Vinos y Pasiones estuvo por la Patagonia argentina, visitando bodegas, haciendo Enoturismo, cargándose de energía positiva y perdiéndose en los paisajes de ensueño.
En esta entrada te vamos a contar sobre la Bodega Museo La Falda, ubicada en la localidad de Cipolletti.
La vitivinicultura en Argentina y en el Alto Valle
La plantación de vides en Argentina se relaciona con la religión, ya que un padre, Juan Cedrón trajo los sarmientos para plantar en Santiago del Estero, luego se plantaron en el norte del país, en las zona de Cuyo, que luego prosperaría mucho y otro de los lugares fue la Patagonia.
La historia de la vitivinicultura en la provincia de Río Negro, tuvo su inicio luego del momento en que se desplazó al nativo en la llamada Conquista del Desierto.
Inmigrantes en su mayoría de origen español e italiano vinieron a trabajar las vides, tenían sus tradiciones de la uva grabadas en el ADN. Así supieron que las bondades y el clima de la región eran propicios para el cultivo de Semillón, Sauvignon Blanc y Chardonnay en uvas blancas y en tintas la Pinot Noir, Malbec, Merlot y Cabernet Sauvignon.
Los valles en donde están plantados los viñedos disfrutan de una de las mayores riquezas de agua del país, con ríos a veces más caudalosos que los del centro norte.
Aquí los protagonistas son los ríos Limay, Neuquén y Negro, gracias a ellos se benefician los centros urbanos, se logra energía para los principales centros del país y ni que hablar de paisajes bellísimos.
Para el cultivo de la vid, la amplitud térmica es un hecho muy positivo.
La Patagonia, al encontrarse a menores latitudes cuenta con una gran amplitud térmica (el clima es muy cambiante, siempre llevate abrigo).
Este factor hace que los vinos sean de un color intenso producto de los fuertes vientos. La uva se defiende de ellos ¿Cómo? Así es, engrosando las pieles. ¿Y dónde está el color de las uvas? Si en los hollejos, en las pieles.
Los vinos cuentan en general con buena acidez natural, la amplitud térmica también les imprime un buen tenor alcohólico.
Uno de los pioneros en el mundo del vino, fue don Humberto Canale y los abuelos del que hoy es propietario de la Bodega Museo La Falda.
Una bodega con mucha historia, esfuerzo y pasión
Traspasamos el portón que da acceso a la bodega con Leandro, el guia de la agencia Arauquén.
Ni bien bajamos del auto, Jorge Herzig nos recibió y nos dio la bienvenida.
Entrar en la bodega es viajar al momento en que el Alto Valle de Río Negro era pura producción de vinos y frutas.
Los viñedos en Patagonia, querido lector, tuvieron su época dorada y eso lo tiene muy en claro Jorge Herzig que transmite todo lo que era este establecimiento en plena época de de cosecha, de producción y de movimiento.
El edificio data de 1910, Centenario de Argentina. Época en la cual nuestro país era grande (¡¡nos dirás claro que es grande!!), aún más, mucho más.
A mi me gusta contarlo, por supuesto que no lo viví, sin embargo como guía de Turismo estudié la historia argentina.
Con mucho placer y orgullo conocí que fuimos un país que – según Horacio Salas -“en apenas cien años, pese a las guerras civiles, mostraba una gran posición económica”. Fuimos el granero del mundo y la producción agrícola era impresionante.
Volviendo al hoy, cuando entrás en la bodega se respira un ambiente de homenaje a quienes fueron los pioneros, no sólo en el arte de hacer vinos, sino también en el modo de hacer crecer un pueblo y proveerlo de recursos que ahí ni existían.
Jorge Herzig, en la nave principal que da acceso al resto de la bodega, nos comenzó a mostras fotos de antaño y nos contó que su abuelo Bernardo, llega a la Patagonia, proveniente de Alemania en 1906.
Su abuela, Felisa Mercedes Paris pisa la Patagonia en el mismo año.
Ellos se conocen y en lo que por aquel entonces era la Estación Limay (ahora Cipolletti), se casan y Bernardo funda en 1910 esta bodega.
En 1979 y 1980 hubieron factores climáticos muy hostiles, heladas (propias de la región) y se perdieron tres cosechas.
Casi sin materia prima, empezó una crisis de la vitivinicultura que no se había visto en el valle, sumado al consumo masivo de la cerveza.
El valle pasó de tener 200 bodegas a quedar sólo 25. Una crisis se apoderó de esta hermosa región y transformó lamentablemente y abruptamente la actividad.
Además, la ciudad de Cipolletti fue avanzando y el establecimiento quedó muy cerca, tal es así que de los 1.000.000 de litros de vino al año que se elaboraban y con mas de 120 personas empleadas de forma directa, Herzig se vió obligado a transformar su producción de vinos de forma artesanal.
