Sólo hay un lugar sobre la Tierra donde lo majestuoso se viste de sencillez, donde lo solemne ronronea a los pies de la naturaleza. El único lugar donde lo místico se funde, sin miedo alguno a la hoguera, con lo enigmático.
SAN LORENZO DE EL ESCORIAL
Dispuesta a disfrutar de unos días libres que tuve a finales de octubre, no dudé ni un momento cuando mi hermano me ofreció hacer una ruta de senderismo en la zona de El Escorial, más exactamente, en una de las montañas de la Sierra de Guadarrama: el Monte Abantos, centinela fiel del Real Monasterio.
Es mucha la atracción que siempre ha ejercido sobre mi este paraje, considerándolo, sin duda alguna y sin necesidad de que nadie nos de un "Diploma", una de las Maravillas del Mundo.
Sin embargo, hasta ahora siempre había disfrutado de este agraciado pueblo y su regio edificio a pie de calle. Siempre mirando hacia arriba y sin poder abarcarlo todo con una sola mirada.
Esta vez no. Esta vez nos íbamos a subir al CIELO para tener la mejor de las vistas.
27-OCTUBRE-2013
Tengo la suerte de vivir cerca de San Lorenzo de El Escorial, siendo así que en media horita nos plantamos allí. Es un pueblo que nunca deja de maravillarme a pesar de haberlo visitado infinidad de veces y ese día, particularmente y con el otoño a flor de piel, estaba precioso. Además, nos acompañaría un día fresco pero radiante.
Llegamos sobre las 9.30 h. aproximadamente y, cómo no, había que tomarse un café para entonar el cuerpo.
Después, callejeamos con el coche por esa particular enredadera de calles buscando el aparcamiento "Euroforum Felipe II" que está junto a la Presa del Romeral. Desde allí empezaría nuestra ruta.
Presa del Romeral. Al fondo el Monte Abantos
Aunque en la zona hay rutas ya marcadas, nosotros fuimos por varios tramos alternativos. Es lo bueno de ir con un experto en senderismo.
Primero atravesamos un atajo a través de pinos, jaras y escobones, tan típicos en la Sierra de Madrid. Sobrepasada esta primera parte, ya se empezaban a atisbar los paisajes que nos íbamos a encontrar y que la propia altura iría engrandeciendo.
Atajo y Presa del Romeral desde arriba
El primer respiro que encontramos fue una planicie atravesada por el arroyo del Romeral, que nos recibió con un espectáculo de colores.
A partir de ahí, nos esperaba un camino duro (más para una aprendiz de senderismo como yo) pero realmente gratificante.
Aunque echábamos de menos al resto de componentes de nuestra expedición, que por unos motivos u otros no pudieron venir, sí que es cierto que la travesía con mi hermano, siendo los dos de natural sosegado y de gustos parecidos, fue de lo más reconfortante. Aprovechamos para hablar de nuestras cosas; nos reímos con otras tantas como cuando me quería matar llevándome Monte Abantos "pa´rriba" en linea recta en vez de ir zigzagueando.. Y, entre unas cosas y otras, nos íbamos deleitando con las instantáneas que nos encontrábamos a cada paso.
Cuanto más ascendíamos más se abría el cielo ante nosotros, dejando atrás la bóveda de ramas que nos había acompañado en la primera etapa del camino. Horizontes cada vez más increíbles y un nuevo compañero de viaje que se había colgado de mi mochila: Don Cansancio.
Ya casi estábamos.. Nos faltaba muy poquito para la que sería la primera "llegada".. Sólo nos quedaba atravesar un tramo recto pero inclinado.. A ambos lados, como aficionados que esperan a pocos metros de la meta, pinos altos, rectos, solemnes, nos recibían y nos ocultaban lo que nos esperaba al final de esta travesía. Era la última cortina a retirar.
Último tramo (dcha.) - Dejando atrás la Fuente del Cervunal (Izq.)
