Si la semana pasada fue el bizcocho tradicional de yogur, hoy toca otro clásico. Esta vez me apetecía uno de chocolate, así que aquí os lo traigo. Esta receta debe ser conocida por todo cocinero amateur que se precie. Es uno de los básicos de la repostería y aunque muchos piensen que es fácil de elaborar, lo cierto es que hay que saber cogerle el puntillo para que quede jugoso.
Sinceramente, es uno de los dulces que más me gusta. Como ya os comenté, el bizcocho ha estado en mi infancia toda la vida y fue una de las primeras recetas que aprendí a elaborar. No obstante, tardé mucho en aprender a que saliese perfecto.
A veces era la potencia del horno, que estaba muy alta y se me quemaba; otras veces era porque se me olvidaba echarle algún ingrediente, como el azúcar (sí, aunque no lo creáis, alguna vez me ha pasado) y así podría continuar con una larga lista de acontecimientos inesperados que me ha pasado con esta receta.
En otras ocasiones he intentado hacer una receta distinta a la que conozco de bizcocho y el resultado ha sido igual de nefasto. A veces, cambiar la receta que te sabes de memoria y elaborar otra distinta por innovar, no siempre sale bien. También es cierto, que esta receta de bizcocho está tan íntimamente ligada a mí, que a lo mejor cualquier otra no me gusta.
Al final llego a la conclusión, que no existe una receta exacta, ni perfecta de bizcocho, sino que para cada uno de nosotros, según nuestras vivencias, existe un único y exclusivo bizcocho que nos encanta y aquí os dejo el mío.
INGREDIENTES
3 huevos.
Un yogur natural o de limón (reservamos el brick del yogur que nos servirá para las medidas del bizcocho).
Una medida del yogur de aceite de oliva (suave a poder ser).
Una pizca de sal.
Una medida y media del yogur de azúcar.
Esencia de Vainilla.
3 medidas del yogur de harina.
Un sobre de levadura.
100g de chocolate. 1º. Precalentamos el horno a 180º. Mientras, batimos los huevos en un recipiente y añadimos el yogur. Después, vertemos el chocolate, que lo habremos fundido en el microondas en el modo descongelar. Con la medida del yogur, echamos uno y medio de azúcar; con el aceite, cogemos solo una medida; en cambio, con la harina, cogemos tres. Lo echamos en la mezcla y removemos. Si queréis que el bizcocho se haga más esponjoso, tamizar la harina. A continuación, echamos el sobre de levadura, la pizca de sal y la esencia de vainilla.
2º. Ahora es el momento de coger el molde y cubrirlo entero de mantequilla. Pues con ello evitaremos que la masa, cuando se empiece hacer en el horno, se pegue. Luego hacemos lo mismo con la harina. Un consejo para aplicarla es echando un poco de ella en el recipiente e ir agitándola para que cubra el molde por completo. Después echamos la mezcla en el recipiente y lo metemos en el horno.
3º. Esperamos a que el bizcocho crezca y vamos comprobando si está del todo hecho introduciendo un cuchillo sobre la masa. Si al sacarlo, este está seco, el bizcocho estará listo. De no ser así, lo dejaremos unos minutos más y volveremos a comprobar.
4º. Una vez hecho lo sacamos del horno y esperamos que se enfríe para desmoldar. La mejor opción es posarlo sobre una rejilla, para que se enfríe también la base. Recordad, que al desmoldar, debéis despegar con cuidado los laterales, ayudándoos de un cuchillo.
Y este es el resultado final. Yo lo he colmado también con un poco de azúcar glass por encima, para que no quedara tan oscuro. Es un paso más de tipo decorativo, que de elaboración. Además, con esta receta participo en el reto de postres con chocolate de la Red Facilísimo.
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