Un gran cambio, un duro revés, Jorge, quizá movido por la fortaleza y el tesón de sus ancestros, no se quedó quieto, se adaptó a ese severo traspié y decidió dejar todo como estaba en la época de auge, transformó la bodega y la acondicionó para mostrarla a miles de personas, para que se conozca una actividad que dio trabajo y alegría a toda un pueblo y a gran parte del país.
Así, con ese empuje, con pasión y con la frase “caminar hacia el futuro con la mirada en el pasado”, las puertas de su bodega se abren y cuando entrás, te sumergís en ese momento en que el vino jugaba un rol importantísimo en el Valle. Pareciera que escuchás los sonidos de la labor con las viñas, observás la maquinaria de la época, fuerte y pujante. Maquinaria y herramientas que una vez confirman la riqueza de los trabajadores rionegrinos, inmigrantes y de la tierra patagónica.
Tesón, esperanza, labor, manos negras, viñas que aún producen todo está para disfrutarlo y seguir aprendiendo.
Siendo artesanal, de las casi seis mil botellas anuales de vinos elaborados con la marca Herzig 1910 no están en el mercado, si para los eventos y los turistas. Te imaginarás que una nos trajimos para ser degustada!!
Esta foto muestra el escenario donde se llevan a cabo los espectáculos de Música Clásica o Tango como se va a realizar este año.
Hoy la tercera y quarta generación organizan eventos, conciertos, espectáculos de jazz, visitas guiadas, catas, cumpleaños y aniversarios. Carolina, su sobrina, que es chef, está a cargo del Catering.
Los toneles, las cubas de robles, fudres, moledoras, piletas de fermentación, y la cava original, se conservan intactas. La maquinaria de origen alemán, funciona a la perfección. Son testigos del maravilloso tiempo en el cual los vinos patagónicos se realizaban con la ingeniería y en donde eran muchas más bodegas.
¡Hace 20 años comencé con la restauración, pieza por pieza! Nos comenta Jorge apasionado y orgulloso.
CAVE
Entre este espectacular paseo y recuerdos pasamos a dos cavas intactas y originales, perfectamente diseñadas y con el nombre CAVE, en donde Jorge guarda sus vinos. Frescas, con luz tenue como debe ser el sitio para conservar esta noble bebida.
Otros dos espacios que Herzig atesora y cuida para que se puedan disfrutar.
Luego, continuamos al salón en donde se desarrollan los eventos y Jorge nos hizo probar los vinos que elabora.
Agustín y yo no salíamos del asombro, cuando degustamos un Malbec, un Merlot con 24 meses de barrica de roble francés. En su generosidad Jorge nos hizo probar una grappa y un destilado de guinda que son propiamente elixires y que él mismo los hace.
En esos vinos percibimos aromas y sabores verdaderamente exquisitos.
Destino y legado familiar hicieron que Jorge cursara estudios para hacerse cargo de la bodega familiar.
Creo que los enólogos buscan que los vinos emocionen, que te hagan pasar un momento mágico. Estos vinos lo logran con el valor agregado de la impronta de una bodega que supo ser grande (fue declarada Patrimonio Histórico de Cipolletti). y se adaptó a los avatares del tiempo y de la economía argentina y aún así brilla y muestra toda su época de esplendor.
Te invitamos a que veas este video en donde vas a viajar por los rincones de la Bodega Museo La Falda.
Si estás por el Valle, tenés que visitar esta bodega, porque es una forma de honrar a quienes hicieron la actividad vitivinícola desde los comienzos y la hicieron prosperar.
Cuando la visites no te vas a querer ir, porque la energía que emana de ese espacio es maravillosa.
Energía y fuerza que los inmigrantes, los viñateros y los familiares de Herzig la emplearon en nuestra Patagonia, en el bellísimo Alto Valle y que es uno de los legados que nos dejaron.
Una energía que la palpás plasmada, en cada suelo, en cada río, barda y árbol.
Lugares así deben ser no sólo respetados, sino también valorados y cuidados.
¡¡Muchas gracias Jorge, por tu pasión y tu devoción en que se conozca la inconmensurable labor de quienes forjaron la vida vitivinícola!!
Muchas gracias a la agencia Arauquén por el traslado, desde la ciudad de Neuquén.
En cuánto a vos, querido lector, ojalá pronto puedas visitar este bellísimo lugar.
Mientras, te recomendados que bebas, con moderación, los vinos de la Patagonia argentina. Tierra de vientos, latitudes inmensas, sol maravilloso, lagos y montañas de películas.
Bodega Museo La Falda
Maestro Espinosa s/n, Cipolletti
Contacto: 0299- 4773168 / 156326734.
Mail: bodegamuseo@gmail.com
“El vino siembra poesía en los corazones.”
Dante Alighieri