla. Además, les hacía un almíbar para que se mantuvieran jugosas más tiempo.
Yo os la pongo tal y como ella me la pasó porque, la verdad, a mi familia también le encanta esta receta. Aunque yo les pongo azúcar o miel en vez del almíbar.
Ingredientes:
Para 20 torrijas
2 barras de pan del día anterior o 2 barras de pan de torrijas (yo usé este último porque tiene miga blanda y compacta y poca corteza). Si pinchas aquí verás cómo es este pan. También puedes usar rebanadas de pan de molde.
1 litro de leche
1/2 cta. de sal
2 y 1/2 tazas de azúcar
1/2 litro de vino tinto seco
2 barras de canela en rama
1 cáscara de limón
2 ctas. de vainilla líquida
4 huevos
1 barra de mantequilla Almíbar:
4 tazas de agua
4 tazas de azúcar
1 cáscara de limón
1 barra de canela en rama
1 cta. de vainilla líquidaPreparación:
Torrijas
Poner a hervir la leche con el azúcar, la sal, la cáscara de limón y la canela. Cuando esté hervida, apartar y añadir la vainilla líquida. Reservar y dejar enfriar.
En una cazuela aparte, hervir el vino 5 minutos para que pierda el alcohol. Dejar enfriar.
Colar la leche y mezclarla con el vino.
Cortar el pan en rebanadas de 2 cm. de grosor aproximadamente y distribuirlas en una tartera o fuente con un poco de fondo.
Verter la mezcla sobre las rebanadas de pan e ir dando la vuelta para que se empapen bien de la leche.
Preparar una fuente y poner papel absorbente sobre ella.
Batir los huevos e ir rebozando el pan remojado.
Poner un poco de mantequilla en una sartén pequeña y, cuando esté caliente (¡Ojo, no se vaya a quemar la mantequilla!), freir de tres en tres las rebanadas, cambiando la mantequilla cada vez para que no se queme.
Sacarlas y depositarlas en la bandeja con el papel para que absorba el exceso de grasa.
Almíbar:
Poner todos los ingredientes a hervir y dejar reducir hasta que esté meloso, pero no demasiado, para que no se haga azúcar. Dejar que se enfríe antes de echarlo sobre las torrijas.
Posiblemente mi vecina nunca leerá este post porque ya es muy mayor pero, es una persona tan entrañable para mí, que os dedico esta receta de su parte.