Las almendras garrapiñadas o también llamadas "garrapiñadas" son una de las elaboraciones más conocidas en toda España; siendo típicas de las fechas navideñas, fiestas patronales, carnavales... En su preparación tradicional se hacen en un caldero de cobre en la cual se van cocinando las propias almendras junto con la misma cantidad de agua y de azúcar. Al ir cocinándolas en un almíbar, este se va convirtiendo en caramelo junto a las propias almendras, tostándolas, endulzándolas y creando una capa exterior de caramelo crujiente. Dicen que las más famosas son las de Briviesca; una bella ciudad asentada en las riberas del río Oca y situada en el nordeste de la provincia de Burgos. Elaborándose allí desde el siglo XIX con productos locales tales como la almendra y el agua de Briviesca. La cual según algunos expertos indican que es esa propia agua caliza la que le da el aspecto tan típico de la zona. Es una receta muy fácil de hacer, lo que si hay que tener en cuenta es que hace falta paciencia y no tener ninguna prisa. Podemos usar tanto la variedad largueta como la marcona; eso sí siempre tenemos que tener en cuenta que tienen que estar crudas y con su propia piel. Unos de los consejos antes de hacer las garrapiñadas es utilizar una cuchara o utensilio de madera para removerlas, ya que los metales son muy buenos conductores del calor y así nos será más fácil removerlas.
Ingredientes:
250 g de almendras crudas con piel.
250 g de azúcar.
250 g de agua.
Preparación:
Ponemos un recipiente a fuego fuerte y disponemos en él las almendras, el agua y el azúcar.
Una vez rompa a hervir, bajamos a fuego medio para que el agua se vaya evaporando lentamente, la mezcla se vaya espesando y no se convierta todo en un caramelo directamente. Si esto ocurriera lo que obtendríamos es un guirlache.
Durante este proceso iremos observando que el agua se va evaporando por la propia acción del calor y espesando; pasando del almíbar a un caramelo suave y espumoso. Cuidado en este paso ya que hay que remover constantemente para que todo se haga homogéneamente.
Si todo va bien; en este momento el azúcar se volverá granuloso como la arena y nos costará mucho remover, pero aún así tenemos que seguir haciéndolo.
Volvemos a subir el fuego un poco, para que el azúcar se vuelva a caramelizar y removemos bien para que todas las almendras queden cubiertas de caramelo. Hay que tener cuidado por que no queremos que toda la mezcla se convierta en caramelo si no sólo una parte para que haga una película que envuelva las almendras y por supuesto tampoco queremos que se nos queme el caramelo.
Ya podemos verterlas sobre un papel vegetal separándolas bien unas de otras para que no se queden pegadas.
Cuando se hayan enfriado por completo podemos terminar de separar algunas que se hayan quedado pegadas.