Diez de la noche. Se acaba la jornada laboral, echamos el cierre y ultimamos con rapidez. Nos arreglamos, misma ropa, pero con un toque más sofisticado, pues añadimos a la ecuación el maquillaje y los tacones. La misión de esta noche, probar La Jamada.
Recién salidas de trabajar, con apenas unos minutos para cambiarnos, teníamos cita para cenar en La Jamada, el restaurante del famoso chef Antonio Arrabal, popularmente conocido por su participación en el programa Top Chef. Así comienza esta historia gastronómica, nada más y nada menos, que en una noche fría y lluviosa en la ciudad de Burgos.
Aquí nos veis a las cuatro. Esta foto representa una pequeña vengaza con retraso que tenía hacia ellas, pues no querían salir en el post, pero me temo que no les queda otra, ¡jajaja! Yo soy la del fondo, con la camisa negra de lunares blancos. Si reconocéis a alguna, por favor, no dudéis en comentar, ya que se ofrece recompensa por ellas.
Una vez ya sentadas comenzó la difícil elección de qué pedir. Los manteles ubicados en las mesas, eran las cartas y las dimos mil vueltas. Mientras nos decidíamos, nos pusieron para picar unas aceitunas y unos snacks picantes. Finalmente, nos decantamos por un entrante de nachos con queso, chile y guacamole. Pensamos que picaría muchísimo, pero nada que ver, estaban muy ricos y no dejamos ni uno.
Como platos fuertes las hamburguesas, porque nos habían hablado muy bien de ellas. Por un lado, la Jamburguesa de ternera de lujo charolesa con queso curado, cebolleta, rúcula y chutney de tomate. Y por otro, la Jamburguesa de pollo crujiente especiado, con salsa tártara, cebolleta y salsa agripicante. Ambas realmente deliciosas.
Finalmente, los postres. Aquí nos dejamos llevar muchísimo y decidimos arriesgar un poco más a ver lo que salía. Empezamos con unos mochis de chocolate blanco, con té matcha y crema de fresa. Al principio cuando los vimos pensamos en voz alta: “¿esto qué es?”. Sin embargo, en cuanto lo probamos nos encantó, sabían como a los yogures Petit Suisse, aderezados con galletas Oreo.
Luego nos pedimos un trampantojo, porque si os fijáis en la imagen, parecían unas patatas bravas de toda la vida. Mas no, eran las llamadas bravas dulces del Sr. bueno, que traducido significaba: manzanas caramelizadas con sirope. Toda una sorpresa.
Para finalizar, terminamos con una reconstrucción de tiramisú, elaborado con crema de café, bizcocho y helado de queso. Además, por encima, estaba espolvoreados con café. No sé si es así, pero yo diría que el bizcocho al ser tan ligero estaba hecho al microondas. Eso no quita que no estuviera rico, rico.
Entre risas, charla y bocados acabamos la noche en uno de los restaurantes más de moda de Burgos y por supuesto, de España, con un servicio excelente. Espero que os haya gustado y sobre todo, os animo a que acudáis. A continuación, mi valoración final.
Comida
Servicio
Presentación
Emplazamiento
Promedio
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