Y es que, tal y como señala la especialista en nutrición infantil Marta González Caballero y autora del libro Manual de alimentación infantil, "se deben introducir estos productos en pequeñas cantidades e ir aumentando la dosis de forma progresiva para que el pequeño se acostumbre al sabor".
Triturar la verdura o el pescado es una buena solución para empezar. El niño, al no ver elementos extraños, no siente rechazo por lo nuevo. Eso sí, no debemos conformarnos con eso, hemos de dar un paso más allá. "Los alimentos, en un principio, deben estar triturados de forma homogénea y una textura muy fina", asegura la experta. "De forma progresiva, hemos de ir cambiando a una textura más gruesa hasta llegar a los trozos. En ningún caso obligaremos al pequeño a comer ni tampoco se le debe triturar todo para que tarde menos en comer, ya que de esta forma las comidas se hacen rutinarias".
Otra recomendación importante es dejar un margen de tiempo entre los alimentos que se introducen para que el niño se pueda habituar a los nuevos sabores y texturas. Marta González considera que el espacio mínimo ha de ser entre una y dos semanas.
Cómo conseguir que coman verduras
Las primeras verduras que podemos introducir en la dieta del niño pueden ser la zanahoria, la judía verde y la cebolla. Según la dietista, "entre los 5 y los 6 meses se pueden empezar a añadir estas verduras hervidas y trituradas junto con una patata, también hervida y triturada".Asimismo, "se pueden preparar purés con cereales sin gluten como la sémola de arroz, la sémola de maíz y la tapioca", explica González Caballero. "Una vez toleradas éstas, se pueden ir añadiendo otras como la calabaza, el calabacín, el puerro y las acelgas".
¿Cómo ofrecérselas al bebé? La especialista nos lo detalla: "se pueden dar trituradas directamente con cuchara o bien mezcladas en el biberón de leche (se empieza por una cucharadita y luego dos en la comida del mediodía y se van aumentando las cantidades según las reacciones del niño). De esta forma, al cabo de 3 ó 4 semanas se llega a dar al pequeño 4 ó 5 cucharadas soperas (equivalentes a un potito de 100 gramos)".
Los siguientes pasos, según la experta
Alrededor de los 8 meses: se puede comenzar a introducir el tomate hervido y sin piel ni semillas (nunca crudo).
De los 10 a los 12 meses: es el momento de ofrecerle al niño las verduras cocidas, pero sin triturar, ya que ha de dar el paso del puré a la masticación. De momento, es pronto para las ensaladas crudas.
De los 12 a los 18 meses: se puede empezar a dar ensalada cruda en pequeñas cantidades y en trozos muy pequeños.
Las verduras de la familia de las coles y la alcachofa es mejor añadirlas a partir de los 15 meses ya que son muy flatulentas.
Las patatas constituyen aproximadamente la mitad del contenido de los platos con verduras o en los purés.
¡A por el pescado!
A la hora de introducir este alimento, que posee un sabor tan particular, hemos de comenzar con pescados blancos como el lenguado, la merluza o la pescadilla. "Es el momento a partir de los 9 meses, y lo haremos de 1 a 2 veces a la semana (antes es peligroso ya que puede producir la aparición de alergias)", señala González Caballero.La experta apuesta por incluir en los purés de verduras cantidades entre 30 y 40 gr. (retirando meticulosamente piel y espinas). "La introducción no debe ser brusca ya que el fuerte sabor del pescado puede provocar rechazo por parte del pequeño", puntualiza.
De los 10 a los 12 meses: incrementaremos la cantidad de pescado blanco a 50-60 gramos.
De los 18 a los 24 meses ya se puede introducir los pescados azules como el salmón, las sardinas o el atún.
A partir de los 3 años ya se puede introducir marisco en pequeñas cantidades (gambas, langostinos, mejillones, calamares, etc.)
A partir de los 2 años se pueden introducir salsas ligeras como la bechamel o la salsa de tomate para que el pequeño acepte mejor algunos alimentos pero no hay que abusar.