Os dije que no temierais, que aún no me había pasado al lado healthy. Y es que a pesar de mi tímida incursión en el lado saludable de la pastelería con el bizcocho integral de kiwi y semillas que publiqué hace un par de días, sigo y permaneceré para los restos en el lado del azúcar y de la repostería con todo lo necesario para que sea rica. Siempre pregono la misma premisa: prefiero comer un cachito pequeño de un postre como Dios manda, con su grasa, su azúcar y su todo, que medio kilo de un pastel soso. He dicho.
Quizá porque no soy especialmente golosa, los dulces sin azúcar (qué paradoja) no me disgustan y hasta, a veces, los prefiero. Pero, en mi opinión, y después de experimentar hace años en ese universo, sé que para que un pastel esté bueno, bueno de verdad, tiene que llevar de todo, de todo lo rico, de todo lo que nos engorda el culo y se acumula en las caderas, sí. Y el convertirlo en saludable o no saludable depende únicamente de nosotros: en nuestra mano está controlar las cantidades y las proporciones. Bajo mi punto de vista, la mantequilla (la de verdad, la güena, güena), al igual que el aceite de oliva son saludables, infinitamente más que esas grasas absurdas que se han puesto tan de moda: léase aceites de coco, lino, sésamo... o las margarinas vegetales (puajjj...). Sobra decir que no soy partidaria de usarlas. En cambio, sí del empleo de nata (crema de leche), huevos y mantequilla (of course). El resultado no tiene comparación.
Y una vez expuesta mi humilde opinión, voy con una receta de las güenas, güenas, de esas que llevan un poco de todo lo rico para que resulten una exquisitez al paladar. Unos brownies de chocolate blanco, con el punto justo de dulzor y una ternura y una jugosidad extraordinarias. Os prometo que nunca antes había comido un brownie de chocolate blanco tan tierno y cremoso como este. De verdad, tenéis que probarlos.
Para elaborarlos, me basé en la receta que Betina Montagne colgó en su perfil de Instagram hace una semana, aproximadamente (ya no me acuerdo muy bien de cuándo la vi; perdonadme, pero con esto del confinamiento, no sé si pasan los días, las semanas o los meses, acabo perdiendo la noción del tiempo, y para mí, con la pastelería cerrada, todos los días son domingo).
Con respecto a la receta original, tan solo modifiqué las cantidades y la cobertura. Hice la proporción para elaborar la mitad de cantidad, la horneé en moldes individuales y empleé una cobertura más ligera que la ganache que nos proponía Betina: mermelada y fruta.
Espero que os gusten. A mí me han fascinado, de verdad. Se deshacen en la boca.
Brownies de chocolate blanco y frambuesas:
Receta adaptada del perfil de Instagram de @betinamontagne
INGREDIENTES (para 7 cuadrados de unos 5-6cm de lado)
- Para los brownies:
85g de chocolate blanco, fundido a golpes de 20-30 segundos en el microondas
115g de mantequilla, fundida
150g de azúcar blanquilla
2 huevos L
La ralladura de media naranja
Pizca de sal
80g de harina, tamizada
14 frambuesas frescas (dos para cada brownie)
1/2 cucharadita de extracto de vainilla
- Para la cobertura:
2 cucharadas de mermelada de frutos rojos
10 frambuesas frescas
PREPARACIÓN
Precalentamos el horno a 170ºC y engrasamos los moldes y cubrimos su base con papel vegetal.
Mezclamos el chocolate fundido con la mantequilla derretida. Añadimos el azúcar, y batimos.
Agregamos los huevos, de uno en uno, batiendo entre cada adición. Incorporamos la ralladura de naranja y la vainilla.
Por último, integramos la harina y la sal.
Vertemos la mezcla entre los moldes preparados y repartimos las frambuesas, dos en cada molde.
Horneamos 20-23 minutos a 170ºC.
Mientras, en un pequeño cuenco, separamos un par de cucharadas de mermelada de frutos rojos y añadimos unas ocho o diez frambuesas frescas, las chafamos mientras que las mezclamos con la mermelada.
Cuando los brownies estén fríos, los desmoldamos y los servimos decorados con la mermelada por encima.