Vengo con resaca, pero no de Las Fallas, sino del trancazo que mi hija Martina y yo hemos cogido en plena semana Fallera. Yo disfruto de Las Fallas a mi manera, en casa no somos Falleros pero eso sí, nos gusta una mascletà, un castillo, un buen chocolate con buñuelos, ver el manto de la Virgen o salir a ver Fallas e iluminaciones varias. Pero este año no acompañaba ni el clima ni la salud, sólo mermada un poco con uno de esos caprichosos catarros primaverales. Así lo único que apetece es “pasearse” por el sofá en pijama, con manta y en lugar de chocolate una buena sopa. Ya veis que últimamente estoy en modo Bundt. Y es que no hay nada más sencillo y a la vez delicioso que un buen bizcocho. Si además lo horneamos en un molde de Nordic Ware no hay parangón. Ya sabéis que además de bonitos los bizcochos salen jugosos y esponjosos en estos moldes por el efecto chimenea.
Pues este año para celebrar el Día del Padre y San José, que es el Santo de mi marido, y poner colofón a las Fallas (con catarrazo incluido) os enseño lo que hice esta vez. Si queréis saber la historia de estos moldes Made in America clica aquí. Ya sabéis lo que me gusta a mí documentarme.
Mientras subo esta entrada sigo en modo catarro y mi pequeña bastante más. Hay que ver lo que les hace a los niños una fiebre alta, mi hija tenía anoche una verborrea incontrolable y se reía hasta de su sombra. Vale que es la alegría de la casa, pero reírse a carcajadas y sin parar porque le rozaba la sábana en los pies, eso, sólo lo consigue una fiebre de 39ºC o más acompañada de una buena faringitis. Menos mal que ahora vamos de bajada.
Tampoco es ningún secreto que me chiflan los frutos del bosque y las bayas. Por un puñado de ellos MA-TO, en serio. Pues bien, todavía no había cocinado nada con grosellas. Y ya tenía ganas, pero al precio que están siempre, no encontraba el momento. En Lidl encuentro arándanos, moras y frambuesas de temporada y también en Consum. Obviamente en los Mercados Centrales también hay pero trabajando de lunes a viernes siempre de mañanas, es difícil poder ir tan a menudo como me gustaría. Pues cuál fue mi sorpresa al encontrar grosellas en Lidl esta semana a 1,79 € así que me traje 3 tarrinas, a lo loco!!!!! Y luego pensé en esas fotos tan bonitas que a veces veo en Pinterest de bundt cakes coronados con un ramillete de grosellas. Pues bien, ¿qué tal si se lo añado a la masa?
Las grosellas o zarzaparrillas rojas (me encanta esta palabra) son frutos rojos que crecen en arbusto y tienen un sabor ácido pero que pueden consumirse crudos. Ya había hecho bizcochos con arándanos rojos y azules. Así que ya me he quitado la espinita de probar las grosellas en bizcocho también. El dulzor del bizcocho contrasta con la acidez de la grosella. Y madre mía, no me ha gustado, ¡me ha encantado! Otro más para los habituales a hornear. Para esta receta he utilizado el molde Fleur de Lys de Nordic Ware.
La receta de hoy es tan sencilla que he obviado el paso a paso. El bizcocho en sí está tan bueno que admitiría no ponerle nada más. Pero las grosellas le dan un punto ácido que me encanta. Para las cantidades de hoy me han venido muy bien las cups o tazas medidoras. Os pongo las cantidades en gramos de todas maneras. Y recordad los trucos para obtener un Bundt cake perfecto. Esta receta no es mía, podéis encontrar la original en inglés aquí.
Está diciendo cómeme, mmmmm.
Bundt cake de grosellas rojas
INGREDIENTES (para molde de 9-10 cups):
– 250 g de harina
– 2 TSP de polvo de hornear
– 1/2 TSP de bicarbonato sódico
– 1/2 TSP de sal
– 3 huevos L
– 300 g de azúcar
– 120 ml de aceite de oliva suave
– 240 g de buttermilk
– 1 taza de grosellas rojas sin el racimo
Precalentar el horno a 175ºC con calor arriba y abajo. Prepara un molde enmantequillado o con aceite desmoldante y enharinar ligeramente retirando el exceso. En un bol tamizamos los ingredientes secos y reservamos. En otro bol grande batimos los huevos con el azúcar unos minutos. Añadimos el aceite poco a poco y batimos hasta integrar. Luego vamos alternando la mezcla de ingredientes sólidos y el buttermilk hasta integrar todo con la ayuda de una espátula, sin sobrebatir. Las grosellas se enharinan antes y se añaden en dos tandas, al final y cuando ya hemos vertido la masa en el molde. Normalmente así se reparten bien y no se hunden en el fondo de la masa. Pero a mí esta vez no me funcionó, como podréis ver en las fotos. Verter la masa de una vez en el molde, dejando que deslice desde un único punto y rellene todo el molde. Repartir las grosellas restantes en la superficie y hornear aproximadamente una hora a media altura. Hasta que al introducir un palito este salga limpio, en mi caso, ahora utilizo el termómetro de Nordic Ware que vale para cualquier bizcocho.
En su punto.
Está tan esponjoso y jugoso como parece en la foto.
Podéis tomarlo tal cual o añadirle un glaseado y unas grosellas frescas por encima. Para el glaseado mezclé un poco de queso Philadelphia, nata (crema de leche) líquida y azúcar glas al gusto.
¿Os apetece probarlo?
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