Al final de este corredor del cansancio, nos encontramos con la Fuente del Cervunal: una pequeña excusa para parar y respirar. Nosotros, sin embargo, decidimos continuar nuestra ruta.. Sólo nos quedaba una subida algo más inclinada... Un poco más, el último esfuerzo.. Y al final, ya convertido nuestro camino en una suave explanada, ante nosotros el Templo más bonito que he visto nunca. Sin columnas de marmol.. Sin vidrieras ni retablos de oro.. Y con una sola imagen: el Infinito.
Lado Este Lado Oeste.. Al fondo la provincia de Ávila.
Más de tres horas habían pasado desde que empezamos la ruta hasta que llegamos al que sería nuestro palco (a 1.700 m.), donde podríamos por fin descansar y deleitarnos con todas las vistas que aún nos quedaban por ver.
Una vez que tomamos asiento, lo primero fue intentar identificar cada rincón de aquella maqueta a pequeña escala.. Al fondo el embalse de Valmayor, el más grande de los que se ve.. También el embalse y la presa de La Granjilla... Más allá, a la izquierda, el pueblo de Collado Villalba.. A la derecha Valdemorillo... más a la derecha, dos montes hermanos: las Machotas.. Al fondo, escudriñando un poco, Madrid.. Y justo a nuestros pies: San Lorenzo de el Escorial.
Ya ubicado todo, dimos paso al silencio.. Momento justo en el que me di cuenta de lo BIEN que se estaba allí.. Era como estar en una burbuja, con los oidos cegados por el resoplido de aquel vientecillo un tanto asilvestrado que únicamente dejaba escuchar, como si de algo muy lejano se tratara, el canto de algún pájaro o palabras sueltas de las conversaciones de otros excursionistas... Maravilloso ejercicio de abstracción que me hizo sentir que los "rompecabezas cotidianos" también se reducen a escala según la distancia desde la que se miran.. Qué deliciosa sensación de bienestar..
Embalse del Valmayor al fondo
San Lorenzo de El Escorial
Zoom Las Machotas al fondo y caseta de telégrafos Bocatas que saben a gloria
LA CRUZ DE RUBENS
Después de comer algo y descansar decidimos emprender el camino de regreso, pero al ser ésta un ruta "circular", todavía nos quedaban muchas cosas que ver. Nuestra siguiente etapa terminaría en la Cruz de Rubens.
En esta ocasión la pista que debíamos seguir, era mucho más sencilla: una senda plana y limpia de vegetación por la que se caminaba sin ninguna dificultad.
Una media hora tardamos en llegar a este otro enclave. Un páramo verde salpicado por multitud de florecillas malvas de "Azafrán serrano" y bordado en risco, donde se alza una cruz en homenaje al pintor Rubens, que en 1629 subió a esta peña a tomar bocetos para una de sus obras.
Trayecto hacia la Cruz de Rubens La cruz de Rubens
Vista desde la Cruz de Rubens Al fondo la caseta de telégrafos y sobrevolando el cielo parapentistas Azafrán Serrano
PUERTO DEL MALAGÓN y PINAR DE ABANTOS
A partir de aquí empezaría el descenso. Atravesamos pinares y praderas hasta llegar al Puerto del Malagón: emblemático por ser, en varias ocasiones, final de etapa de la Vuelta Ciclista a España y, por ello, muy transitado por aficionados a las dos ruedas.
Puerto del Malagón. Al fondo el Embalse del Tobar. Más al fondo, la provincia de Ávila Al fondo, embalse de Valmayor
Pinar de Abantos
Nosotros, sin sacar un pie del verde, fuimos bordeando esta pista por sendas paralelas hasta que llegamos a un cruce. Dos opciones: seguir por un camino liso, limpio y fácil.. o atravesar un bosque con un cartel que advertía: "Peligro, zona forestal no mantenida"... La verdad es que no sé muy bien qué pretenden poniendo un cartel así porque era como si una ancianita adorable con una cesta de bizcochitos te susurrara: "Ennntra.. ennnntra.. éste camino es más divertido"... No obstante, como ya se podía esperar de dos personas serias y responsables como nosotros, obviamente decidimos ir por.. el Bosssque Tenebrooooso... ¡¡Insensatos!!
