Soy una fan de los frutos secos en los postres.
Me gusta usarlos en mis postres, en crudo o molidos, o fritas, como estas nueces que son toda una delicia.
Las almendras que os traigo hoy son también una delicia, muy calóricas, para qué mentiros, pero como no nos vamos a comer un kilo sino tres o cuatro, podemos darnos el capricho de usarlas para acompañar nuestros helados, tartas o simplemente como picoteo.
Pero son adictivas, tened cuidado que no podréis dejar de comerlas, os lo aviso.
INGREDIENTES:
150 gr de almendra cruda pelada
2 cucharada de aceite de oliva suave
2 cucharadas de azúcar.
PREPARACIÓN:
En una sartén amplia ponemos el aceite a calentar y doramos ligeramente las almendras. Cuando las veamos doraditas añadimos el azúcar por encima y removemos con una cuchara de madera para que se impregnen. Cuando el azúcar se funda y haya caramelizado las almendras, apartamos del fuego y echamos sobre un papel vegetal. Cuidado que queman y mucho. Con la cuchara de madera intentamos separarlas para que no se formen pegotes.
Dejamos enfriar y frotamos con suavidad con papel absorbente para quitarles el exceso de aceite. Listas para guardar en un bote hermético.
Calentamos el aceite y doramos las almendras.
Removemos para que se doren por todos lados.
Añadimos el azúcar y seguimos removiendo.
Hasta que las veamos caramelizadas.
Las dejamos sobre un papel vegetal y con la cuchara de madera separamos para que estén una a una. Luego las secamos con papel.
Y una vez frías ya las podemos guardar en un bote hermético.
Listas para consumir, con moderación, eh!