Curtidos en mil boscajes y análogos, poco nos podía atemorizar un pinar "no mantenido". No obstante, lo que parecía un sendero, estaba bastante despejado de maleza, y los rayos del sol, que son unos grandes depredadores de sustos y temores, le daban un aspecto mucho menos lúgubre.
Sólo hay una regla para adentrarse en un bosque: No creerte más listo ni superior a él.
Nos adentramos en el bosque A éste, por suerte, le pillamos dormido.. No tenía cara de ser muy amistoso.
Sleepy Hollow Arroyo del Arca del Helechal Setas gigantes con un diámetro de 25 ó 30 cm aprox. Helechos
SENDA "LOS TESOROS DE ABANTOS"
Sobrepasado el bosque, sólo nos quedó sortear algunas zarzas para enlazar nuestro camino con la conocida senda "Los Tesoros de Abantos". Es una ruta circular de unos 4,5 kilómetros donde podrás ver (con guía o sin él) las distintas especies arbóreas, la fauna de la zona, antiguas edificaciones, paisajes, etc.. Nosotros aprovechamos el primer tramo de esa senda para volver al punto de partida.
Senda muy bien señalizada En el pico más alto, caseta de telégrafos.. Hasta ahí habíamos subido. En el centro, muy al fondo, las cuatro torres de Madrid Último tramo para llegar
SILLA DE FELIPE II
Sobrevolaban las tres y pico de la tarde cuando llegamos al aparcamiento donde habíamos dejado el coche, pero se ve que no habíamos tenido suficiente porque decidimos hacer un último esfuerzo, como si no hubiera un mañana, para acercarnos a ver la famosísima "Silla de Felipe II" que nunca habíamos tenido la oportunidad de ver a pesar de las múltiples visitas.
Para ello tuvimos que coger el coche, ir hacia la salida de El Escorial y luego coger la M-505 dejando el pueblo a la derecha. Después encuentras un desvío a la izquierda y se sigue por una carretera hasta llegar al lugar donde se encuentra la Silla. Está bien señalizado.
Tras el absolutismo de los pinos, y cercados por ellos, en esta zona del bosque de La Herrería mandan los robles.
La zona es preciosa y muy concurrida, por lo que cuesta sacar una buena instantánea, pero con un poco de paciencia y esperando un turno imaginario consigues llegar a La Silla, tener tus minutos de gloria y sacar unas fotos impresionantes.
Dicen que posiblemente el Rey Felipe II nunca estuvo allí, que de haber buscando un "mirador" para seguir la obra del Monasterio, nunca habría sido ese enclave.. Se decantan más por la otra version, la que más me gusta: que realmente fue un altar pre-cristiano, de origen Vetón (un pueblo de cultura celta) desde donde veneraban a sus Dioses.
Para finalizar esta fructífera jornada, dimos un pequeño paseo por los alrededores: una pequeña ruta circular que hay justo en frente del lugar donde está la Silla de Felipe II.
En ésta se ven mejor las Cuatro Torres de Madrid
Eran más las seis que las cinco cuando decidimos regresar a casa. Maravillada desde siempre de este pueblo, del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y de sus alrededores hasta límites insospechados, jamás pensé que esta otra forma de verlo podía ser tan espectacular.
Gracias a mi hermano, que a última hora me mandó un mensaje para sugerirnos este plan, puedo decir que pasé un día realmente PERFECTO.
THE END
- Cómo llegar al Escorial. AQUÍ
- El tiempo en el Escorial. AQUÍ
- Senda "Los Tesoros de Abantos". AQUÍ
- Todas las rutas de senderismo en la zona de El Escorial. AQUÍ
otrodiaperfecto12@gmail.com
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